Por M.C.
Hasta que conoció al director de Amanecer bajo los puentes, en diciembre, Emanuel (14) vivía en la estación Once, se ganaba la vida abriendo puertas de taxis, y �cada tanto� volvía a su casa materna, en el barrio Juan Manuel de Rosas, partido de Lomas de Zamora. La dejó seis años atrás, cuando tenía 8. �Me escapé porque mi padrastro me pegaba�, cuenta a Página/12, revoleando los ojos. No sabía a dónde ir, pero quería que fuera lejos. Se subió a un colectivo de la línea 32, en el Puente de La Noria, cerca de sus pagos, y se quedó dormido. Al final del recorrido el chofer lo despertó en Plaza Miserere. �Entré a la estación y ahí conocí a los otros pibes. Ellos me llevaron al Caina (el hogar de día del gobierno porteño para chicos de la calle). Ahí comía y me bañaba�, recuerda.
Dice que no conoció a su papá y que abandonó la escuela en 4º grado. Iba a la Nº 58, cerca del Puente de La Noria. Varias veces fue detenido por la policía por �vagancia� y terminó en comisarías e institutos de menores. �Siempre me escapé de los institutos. Pero me gustaba estar adentro sábados y domingos porque nos llevaban a pasear y a jugar. Después, como soy chiquitito, me escapaba por los ladrillos de vidrio rotos�, confiesa.
La experiencia con el grupo de teatro lo llevó a reencontrarse con su familia. Aprovechó que el hombre que lo maltrataba se había separado de su madre. Hace un par de meses volvió con ella y sus seis hermanos. El es el antepenúltimo de un total de siete. La menor tiene 6 y el mayor 26. Su madre es empleada doméstica.
�Ahora estoy trabajando en un kiosco cerca de casa, desde las 12 de la noche hasta las ocho y media de la mañana�, cuenta, orgulloso. Por la tarde, dos veces a la semana tiene ensayo en La Manzana de las Luces. Está ansioso por actuar. �Me gusta bailar�, sonríe. Pero en sus sueños no figura convertirse en un actor famoso. �Cuando sea grande �asegura� me gustaría ser policía.�
FEDERICO CUIDA AUTOS EN LA CALLE
�Me gusta no ser yo, olvidarme�
�Me gusta no ser yo, escapar un ratito de mis problemas y olvidarme�, cuenta Federico Correa Luján, de 13 años, sobre su experiencia teatral. Tiene calzada en la cabeza una gorra de Racing, el club de sus amores, que sólo se quita cuando sube al escenario. En Amanecer bajo los puentes, Fede personifica a Toto, un chico de la calle. �Es el coprotagonista de la obra�, destaca, y se infla de satisfacción.
En la vida real, vive con su mamá en una pensión de Monserrat, que les paga el Consejo Nacional del Menor y la Familia. Por la mañana va a sexto grado en una escuela del barrio y por las noches cuida los autos de los clientes de una parrilla ubicada en Perú, entre la avenida Belgrano y Venezuela. �Saco unos 20 pesos por semana. Viernes y sábados son los mejores días pero hay que quedarse hasta las 6 de la mañana. Con esa plata nos arreglamos para comer, porque mi mamá está desocupada�, dice, y describe el circuito de supervivencia que recorre diariamente desde que su madre perdió el trabajo que tenía en la cadena de supermercados Norte. Cuando sale del colegio, Fede almuerza en el comedor de una iglesia, ubicado en Tacuarí y Estados Unidos. �Ahí me dan también una merienda, un sandwich y una fruta, que le llevo a mi mamá. Para preparar la cena voy al supermercado: compro unos fideos a 0,40, una lata a 0,80, un poquito de papa y carne picada y ya tengo un guiso. Si no, una cajita de patys de un peso�, señala con la precisión de un matemático y un gesto de preocupación permanente marcado en la cara.
Al grupo de teatro se incorporó el año pasado, cuando frecuentaba el Caina, el hogar de día del gobierno porteño para chicos de la calle. Por un breve tiempo, él también vivió en la estación Once con su mamá. A Fede le encanta el cine y cuando le sobran unos mangos va a uno de la calle Lavalle, �adonde ves dos películas por 3,50�. Cada tanto navega en Internet �a dos pesos la hora� en un local del microcentro. Dice que está preocupado porque no le alcanza el dinero para comprar un manual y un libro de inglés que necesita para la escuela. �Cuando termine el secundario quiero ir a la provincia de Córdoba a estudiar ingeniería en aviación. No quiero volar aviones. Quiero hacerlos�, asegura.
|