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MENSAJES PASCUALES SOBRE LA REPRESION Y LA SITUACION SOCIAL
Un recado de la iglesia al gobierno

"Los que viven al margen de lo necesario para vivir, cada día son más." La frase del arzobispo Bergoglio marcó el tono de los mensajes eclesiásticos, todavía amistosos, al gobierno. 


Por Washington Uranga
t.gif (862 bytes) Con diferentes matices, propios de las distintas posiciones que conviven en el seno de la Iglesia Católica, los obispos aprovecharon la Semana Santa para reiterar su convocatoria a la solidaridad con los pobres que ven aumentar en número en el país, y a trabajar a favor de la paz social, que perciben amenazada por el deterioro de la calidad de vida de muchos argentinos. Desde el púlpito de la catedral porteña el arzobispo Jorge Bergoglio pidió explícitamente más solidaridad hacia "los que viven al margen de lo necesario para vivir, que cada día son más". El obispo emérito de Viedma, Miguel Hesayne dijo en su mensaje pascual que es preciso cobrar conciencia de que Dios no quiere "la situación social catastrófica que padecen millones de argentinos empobrecidos y excluidos". Sus colegas de Humahuaca y Jujuy, Pedro Olmedo y Marcelo Palentini respectivamente, trazaron un cuadro provincial caracterizado por "pobreza, desocupación humillantes, salud y educación deterioradas; inundaciones y pérdida de los cultivos, cierre de fábricas y comercios".

  El diagnóstico no es nuevo. Es el mismo cuadro sobre el que los obispos vienen advirtiendo desde mucho tiempo atrás. El cambio de gobierno había abierto, sin embargo, un período de mayor cautela en las declaraciones episcopales. En general puede decirse que el diálogo entre las autoridades y la jerarquía católica es ahora más fluido que antes. Sin embargo, más allá de mostrarse comprensivas con las acciones lanzadas desde los diferentes niveles ejecutivos del gobierno que encabeza Fernando de la Rúa, los obispos insisten en que ellos pueden atender explicaciones pero que la situación de mucha gente excluida del sistema y de las condiciones mínimas de vida exige medidas urgentes y acciones inmediatas.

  Esto es lo que escuchó la ministra de Acción Social, Graciela Fernández Meijide cuando, apenas semanas atrás, se reunió primero con el presidente y el secretario general del Episcopado, los obispos Estanislao Karlic y Guillermo Rodríguez Melgarejo, y luego con el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio. Los tres alentaron a la ministra y prometieron el apoyo de la Iglesia en las acciones que emprenda aquella cartera, pero no dejaron de subrayar la necesidad de acciones urgentes para solventar la grave situación de quienes padecen condiciones de miseria total. Más de uno se sorprendió incluso cuando Bergoglio trazó un cuadro de la situación internacional con duras referencias a las presiones de los organismos internacionales que condicionan los modelos económicos de países como la Argentina.

  Mientras tanto el Presidente de Pastoral Social, cardenal Raúl Primatesta, continúa movilizando todas sus influencias para garantizar, a través de la llamada "mesa del consenso" que no se interrumpa el diálogo entre empresarios, sindicalistas y gobierno. El miércoles último, apenas producidos los incidentes y la represión frente al Congreso, Pastoral Social emitió un comunicado pidiendo a todos los sectores que "se agoten todas las instancias de diálogo" para no poner en peligro "la paz social". El propio Primatesta tomó el teléfono y habló, por un lado con el diputado aliancista Jesús Rodríguez y, por otro, con el sindicalista Manuel Palacios.

  En esta acción Primatesta está acompañado por los obispos Jorge Casaretto y José María Arancedo. Desde la primera reunión de la "mesa del consenso" en San Rafael (Mendoza) el obispo de San Isidro fue claro en decir que ese espacio no debe sustituir al Congreso en lo que tiene que ver con la legislación. Ahora, en declaraciones al diario La Nación, Casaretto volvió a pedir respeto por el Poder Legislativo y reafirmó que el espacio creado por la Iglesia es para "consolidar las instituciones democráticas" y no para discutir la ley laboral. El próximo fin de semana, en Córdoba, donde se reunirán en asamblea 500 delegados de Cáritas de todo el país, Casaretto tendrá su propio auditorio para hablar de lo que la Iglesia quiere seguir haciendo por los pobres.

