Por Mariana Carbajal
�Yo me drogaba. ¿Sabés por qué un pibe de la calle se droga? Porque con la droga te sentís más alegre, más feliz. Ahora me di cuenta de que el teatro tiene el mismo efecto. La verdad, es muchísimo mejor que la droga.� Ismael Fernández tiene 16 años y hasta hace poco vivía en un vagón de tren, en la estación Once, su hogar desde que cumplió 10. Pasó por institutos de menores y comisarías. Pero su vida dio un vuelco en un escenario. Igual que la de otros siete chicos de la calle, que el 14 de mayo saldrán a escena con actores profesionales para representar, en La Manzana de las Luces, una obra que habla de la marginalidad. Se trata de un proyecto inédito, impulsado por el director de teatro, Franco Guili, que busca despegar a los chicos de la calle a través del arte. Comenzaron a trabajar hace menos de un año y varios modificaron la relación con sus padres; algunos, incluso, volvieron a vivir con ellos. �Enterados del proyecto, otros treinta pibes en la misma situación quieren, ahora, incorporarse al grupo�, reveló Guili. El 23 de mayo la obra recibirá el Premio María Guerrero de la Asociación de Amigos del Teatro Cervantes en el rubro �compromiso social�.
Por estos días, los ocho chicos de la calle y el resto del elenco �entre ellos un hijo de 11 años de Guili� ensayan dos o tres veces por semana. La obra es Amanecer bajo los puentes, una adaptación que hizo Guili de un relato biográfico del poeta mendocino Armando Tejada Gómez, que fue un chico de la calle en el departamento de Guaymallén y pasó de ser analfabeto a autor traducido en varios idiomas. �Tenía la posibilidad de hacer la obra sólo con actores profesionales, pero sentí la necesidad de convocar a chicos de la calle�, recordó Guili. Entonces, en setiembre de 1998, se conectó con el Programa de Atención Integral a Chicos de la Calle, de la Secretaría de Promoción Social del gobierno porteño, y propuso armar un taller de teatro en el hogar de día que funciona en San Telmo conocido como el Caina, donde los pibes van diariamente a bañarse, comer y jugar. �La idea era detectar a quienes demostraban interés por la actividad�, señaló Guili. Las clases empezaron a principios de febrero del año pasado, y tuvieron entre ocho y doce chicos, de 12 a 17 años.
�Los llevé a conocer el Cervantes, a ver espectáculos teatrales y me enganché mucho con ellos. Un día los llevé a la Sala Claustro, de La Manzana de las Luces, les di disfraces, puse música y les propuse jugar. Se divirtieron un montón�, describió Guili. Dos meses después ya había elegido a tres: Ismael Fernández, de 16, Esteban Acosta, de 17, y Chino, de 17. Los tres vivían en vagones de tren o en baños públicos de la estación Once desde hacía varios años y sobrevivían con lo que sacaban al abrir puertas de taxis. Los tres tenían en su pasado varias entradas a institutos de menores y comisarías. �Me divertía mucho en el taller. Cuando Franco nos propuso hacer la obra, como era una historia de la calle, nos enganchamos rápido. Yo también dormí en la calle, aunque no justamente debajo de un puente, como el protagonista�, recordó Ismael (ver aparte).
La lectura de los textos se hizo complicada por la escolarización trunca de los chicos. Los tres habían abandonado el colegio hacía varios años. �Empezaron a leer como podían, pero como tienen una gran memoria enseguida memorizaron la letra�, apuntó Guido. �Temía por los ensayos. Presumía que iba a ser difícil trabajar con los actores porque los chicos podían llegar tarde a los ensayos, pero ocurrió todo lo contrario: venían puntualmente y no se perdían ninguno�, agregó el director.
