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Por Fernando D�Addario En el booklet de su último CD, Los Nocheros citan a una veintena de referentes folklóricos que, según dejan entrever, se constituyeron en una suerte de célula genética inspiradora de su presente exitoso. Más allá de la voluntad de autoafirmación criolla, debe reconocerse que dos de esos nombres, Los Chalchaleros y Daniel Toro, sirven para establecer un par de coordenadas fundamentales en el intento de explicación del fenómeno nochero: la mejor tradición vocal salteña y una deliberada inclinación hacia lo romántico, respectivamente, se proyectan hoy en la banda integrada por Mario y Kike Teruel, Rubén Ehizaguirre y Jorge Rojas. Pero para entender la realidad del grupo, surgen otros elementos que sólo le deben respeto a la habilidad (musical y marketinera) del grupo: su conversión en un híbrido apto para todo público, la adecuación a los requerimientos tecnológicos de la actualidad, y el desapego a los prejuicios de la mística folklórica. Esta coctelera de variables que se encadenaron en virtud de la suerte y de una innegable capacidad de acción, convergerán esta noche en la cancha de Vélez, para darle al conjunto salteño una definitoria certificación de masividad. Se calcula que unas 40 mil personas (en su mayoría niñas y chicas) acudirán a un ritual muy distinto del que se verificó la semana pasada en ocasión de los shows de Los Redondos en River. En esta ocasión, Los Nocheros serán la banda de sonido ideal para una generación de jóvenes licuados por el mezcladito en todos los órdenes de la vida. Sin aparentes rebeldías, ni odio hacia la policía, ni resentimiento frente a la falta de expectativas laborales, muchos de los chicos que van a ver a Los Nocheros se entregan a una histeria naïf que se iguala, en todo, con la que generan Luis Miguel y Enrique Iglesias. Sólo que Los Nocheros son vendidos como un producto folklórico, aunque hayan transitado por el costado del boom Soledad y su innegable background criollo se haya aggiornado en función de las circunstancias. Su último disco, Nocheros, que fue grabado en Miami y masterizado en Los Angeles, muestra algunos tics de nuevos ricos, como la inclusión de cuerdas registradas por la London Metropolitan Orchestra. Una cáscara, en definitiva, que recubre el producto musical, fluctuante entre baladas de Paz Martínez, zambas (de impecable factura, como �Por culpa del diablo�) propias y una tercera vía, novedosa dentro de la música popular argentina, y que podría definirse como canción nochera: excelentes arreglos de voces folklóricas que van bien al frente, maquillaje eléctrico, letras banales y colchones de teclados de dudoso gusto como ablandador romántico. �Durante mucho tiempo, el rock, el folklore y la música melódica fueron géneros contrapuestos, que ni se rozaban. Creo que con nosotros eso se rompió. El público nos enseñó que pueden convivir la estética rockera con arreglos folklóricos y un espíritu romántico que siempre tuvimos. Por eso, sólo los periodistas nos preguntan si en el próximo disco les vamos a dar más importancia al folklore o a las baladas. La gente no pregunta si tal canción es una zamba o no es una zamba. La toma para sí o no la toma�, expresa Mario Teruel en la entrevista concedida a Página/12. La alusión es correcta. Sus fans no le piden folklore. Ni en Capital Federal ni en Salta. Sólo quieren escucharlos a ellos, hagan lo que hagan. Lo que hacen, sin embargo, (que los ayudó a vender 1.400.000 copias de sus cinco discos �ver recuadro�) es parte de un engranaje cíclico que siempre marcó el pulso de la música popular argentina. El espíritu romántico en el folklore no es un invento nochero. En el segundo lustro de la década del 70 fue un distractivo musical que, de la mano de Carlos Torres Vila, Daniel Toro (ex militante de izquierda) y Aldo Monges, entre otros, surgió para sepultar, en plena dictadura militar, las esquirlas del movimiento Nuevo Cancionero. Los Nocheros, al igual que Los Alonsitos, Los Tekis, Luciano Pereyra y Amboé, también aparecen en tiempos de tembladerales ideológicos (aunque con otras circunstancias, claro), peroes necesario aclarar que Los Nocheros no sepultaron a nadie, porque cimentaron su crecimiento musical y comercial sobre un terreno folklórico nuevamente virgen, devastado muchos años atrás. No es antojadiza la anécdota que cuentan Los Nocheros: �La otra vez nos llegaron a decir: �ey, hace un rato han subido unos viejos con trajes de gaucho y les afanaron el tema Angélica�. Y resulta que los viejos con trajes de gaucho eran nada más ni nada menos que Los Chalchaleros... Pero bueno, si bien eso no lo podemos manejar, lo que podemos hacer es reivindicar a los músicos que nos antecedieron y que nos marcaron el camino�. Los Nocheros intentan despertar en sus fans una memoria auditiva que se perdió tras los sueños de una generación entera. Conviene recordar también que lo del boom es nuevo sólo para Buenos Aires, que suele llegar tarde a este tipo de fenómenos populares. Los Nocheros tienen una década de trayectoria, en 1990 usaban traje de gaucho (�lo usábamos como un overol, no era una cosa auténtica, por eso decidimos cambiar�, confiesan), y cuatro años más tarde recibieron el Premio Consagración en Cosquín. No son un invento. Su salto cuantitativo, dentro de la euforia festivalera, se debió precisamente a su abdicación de los prejuicios folklóricos que canonizan el reviente del vino tinto y el locro a la madrugada. �En algún momento nos dijimos: �Bueno, ahora no paramos hasta que en una disco bailable pasen una canción nuestra después de una de los Backstreet Boys�. Siempre soñamos que esto tenía que pasar�, admiten. La conquista del mercado llegó apenas más tarde, con un puñado de canciones ganadoras por demolición, un look latinizado y una puesta en escena subsidiaria de las grandes producciones rockeras en el país. Ellos asumen esta �profesionalización�: �El problema es que antes el folklore tenía una cosa amateur sólo para los músicos. Los empresarios nos decían: �el folklore no es negocio�, entonces se creaba esa mística del vino, y las empanadas, pero nunca un peso. Y resulta que el folklore siempre fue negocio, porque todos hacían negocio, menos los folkloristas. Acá, en cambio, ganamos todos. Si lo querés llamar profesionalismo, llamalo así�. Después de su minigira por algunos de los estadios más grandes del país, emprenderán una gira por América latina y Estados Unidos. �Con zambas y chacareras podemos montar un show de características internacionales y conquistar otros mercados�, desafían, y en virtud de los resultados obtenidos hasta el momento, no conviene desacreditarlos por adelantado.
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