 

Por H. V.

Las cinco preguntas

  Un grupo de senadores del Partido Justicialista anticiparon las cinco preguntas que se proponen formular en la interpelación al ministro del interior Federico Storani. Los senadores Beatriz Raijer, Osvaldo Sala, Eduardo Arnold, Enrique Martínez Almudevar, Carlos Alberto Verna, Jorge Villaverde, José Luis Gioja, Ricardo Branda, Arturo Dip, Remo Constanzo, Manuel Rodríguez, Hugo Sager, Carlos Sargnese, Tomás Pruyas y Jorge Federico Mikkelsen-Loth quieren saber:

1 ¿Cuál ha sido la orden precisa girada por el ministerio del Interior a las fuerzas policiales actuantes en los actos represivos?

2 ¿Cuáles fueron los elementos de información reunidos por dicho ministerio a través de la Secretaría de Seguridad que motivaron tan exacerbada represión policial?

3 ¿Cuál fue el tipo de armamento y munición que fueron autorizados por el ministerio para ser utilizados en el hecho represivo?

4 ¿Cuáles han sido los detalles cronológicamente ordenados que, a su juicio, condujeron a un acto represivo con el resultado de treinta heridas, dos de ellos de gravedad, entre los que se cuenta al dirigente sindical de judiciales Julio Piumato?

5 ¿Cuáles han sido las medidas de carácter administrativo y jurídicas que el ministerio ha providenciado para esclarecer los hechos?

  Los considerandos sostienen que la represión no es un elemento de convivencia democrática y que "las libertades consagradas por la Constitución no pueden ser cercenadas impunemente ante el derecho de los trabajadores a rechazar aquellas medidas que creen que pueden afectar sus ya malísimas condiciones de desempeño laboral y la elevada desocupación existente".


Desobediencia civil

Por Inés Izaguirre *
Nuevamente la violencia estatal. ¿Que cómo debió obrar el Gobierno? Seguro que de otro modo. En cualquier conflicto gana aquel que (1) logra más aliados para enfrentar al otro y (2) lo logra en todos los planos, político, ideológico, social, moral. En lo político perdió, porque la indignación que recorrió los ánimos ciudadanos seguro que puede contarse en "puntos de imagen". En lo ideológico, nos retrotrajo a la doctrina de la seguridad nacional: balas a la desobediencia civil. En lo social, lo único que ha estimulado son las ganas de ser todos camioneros en la próxima. En lo moral, da vergüenza ajena sentirnos una vez más tratados como en el jardín de infantes: "¿Saben, señores, que los manifestantes pensaban copar el Congreso?". Si así era, ¿por qué no lo valló, Sr. ministro? ¿O la única respuesta que nos espera es el castigo a la protesta social? ¿Quién es el otro, "el enemigo"? Es la población harta, con hartazgo acumulado de muchos años: por el desempleo, por los bajos salarios propios y los salarios fabulosos de los burócratas pasados, presentes y futuros, por la corrupción pasada y presente, por las promesas incumplidas, porque la única respuesta ante la injusticia es afirmar con voz engolada que "lo resolverá la Justicia", o que "se investigará hasta las últimas consecuencias", cuando los buenos jueces deben andar con custodia. Harta de que los asesinos de miles de argentinos estén sueltos, indultados y encima ascendidos. Harta de que el canciller, cuyo mérito real fue poner en caja el presupuesto de nuestra ciudad, metido a moverse en las lides internacionales, vote con el grandote prepotente contra Cuba, un pequeño país que se anima a enfrentarlo. Mientras quien supo conducir bien la Cancillería tiene el premio consuelo de gobernar la ciencia. Claro que no podemos atribuir al Gobierno todos los males, ésa sería otra ingenuidad: no se sale de tantos años de corrupción desenfrenada de un día para otro. Y gran parte de la sociedad es corresponsable, muchos por beneficiarios directos, otros por sumisión y temor a la represalia, los más por infantilismo de sus conciencias, porque la miseria material tiene esos efectos, la miseria moral, el "efecto cambalache".

* Socióloga, UBA/Conicet

 

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