Por Luciano Monteagudo
En su famosa y ya lejana serie de los �Cuentos morales� (de los cuales el más recordado sigue siendo �Mi noche con Maud�) el director francés Eric Rohmer trabajaba siempre sobre la base de un mismo canon narrativo: un hombre o una mujer elegían una pareja, pero surgía un intruso que complicaba la situación, hasta que la pareja inicial volvía a reunirse. Se diría que en este excepcional Cuento de verano, que forma parte de una nueva serie, los �Cuentos de las cuatro estaciones�, hay algo de aquel diseño original, aunque la maestría que hace tiempo ostenta Rohmer le permite ahora trazar muchas más líneas y moverse con una libertad, una armonía y una ligereza de la que sólo disfrutan los grandes cineastas en su plenitud.
Aquí también hay un personaje �en este caso el joven Gaspard (Melvil Popaud)� que debe hacer una elección. Pero ya no debe elegir entre dos mujeres sino entre tres: ¿Margot, Soléne o Léna? Sucede, sin embargo, que Gaspard no es ningún Don Juan. O al menos es lo que él piensa. �Sos como un vagabundo que un día se despierta millonario, con tres chicas al mismo tiempo�, le recrimina Margot (Amanda Langlet). Para Rohmer, en cuyos films siempre hay por delante un momento de decisión, una elección crucial, se trata más bien de un personaje que es mucho más joven que todos sus anteriores, apenas un muchacho, casi un adolescente, que no tiene todavía por qué hacer una elección definitiva. En el verano, como en la primera juventud, todo es posible, no hay sino porvenir.
Esa incertidumbre esencial de Gaspard funciona un poco como el primer motor del film. Como Delphine, la inolvidable protagonista de El rayo verde (un film que, junto con La coleccionista, Pauline à la plage y este Conte d�eté, puede integrar una serie transversal de films de vacaciones en la obra de Rohmer), Gaspard inicia su travesía como un �vulgar turista�, en sus propias palabras. Llega solo a Dinard, una playa de la amplia costa de Bretaña, y durante los primeros días de su estancia, que Rohmer describe parsimoniosamente, sin apuro alguno, vagabundea por la rambla, sin saber demasiado bien qué hacer, como a la espera de un encuentro o una revelación.
Para matar el tiempo, Gaspard va componiendo una canción, que se convierte un poco en el leit motif del film. De la misma manera en que va encontrando las notas y las palabras justas para su tema (inspirado en las canciones de marineros de la zona), irá también cruzándose con Margot, Soléne y Léna, sin llegar a compartir nunca un momento colectivo, a pesar de que, por una razón u otra (�¡Ah, esa costumbre del azar!�, suspira alguien por allí), las tres se conocen. Hay, por cierto, algo estrictamente musical en la maravillosa estructura de Cuento de verano, como si Rohmer fuera componiendo para Gaspard distintos dúos, a la manera de variaciones virtuosas sobre un mismo tema.
Sobre la superficie de las amplias extensiones de la costa bretona, que sus personajes recorren una y otra vez, mientras discurren sobre las diferencias entre la amistad y el amor, Rohmer va dibujando esas relaciones como quien traza un diseño leve, fugaz sobre la arena. Por su parte, Gaspard, sin voluntad propia, parece una criatura marina, sometidaa los vaivenes de la marea, a los flujos y reflujos de sus tres impensadas conquistas. Hasta el instante en que, una vez más, el azar toma una decisión por él. Para cuando llega ese momento, es muy difícil que el espectador no haya caído rendido bajo la seducción de este film cartesiano, que hace de la sutileza y la inteligencia todo un espléndido ejercicio de erotismo.
Los diarios van a la escuela
En el marco del programa �El Diario y la Revista en la Escuela� se firmó un convenio mediante el cual se editará un libro didáctico destinado a los docentes, con material periodístico sobre los Accidentes de Tránsito en la Vía Pública. El acuerdo se logró entre distintas entidades: el Ministerio de Salud de la Nación, la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad, empresas editoras de diarios y revistas (entre las que se incluye Página/12), el Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas y la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines. Este es el tercer libro editado por el convenio. Anteriormente se publicaron Sida, entender para decidir y Ciudad saludable. |
�VIDAS AL LIMITE�, CON UN ATORMENTADO NICHOLAS CAGE
El Apocalipsis según Martin Scorsese
Por Luciano Monteagudo
Pasó un cuarto de siglo desde Taxi Driver, pero Martin Scorsese sigue recorriendo las calles de Nueva York como si atravesara las pruebas del purgatorio. Al comienzo de Vidas al límite un título informa que la acción transcurre a principios de los años 90, como si la productora Touchstone Pictures, subsidiaria de la Walt Disney Co., quisiera dejar bien claro que todo lo que se verá en la película sucede antes de la limpieza brutal que impuso en la ciudad el alcalde Rudolph Giuliani (y que le dejó a Disney el campo libre de homeless, prostitutas y drogadictos en Times Square). Pero ya se sabe: el cine de Scorsese no es literal, sino alegórico. La Nueva York de Vidas al límite no es la ciudad real, sino una realidad transfigurada por la mirada interior, subjetiva, salvaje del realizador.
