Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro Desde París
Un enigma histórico que mantuvo a Francia en vilo durante varios siglos quedó resuelto ayer gracias al análisis genético de fragmentos del corazón de un niño fallecido el 8 de junio de 1795 en la cárcel del Temple de París. Durante más de dos siglos, los historiadores debatieron con una pasión siempre renovada si ese niño era o no el hijo de Luis XVI y María Antonieta. Ochocientos libros y centenares de tesis no lograron nunca elucidar el misterio. Pero ayer, el examen del ADN presente en el trozo de corazón aclaró el misterio: el joven que había pasado tres años preso en la cárcel del Temple era efectivamente Luis XVII. Como había ocurrido antes con la identificación del zar de Rusia Nicolás II, la ciencia aportó la última palabra sobre una incertidumbre histórica en cuyo telón de fondo persiste otra ruda polémica entre descendientes antagónicos.
Las peripecias del examen de ADN son simplísimas al lado de los incontables avatares de la historia que rodean al niño de 10 años muerto en 1795. Louis Charles de France, el segundo hijo de Luis XVI y María Antonieta, nació en 1785 y tras ser Duque de Normandía se convirtió en el heredero al trono luego de la muerte de su medio hermano en 1789. Pero la revolución francesa iba a cambiar la línea recta de la descendencia monárquica. En 1792, cuando los revolucionarios tomaron el castillo de las Tullerías, Luis Charles de France fue internado en el Temple junto a su padre, su madre, su hermana y su tía. Con la ejecución de Luis XVI el 21 de mayo de 1793, el niño se convirtió en rey por derecho y así fue reconocido por los realistas, que lo nombraron Luis XVII. Pero Luis Charles de France murió, al igual que su hermano, de tuberculosis en la cárcel del Temple. El doctor Phillippe-Jean Pelletan, que practicó la autopsia, aprovechó la ocasión para �robar� el corazón, que fue conservado en alcohol y se momificó, pero siguió latiendo con los temblores de la historia.
En 1828 el corazón apareció en la Basílica de París, de donde iba a desaparecer tras el saqueo de la basílica por los revolucionarios de 1830. El hijo del médico lo recuperó de la hecatombe y el corazón pasó de mano en mano y de país en país hasta que, por fin, en 1975, llegó a la Basílica de Saint Denis, que es la necrópolis de los reyes de Francia. En el medio no faltaron los falsificadores, los mentirosos y los oportunistas que pretendieron ser el hijo legítimo de Louis XVI. Un tal Naundorff logró incluso hacerse pasar durante cierto tiempo por el hijo auténtico, pero un examen similar hecho hace dos años demostró que se había tratado de un falso heredero.
Para aclarar definitivamente el misterio, que sin embargo no cierra la discusión, la ciencia recurrió a un vasto operativo genético comparando varias fuentes diferentes. Además de los dos trozos del corazón depositado en la basílica de Saint Denis, los especialistas llevaron a cabo exámenes comparativos en los cabellos de María Antonieta, en los de sus dos hermanas y en varios descendientes vivos: la princesa Ana de Rumania y su hermano André Bourbon�Parme. El resultado no dejó lugar a la ambigüedad: en primer lugar, las secuencias de ADN estudiadas en los descendientes son idénticas a las de María Antonieta: en segundo, una variante del ADN del corazón del niño fue encontrada igualmente en los descendientes actuales de los Habsburgos, es decir, Ana de Rumania y André de Bourbon�Parme. El profesor de la universidad de Munich que participó en la identificación, Bernard Brinkman, afirmó que existía �un parentesco más que probable entre esas diferentes personas�. Con métodos simples la ciencia elucidó está interminable querella entre descendientes e historiadores. Como todo organismo vivo contiene ADN, basta con extraerlo para �interrogar� su identidad. Esta demostración científico histórica no convenció sin embargo a los descendientes de Naundorff, el �falso hijo�, quienes exigieron un contraexamen. Los Naundorff parecen confesar que la verdad de la ciencia sigue siendo �dudosa� ante los intereses que mueven la herencia y la legitimidad histórica.
OPERACION INTERNACIONAL PARA DETENER A UN HACKER
El peligro tenía quince años
Los hackers que hicieron colapsar importantes sitios en Internet a principio de año fueron tomados muy en serio en Estados Unidos. La alarma cundió a medida que se iban repitiendo los ataques, al punto que el presidente Bill Clinton organizó una cumbre en la Casa Blanca para discutir la manera de frenarlos. Ayer se anunció que uno de esos peligrosos hackers había sido detenido en Canadá. Sólo que el enemigo resultó tener apenas 15 años. Su apodo es �mafiaboy� y fue descripto como �un joven de familia normal que pasa mucho tiempo ante una computadora�.
En una conferencia de prensa brindada por la policía federal canadiense se dio a conocer que �mafiaboy� �su verdadero nombre no se reveló por su corta edad� fue detenido el lunes, pero ya está en libertad. Por ahora sólo ha sido acusado por el ataque contra la página de CNN, pero se cree que también sería el autor de los golpes contra Yahoo, eBay, Amazon.com y Excite. Según aclaró Yves Roussel, portavoz de la Gendarmería Real de Canadá, sus ataques �desestabilizaron el corazón del comercio electrónico mundial, causando pérdidas de varios cientos de millones de dólares�.
Estados Unidos se congratuló por la detención: �Demuestra nuestra capacidad para detener a aquellos que abusan de esta tecnología impresionante y de hacerlo allí donde se encuentren�, dijo la secretaria de Justicia, Janet Reno, tras explicar que la policía canadiense y el FBI habían trabajado juntos para dar caza a este hacker.
Pero lo que la detención de �mafiaboy� pone de manifiesto no es tanto las posibilidades que brinda la cooperación internacional sino la fragilidad del sistema. El chico de 15 años no es un genio fuera de lo común, sino apenas un estudiante con buen acceso a la tecnología. Lo que hizo fue obtener unos programas a través de Internet que provocan en un sitio la �denegación del servicio� y obligan a bajarlo de la red. �Es como realizar cientos de llamadas a un mismo número de teléfono para evitar que los verdaderos usuarios puedan utilizarlo�, explicó Roussell. Si el hacker cayó no fue en realidad por la sagacidad de los investigadores sino por su propia adolescente ingenuidad: en correos electrónicos y foros de discusión el chico se vanagloriaba de ser el responsable de los ataques.
El juez que le tomó declaración lo dejó en libertad bajo una condición: no puede acercarse a una computadora salvo en la escuela y bajo la supervisión constante de un profesor. Tampoco puede entrar en un negocio de informática ni conectarse a Internet.
No es probable que el adolescente vaya a prisión, ya que de ser condenado recibiría una pena inferior a los dos años. Pero su detención se anunció por medio de una gran conferencia de prensa para lograr una fuerte repercusión: más que nada, se trató de dar un mensaje al mundo. El pujante comercio electrónico que cada día genera fortunas en las Bolsas es susceptible a los ataques de un niño, pero Estados Unidos está dispuesto a perseguirlo, aunque esté en un jardín de infantes.
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