Al poco tiempo, Federico, de 13, que también frecuentaba el Caina, le pidió un lugar en el grupo actoral. �Al principio hacía un papel colectivo, aparecía en escena con otros chicos y no decía nada�, contó Fede. La obra se estrenó en octubre último y los pibes tocaron el cielo con las manos. �Gloria, eso siento cuando actúo, especialmente cuando el público aplaude porque nunca me había pasado. Mi mamá alguna vez me aplaudió por algo que hice, pero las madres siempre te aplauden. Pero en el teatro es distinto. Ahí nadie te regala un aplauso�, reflexionó Fede. En realidad, lo que más le atrae de la actuación es hacer de otro. �Me gusta no ser yo, escapar un ratito de mis problemas, olvidarme�, confesó con un dejo de tristeza en sus ojos. Fede es el único del grupo que va a la escuela. Cursa sexto grado en la Nº 7, de San Telmo, y vive con su mamá, en una pensión que paga el Consejo Nacional del Menor y la Familia, a la que llegaron después de vivir unos meses a la intemperie (ver aparte).
El proyecto tuvo el año pasado el apoyo de la Secretaría de Promoción Social del gobierno porteño y cada chico cobró una beca mensual por su trabajo, así como los actores profesionales un salario del área de Cultura.
Hasta ese momento, la experiencia se limitaba a eso: una obra de teatro con chicos de la calle en el papel de chicos de la calle. Pero el proyecto tomó vida propia. Los actores independientes se convirtieron en trabajadores sociales virtuales. �La obra fue el principio de un compromiso. Me di cuenta de que estábamos transformando niños de la calle en actores, pero no les brindábamos una red de contención. Actuaban, pero seguían viviendo en la calle�, señaló el director. En diciembre, la obra se levantó de cartel y Guili empezó a moverse para conseguir un techo donde albergar a sus protegidos. Así nació Amanecer: una asociación civil que busca la integración por el arte. �Nos lanzamos a formar una casa-taller y conseguimos alquilar una casa en un barrio privado de Del Viso, que se convirtió en la parte asistencial de proyecto. Empezó en forma experimental como una colonia de vacaciones porque nosotros también teníamos que aprender. Y siguió funcionando. El sistema es abierto. Los chicos van cuando quieren, pero se ha generado un hábito excelente, que es la comunicación telefónica: nos avisan cuando no van. Ahí pueden dormir, reciben atención, alimentos, cuidados y juegan�, agregó. La única condición para incorporarse es la continuidad en los ensayos: deben ir por lo menos durante un mes seguido.
�Ocurrió algo maravilloso. Otros chicos de la calle que se enteraron de la experiencia por sus amigos vinieron a ver la obra y después se acercaron y me pidieron ingresar al grupo�, siguió Guili. Los últimos en incorporarse fueron Emanuel, de 14, Antonio �Panterita�, de 16, Johnatan, de 15, y Alejandro �Chacarita�, de 15. El 14 de mayo debutarán en la Sala Claustro, de La Manzana de las Luces. Los cuatro también vivían en la estación Once. Ahora, sólo �Chaca� mantiene su domicilio ahí. Panterita y Johnny están instalados en la casa-taller de Del Viso y Emanuel volvió a su hogar materno después de estar 6 años en la calle. �Estoy refeliz�, dice, y una sonrisa le ilumina la cara (ver aparte).
La voz se corrió de tal manera en la calle que ya hay unos treinta pibes más anotados en una lista de espera para entrar a Amanecer. �Creemos que se puede repetir la experiencia a través de otras expresiones culturales�, indicó Guili. Tiene en mente abrir otros talleres, en los que puedan integrarse chicos de la calle y otros pibes que no estén en la misma situación. �Queremos ir borrando el concepto de chicos de la calle a través de la integración�, precisó. El sábado próximo se inicia un taller de periodismo en La Manzana de las Luces. �Si es necesario empezaremos por la lectoescritura�, aclaró. Entre sus proyectos figura proponer a las autoridades del Consejo Nacional del Menor y la Familia la formación de un Centro de Integración, con diversidad de propuestas culturales, en alguno de los institutos de menores del organismo, para que participe también gente de la comunidad.
FRANCO GUILI, EL DIRECTOR
�Quiero la custodia�
Por M.C.