Lo primero que debe decirse de esta nueva película de Scorsese, después del fracaso de crítica y público de Kundum, su obra anterior, es que no se trata de un film fácil o agradable de ver. Hay algo intensamente patológico en la forma en que el director vuelve a encontrarse con su ciudad, después de diez años de ausencia (la última vez que rodó allí fue en Buenos muchachos). De regreso a su propio ámbito, acompañado por su amigo y guionista más afín �Paul Schrader, que firmó también el libreto de Taxi Driver�, Scorsese se sumerge en una suerte de via crucis personal, como si Frank Pierce (Nicholas Cage), el conductor de esa ambulancia que surca de manera desaforada la noche infernal de Nueva York, estuviera allí para expiar sus propios pecados y los del mundo todo.
El azar de la distribución (o la acción de la Divina Providencia, dirán los creyentes y fanáticos de Scorsese) hizo coincidir el estreno en Buenos Aires de Vidas al límite con la Semana Santa. Y la ordalía del protagonista �que comienza un jueves y termina el domingo siguiente� no es otra cosa que una reinterpretación de la Pasión. Este carácter pasional del film es evidente en la manera en que Frank Pierce va cargando con su propia cruz, con la conciencia de que debe salvar a alguien �salvar una vida, pero también un alma� mientras todo a su alrededor es una noche eterna. En esa oscuridad alumbrada por el neón y la luna llena, cargada de calor y humedad, Frank �que a bordo de su ambulancia también parece Caronte, el barquero de la muerte� apenas si ve fantasmas, ánimas errantes, espectros que se cruzan frente a su parabrisas y que finalmente tienen todos el mismo rostro, el de una adolescente a la que él no pudo salvar, una suerte de reencarnación de la prostituta de Taxi Driver, que también se escapaba de las manos purificadoras del legendario Travis Bickle.
Un borracho que resucita como Lázaro, un mujer que da a luz afirmando que es virgen, las pastillas de droga repartidas como si fueran el santísimo sacramento... Todo en el film apunta a esta constante transfiguración �transubstanciación, diría el director� de lo religioso que hace de Vidas al límite el perfecto acompañante de La última tentación de Cristo en la filmografía de Scorsese. La locura, el desequilibrio, la inestabilidad �de los personajes, pero también de la cámara, que siempre parece a punto de rodar o de caer de su eje� son constantes de una puestaen escena que no le teme al exceso, o ni siquiera al ridículo. Desde esta perspectiva, no se puede afirmar que Bringing Out the Dead (cuya traducción literal sería �Resucitando a los muertos�) sea el film más logrado de Scorsese, pero sí quizás uno de los más personales que haya realizado en los últimos años, una película llena de sonido y de furia, concebida como una catarsis. O como el Apocalipsis.
David Lynch, o el arte
de una historia sencilla
Por Martín Pérez
Alvin Straight tiene setenta y tres años, una hija algo simple y dos bastones. Según su médico, debería estar usando un andador después de una caída doméstica de la que no se pudo levantar sin ayuda, pero el orgulloso Alvin sólo aceptó utilizar un segundo bastón. También debería dejar de fumar, pero Alvin siempre encuentra un buen momento para encender un cigarro. Terco como un hombre que siempre vivió a su manera, Alvin se niega a aceptar que la edad que se empecina en recordarle su encantadora hija signifique otra cosa que eso. �Tengo setenta y tres años, pero no estoy muerto�, dice. Pero no deja de pensar en ello. Por eso, cuando se entera de que su hermano Lyle ha sufrido un ataque cardíaco, decide ir a visitarlo por sus propios medios. Para ello, como no tiene registro de conducir, ya que no puede ver bien �y no le gusta que manejen por él�, Alvin decide recorrer los 800 kilómetros que lo separan de su hermano al volante de una cortadora de césped.
