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Por Alejandra Dandan �Quiero saber qué �miércoles� pasó: fue una pesadilla total.� Norma Herrera es la mamá de Nahuel, de 21 años. El miércoles salió con su hijo, desde La Plata hacia Córdoba, en viaje de Semana Santa. Iban en un 147, con la novia del muchacho. Ese viaje se volvió un absurdo: la Policía Bonaerense los confundió con delincuentes. El auto fue perseguido y baleado cuando pisaba el kilómetro 402 de la Ruta 188, en territorio pampeano. Por el impacto se desvió y terminó desbarrancándose a un riacho. La policía de La Pampa se adjudicó los disparos, pero descargó las responsabilidades sobre sus colegas de Buenos Aires: �Recibimos información falsa�, dijeron a Página/12. La trama de la historia es una sucesión de datos sostenida únicamente por indicios, finalmente falsos. El miércoles, poco antes de la cuatro de la tarde, Nahuel terminó de cargar los bolsos en el auto. A las 15.45, su mamá y Luciana Inés Arce, su novia, tomaban la autopista camino a Luján. Hacía dos meses preparaban el descanso en casa de los abuelos que viven al sur de Córdoba. La carretera elegida para el viaje fue la Ruta 188. Por allí llegaron hasta el peaje Ameghino. Ellos no lo sabían, pero en ese peaje se inició la persecución policial. Existió una historia paralela: desde otro Fiat 147 se había disparado una hora antes sobre un Scania, cien kilómetros antes de ese puesto. Así lo explicó a Página/12 Jorge Gorjón, oficial de policía de Larroude, en La Pampa: �El empleado del Scania hizo la denuncia, y la policía de Ameghino pensó que eran piratas del asfalto y avisó al puesto de Villegas. Para detenerlos, se formó un cordón vial en el cruce de las rutas 188, 26 y 33�. La policía puso conos fluorescentes en la ruta y cuando pasó Nahuel le hicieron señas para detenerlo. El no lo hizo. �Yo pensé que me estaban haciendo luces con la linterna para que bajase la velocidad. Así que la bajé y seguí�, le dijo Nahuel a este diario. Este fue el primer indicio que en la lógica policial iría perfilándolos como piratas del asfalto. Con ese frustrado intento por detenerlos, en Villegas se dispuso un operativo cerrojo que incluyó avisos a las jurisdicciones siguientes y a La Pampa. �Los siguieron en un Polo blanco particular �continúa el oficial Gorjón�: no tenían chalecos antibalas, por eso no les dispararon, esperando que llegasen refuerzos.� En el límite con La Pampa, la caravana policial bonaerense encabezada por el Polo ya tenía 18 policías. Eran las 21.30 del miércoles. Nahuel atravesó el puesto caminero fronterizo: �Pasé y me encontré otra vez con unos conos y unas balas de un policía al lado mío y otro del lado de mi mamá�. Y agrega: �Fue un griterío bárbaro, no sabíamos qué pasaba�. Las balas le habían pegado en los neumáticos. Ahora el oficial pampeano explica: �A nosotros nos dijeron que disparásemos para detenerlos, tiramos primero al aire y como ellos no frenaron, les dimos a las gomas�. En el auto no se oyeron los disparos, Nahuel tenía prendido el equipo de música. No entendía qué había ocurrido hasta que perdió el control del Fiat, que terminó deslizándose a la banquina, al río Quinto. Luciana pudo salir enseguida, él tenía los cordones enredados al acelerador del auto: �Teníamos el agua hasta la cintura�, cuenta Norma. En ese momento, frente a ellos, sobre la ruta, apareció el Polo. �Qué cagada nos mandamos�, soltó uno de los policías. Sin embargo, aún no los exculparían. Los tres fueron demorados primero y después detenidos en un calabozo de Intendente Alvear. Para la Policía Bonaerense, Nahuel conducía un coche robado. Y hasta le descubrieron un supuesto pedido de captura por robo calificado. Todas estos datos fueron aportados por la división de Villegas. Vía Internet y consulta rápida de otras bases, el comisario Oscar Schaab, de La Pampa, corrigió esos datos. El 147 había sido robado, pero en el �92, y además también había sido hallado, devuelto, vendido y vuelto a comprar. Pero aún Nahuel debía probar que él era él y no un delincuente. Para conseguirlo, debió aceptar las reglas del absurdo: no pidió nada, sólo dijo que quería quedarse en Alvear con su mamá y su novia. Pasaron la noche en una celda con dos colchones y quedaron allí hasta que les avisaron que Nahuel era Nahuel Giacomantone y no Cristian Flores, el bandido buscado por la Policía Bonaerense. La causa está en manos de Arturo Frescos de General Pico. Nahuel, su mamá y Luciana siguieron viaje a Córdoba esta vez sin auto. El Fiat quedó secándose en la comisaría de Alvear. La familia, por el momento, no tiene intenciones de usarlo.
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