Uno de los chicos de la calle que debutó en octubre en Amanecer bajo los puentes, este año no podrá participar de la obra. El Chino fue detenido a principios de febrero por la Policía Federal por �vagancia�, mientras callejeaba por la estación de Once, su casa desde hacía varios años. Como tenía causas judiciales anteriores, quedó encerrado en el Instituto de Menores San Martín, por orden de un juez. �Estoy tratando de que me den su custodia. Chino seguía con el taller de teatro, pero desde la calle. Me decía que extrañaba Once�, contó el director de teatro Franco Guili. �Una asistente social me dijo que nuestro proyecto puede servir para algunos chicos de la calle pero no para todos. Escucho otras opiniones, pero no me resigno�, acotó Guili.
La Justicia ya le otorgó la custodia de Johnny, otro de los pibes, convertido en actor, que es huérfano. Otro aspecto que le han cuestionado es que no promueve directamente la escolarización de los chicos. �Ellos tienen que amanecer solos, de la mano del arte. La palabra arte significa libertad. De todas formas, Ismael ya me dijo que está decidido a volver a la escuela el año próximo. A Chino le pasó algo muy especial: sus maestras se enteraron en octubre que estaba actuando y vinieron con todos sus ex compañeros a verlo al teatro y le pidieron que fuera al colegio a dar una charla�, recordó Guili.
El director de Amanecer... destacó un hecho: �Es evidente cómo los chicos han mejorado la relación con sus familias. Las visitan mucho más seguido que antes. Sus familiares los han venido a ver actuar, se han sentido orgullosos y los han vuelto a recibir en sus hogares. Emanuel, por ejemplo, volvió a vivir con su madre después de estar seis años en la calle�.
Guili, en realidad, es su nombre artístico. Su documento delata que lo inscribieron como Javier Ghiglino. Se graduó como abogado, pero nunca llegó a ejercer. Además de enseñar y dirigir teatro, escribió varias obras con fuerte contenido social y otras con sentido educativo; una de ellas Duro con el vibrión, sobre la prevención del cólera, fue representada en escuelas y festivales barriales por grupos de teatro independiente entre 1993 y 1994, con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación. Por estos días está terminando otra sobre las adicciones. �El proyecto es que los chicos puedan trabajar en las obras de teatro para la educación�, señaló.
ISMAEL DEJO EL VAGON DE TREN DONDE VIVIA
�Mostrar que no somos todos chorros�
�Lo que me gusta del teatro es la posibilidad de mostrarle a la gente que si uno quiere puede salir adelante, que no somos todos chorros�, dice Ismael. Habla con timidez, con un hilo de voz. Pero es enfático: �En la calle me decían que era un sucio y me rechazaban. No pensé que alguien me podía ayudar�, agrega, en referencia a la mano que les tendió el director de teatro Franco Guili al convocarlos para actuar en Amanecer bajo los puentes y generar, a partir de esa experiencia, una institución que les da albergue.
La obra teatral le abrió nuevas oportunidades. El realizador Esteban Puenzo, hijo de Luis, lo invitó en enero junto a Esteban, otro de los chicos del elenco, a participar de un cortometraje, que todavía no se estrenó, donde personifican a dos hermanos que entran a robar a una juguetería.
Ismael es el segundo de seis hermanos. Llegó a la calle a los 10 años. �Me peleaba mucho con mi vieja y mi casa era un quilombo�, cuenta. Sin embargo, terminó la escuela primaria a través del Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia (Caina), dependiente de la Secretaría de Promoción Social del gobierno porteño. En los últimos seis años durmió bajó cajas de cartón, en baños de la estación y más tarde y hasta diciembre en un vagón convertido en casa que compartía con otros cinco chicos, dos varones y tres mujeres, desterrados todos, por distintos motivos, de sus hogares.
Dice que se enganchó con el taller de teatro porque se divertía. �Yo me drogaba. ¿Sabés por qué se droga un chico de la calle? Porque con la droga te sentís más alegre, más feliz. Pero me di cuenta de que el teatro tiene el mismo efecto. La verdad, es muchísimo mejor que la droga�, asegura. Desde que se sumó al grupo actoral, tiene ganas de volver a estudiar. �Voy a empezar el secundario el año que viene. Quiero ser maestro�, afirma. La relación con su madre �dice� mejoró bastante últimamente. �Los fines de semana voy a Del Viso (la casa de Amanecer), a veces duermo en lo de mi vieja y otras en la de mi novia. A Once voy a ver amigos, a joder, pero ya no me quedo a la noche.�
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