�Una road movie a cinco kilómetros por hora�. Así definió el director de fotografía Freddy Francis al último film de David Lynch, que sorprendió al mundo cinematográfico al embarcarse en esta fábula de la vejez, apta para todo público y distribuida por Disney: casi la antítesis del cine con el que conquistó su lugar en el mundo. Por lo que es imposible no mirar Una historia sencilla como de quien viene. Y estar atento al guiño cómplice que regala el encuentro de Alvin con una conductora desesperada porque no puede dejar de atropellar venados. �¡Y a mí me gustan los venados!�, grita desesperada luego de abandonar a su enésimo Bambi en la carretera, cuya carne �por supuesto� Alvin termina comiéndose, de la misma manera que Lynch se come al fantasma Disney que sobrevuela su película.
Porque Una historia sencilla no es lo que su nombre indica. Lleno de filosos diálogos de campo, recuerdos a los que se les saca brillo sin demasiados preámbulos y consejos familiares enunciados por un viejo que no parece haber vivido su vida haciéndoles caso, el último film de Lynch va más allá de la sencillez que anuncia su título. Contada al ritmo de la podadora que maneja Alvin �que tiene la misma velocidad que las cosechadoras del campo, símbolo de fertilidad y al mismo tiempo moderna encarnación de aquella hoz de cosecha que lleva la muerte de esqueleto y paño negro�, The Straight Story es una meditación sobre la vejez (y sobre la vida), entendida como la fábrica perfecta de los freaks que Lynch se ha pasado toda una vida cinematográfica filmando. �Envejecer tiene que tener algo bueno...�, le comenta a Alvin un orgulloso y atlético ciclista. �No veo qué puede tener de bueno quedar ciego o lisiado�, es su respuesta contundente.
Si el cine de Lynch se ha caracterizado por buscar (y encontrar y exponer) ese secreto oculto detrás del pastel de manzana de la vida cotidiana, en este film no reniega de esos secretos sino que simplemente ha renunciado a distraerse buscándolos. Están siempre presentes, sólo que se muestran al mismo tiempo que cada escena �o frase� digna de un empalagoso comercial televisivo. Y para ello Lynch cuenta con aliados fundamentales en sus actores. Sissi Spacek encarna de manera formidable ala tartamuda y algo retardada hija de Alvin, que en un primer momento parece tener destino de otro freak más en el zoológico Lynch pero demuestra ser mucho más que eso. Y Richard Farnsworth es un fascinante Straight, como sólo puede serlo quien ha llevado realmente las riendas de un coche romano en Los Diez Mandamientos y ahora se aferra al volante de su cortadora de césped al mando de su última aventura. Que no es sencilla, sino que simplemente lleva su nombre. Para bien o para mal. Y lo mismo sucede con Lynch.
NUEVA ASOCIACION DE PRODUCTORES
El Mercosur de imágenes
�Una coordinación y cooperación en el campo de la cultura asegurará al proceso de integración del Mercosur bases sólidas y estables, fundadas en el entendimiento mutuo a partir del conocimiento y apreciación de las respectivas culturas como hábito de trabajo en común...�, dice una de las resoluciones del Grupo del Mercado Común de la región. Acorde con el espíritu de esa letra se acaba de crear la Asociación de Productores Audiovisuales del Mercosur, una entidad sin fines de lucro, integrada por productores independientes de cine y medios audiovisuales del Mercosur, con el objetivo común de impulsar el desarrollo y el crecimiento artístico de los países miembros. La APAM entiende que el cine y las artes visuales en general no están ajenos a los problemas que hoy enfrentan los países en desarrollo y que por ello se hace necesario encontrar soluciones compartidas para implementar políticas comunes para afianzar la integración de la región. En su declaración de principios, la entidad afirma que �impulsaremos legislaciones comunes y compatibles entre los Estados Miembros y proporcionaremos mejoras sustanciales en las facilidades para el crecimiento del comercio y la industria privada del sector, que le permitan expandirse y potenciarse con la ampliación de nuestros mercados�. El texto indica que la APAM apoyará, en primer lugar, una mayor profundización de los vínculos con los productores del resto de Iberoamérica, fortaleciendo y complementando la labor que cumple el llamado Proyecto Ibermedia, una gestión de intercambio que a partir de España viene contribuyendo a la coproducción de múltiples films en América latina. A su vez, la asociación �cuya comisión directiva preside Fernando Sokolowicz� se propone, como objetivo prioritario, �defender los intereses de los productores audiovisuales independientes de la región en los ámbitos nacionales e internacionales�.
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