Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
Un cacique se plantó a centímetros del senador bahiano Antonio Carlos Magalhaes. Amenazante, el indígena llevó su lanza hasta la corbata del blanco reclamándole las tierras de donde fueron expulsados sus antepasados. La foto ocupó los titulares brasileños en la semana celebratoria-condenatoria de los 500 años del desembarco portugués en Bahia, Brasil.
Ver esa imagen impacta. Transmite la tensión de un movimiento inconcluso: la flexión hacia adelante del indígena sugiere al lector que el arma tribal llegará a destino. Afortunadamente nada ocurrió: el pescuezo del legislador y latifundista bahiano salió indemne. De todos modos la crispación indígena, campesina y negra impregnó la conmemoración de ayer en Porto Seguro (Bahia). Desde temprano, y bajo intensa lluvia se registraron choques entre manifestantes y la policía con por lo menos 140 detenciones. La instrucción emanada por el general Alberto Cardoso, jefe de seguridad de Fernando Henrique Cardoso, fue actuar frente a las columnas mayoriamente indígenas que avanzaban desde Santa Cruz de Cabralia sobre Porto Seguro por la mañana. Gildo Terena, de la tribu Terena de Mato Grosso, sufrió traumatismos tras arrodillarse frente al pelotón policial para impedirle disparar gases. El general felicitó a la policía bahiana por lo actuado y justificó la represión en disturbios generados por divisiones entre indígenas y grupos de negros y estudiantes. Un resultado fue el anuncio de Carlos Marés, presidente de la gubernamental Fundación Nacional del Indio, de que el lunes presentará su renuncia indeclinable: �No puedo permanecer en un gobierno que agrede físicamente al movimiento indígena organizado �dijo Marés�. Ha sido un acto de violencia sólo comparable a la represión militar de los �60�.
Sobre las 5 de la tarde, Cardoso y su colega portugués, el presidente Jorge Sampaio, se pasearon por las veredas coloniales del centro histórico con las sonrisas del caso. Ya no llovía, pero la fiesta se había aguado con los sucesos precedentes y a pesar de todo el esfuerzo oficial por maquillar el escenario desde tiempo atrás.
El gobernador de Bahia, quien apenas actúa como testaferro del senador Antonio Carlos Magalhaes, se afanó en garantizar que nada impidiera al presidente Fernando Henrique Cardoso festejar los �500 años del descubrimiento� con el esplendor previsto. Así la semana previa a los actos transcurrió entre tironeos de policias militares de un lado e indígenas, campesinos y negros del otro. Estaban en disputa posiciones por los puntos vitales por donde se desarrollaron las actividades de ayer.
Durante tres años los gobiernos nacional y provincial desembolsaron unos 80 millones de dólares en obras. Porto Seguro (80.000 habitantes) quedó ataviado para la ocasión: iglesias blancas, monumentos restaurados y gente bailando con vestidos típicos para deslumbrar a la prensa global, tan afecta a lo pintoresco. La utopía de un país integrado desde arriba pasearía por el mundo las escenas del fasto oficial. Entre las actividades previstas estaba la recepción de una carabela semejante a la que trajo a Pedro Alvares de Cabral. La réplica del navío fue �especialmente construida con materiales ultralivianos por un equipo de ingenieros brasileños� al costo de 2 millones de dólares. Pero la carabela flotó apenas cinco minutos.
Contra la expectativa oficial, el centro de interés informativo se iba desplazando de los festejos a la seguridad. Porto Seguro no lo era tanto. Ese paraíso turístico resultaba ser un lugar muy vulnerable. El ojo global registró entonces los dispositivos montados por el gobierno, como una fragata de la marina de guerra brasileña fondeada frente a las costas para velar por la tranquilidad presidencial y más de 5000 policías.
También fueron noticia las ocupaciones que deliberadamente el MST (campesinos sin tierra) dispuso sucesivamente en coincidencia con la fecha, así como el endurecimiento de sus planteos, que de un encuentro con el ministro de Reforma Agraria saltaron a una audiencia con el presidente. La capacidad organizativa de los sin tierra desbordó a los indígenas, protagonistas obligados de los acontecimientos.
En pocos días, el MST fue generando episodios concéntricos. Arrancaron la semana pasada en la provincia de Pará, Amazonia, donde se cumplían cuatro años de la matanza campesina de Eldorado y Pernambuco en el nordeste, provincia próxima a Bahía. Al promediar esta semana, los piquetes de más de 2000 campesinos enfundados en gorras y remeras rojas con el logo del MST ya estaban a la vera del camino en Eunápolis, a 60 km de Porto Seguro portando piedras, palos y hoces, y tal vez armas.
Eran dos brasiles y dos historias inconciliables. Las crónicas narraban el desencuentro entre las celebraciones por el �descubrimiento� y la denuncia contra el �genocidio, la invasión portuguesa�. �No tenemos miedo de la policía del gobierno de FHC (Cardoso). Vamos a bajar a Porto Seguro cueste lo que cueste�, dijo el viernes el líder sin tierra de Bahia, Valmir Assunçao. Pero finalmente su columna no pudo atravesar el cerco policial.
De todos modos, entre las amenazas y la inseguridad objetiva, el presidente redujo al máximo su exposición en público. Fernando Henrique Cardoso había previsto una agenda de tres días, que estas circunstancias redujeron a seis horas. De pésimo humor, el presidentedenunció a los sin tierra de fascistas, �y lo digo con todas las letras�, subrayó. En cambio, no tuvo expresiones severas hacia los indígenas. �La expansión de las fronteras brasileñas se dio al precio de eliminar pueblos indígenas, como hoy nos lo recuerdan sus representantes aquí�, dijo Cardoso.
Antonio Carlos Magalhaes, ex intendente, ex gobernador, actual senador y eterno �coronel� (padrino) de Bahía compartía la mesa presidencial por los 500 años. Acaso Magalhaes se sintió aludido cuando al oír otro tramo del presidente-sociólogo Cardoso: �Ecos del pasado esclavista, oligárquico y patriarcal hasta hoy pesan en la sociedad brasileña y hacen de ella una de las más injustas del mundo�.
|