OPINION Un principio
de realidad Por Claudio Uriarte
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Pese a las apariencias, la baja por Rusia del umbral de crisis a partir del cual queda autorizado el uso de armas nucleares es un estabilizador positivo de la escena internacional, porque significa �por ejemplo� que la OTAN no se va a lanzar tan alegremente como lo hizo a aventuras irresponsables como la guerra que protagonizó en Kosovo contra Yugoslavia por casi tres peligrosísimos meses de la primera mitad de 1999. En efecto, la caída en picada del poder de disuasión ruso en los 10 años que pasaron desde el fin de la Guerra Fría fue un factor profundamente desestabilizador para el equilibrio internacional, ya que instaló la realidad de un mundo militarmente unipolar donde las acciones del Goliat norteamericano no podían ser contestadas ni compensadas por nadie. En este sentido, el aumento del nivel de alerta nuclear empieza a compensar lo que Rusia perdió con la oxidación y descomposición de su Ejército convencional. Por la misma medida, Rusia avanza también sus peones contra una expansión irresponsable de la OTAN que ponga a la Alianza Atlántica en las mismas fronteras del territorio ruso �lo que se daría si la alianza occidental decidiera incluir entre sus miembros a Ucrania y las repúblicas bálticas, y aumentaría espectacularmente las posibilidades de fricción entre dos bloques de una nueva Guerra Fría motorizada ya no por divisorias ideológicas, sino culturales y religiosas�.
En el plano extraeuropeo, esta decisiva medida del gobierno de Vladimir Putin tiene que recibir el apoyo de China, por las mismas razones que decidieron su adopción en el plano europeo: porque la ofensiva de la OTAN contra Kosovo sentó un peligroso precedente de rediagramación de fronteras, donde Kosovo se traduce como Taiwan en el Mar del Sur de China o como Tíbet en el hinterland chino �o, para el caso, como Chechenia en el caso de Rusia, que no vaciló en aplastar la rebelión de esa república secesionista del Cáucaso convirtiendo a su capital en una gigantesca playa de estacionamiento�.
Es verdad, entonces, que esta medida reúne así todos los atributos necesarios para ser apoyada por prácticamente cada uno de los Estados que Washington acusa como los malos de la película, pero tiene, también para Washington, la virtud de al menos encuadrar las acciones anárquicas de esos mismos malos dentro de una arquitectura de coherencia estratégica. Bill Clinton debería estar agradecido de que Vladimir Putin les ponga límites a las trampas en que puede meterse su incoherente administración. |
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