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Doscientos jóvenes llegaron el
jueves al complejo San Miguel, próximo a Río Ceballos, desde todos los
puntos del país, tendieron sus carpas y se pusieron a trabajar y debatir.
Hace cinco años habían decidido llamarse Hijos por la Identidad y la
Justicia contra el Olvido y el Silencio, cinco años después analizaron
el presente y el futuro de la organización que instituyó los escraches
como una forma contundente de condena social: habían comenzado con los
represores impunes y la gente los transfirió luego a cualquier
beneficiado por la justicia lenta o esquiva.
"Hicimos un análisis de
estos cinco años y redefinimos lo que vamos a hacer hacia adelante. Nos
importan nuestro rol y nuestro trabajo en la construcción de la condena
social, qué significamos y cómo trabajamos por el juicio y
castigo", definió Mónaco.
Según Eduardo Toniolli, de
H.I.J.O.S. Rosario, "los temas de política nacional no están
separados de nuestra lucha por los derechos humanos. El discurso oficial
de la inseguridad refleja hoy la continuidad de ciertos discursos
demonizadores sobre distintos sujetos sociales; no hay demasiada
diferencia entre la doctrina de seguridad nacional y estos discursos que
encuentran un enemigo externo en un sujeto social determinado",
puntualizó.
En el diálogo con Página/12,
el platense Matías Moreno señaló que "la necesidad de implementar
el modelo que derivó en la desaparición de 30 mil personas sigue
vigente, se manifiesta de otras formas y se ve hoy en la exclusión
social. Se intenta imponer una imagen en la que al luchador social que
defiende una causa justa se lo ve como violento, mientras por otro lado se
reivindica como héroe a una persona que mata a dos ladrones que intentan
robarle. Así se maneja la famosa situación de la inseguridad, usada como
excusa para imponer la represión de una manera legal y lo que es peor,
aprobada por la sociedad".
Las críticas al gobierno
nacional no estuvieron ausentes en el debate: "el gobierno no ofrece
garantías en la búsqueda de la verdad de los crímenes de la dictadura,
nuestra principal crítica es el que no haya asumido una política de
derechos humanos definida", señaló la delegada de Santiago del
Estero. Para Florencia Gemetro, de Capital Federal, "es cuestión de
tiempo, para que la Alianza termine de desnudarse; estos planteos tibios
que tienen, de lavarse la cara con monumentos o hacer museos que plantean
una historia congelada, son otra forma de seguir sosteniendo la impunidad.
Hoy son otros los desaparecidos, los de la democracia, ya no son los 30
mil que conocemos, son los desocupados, los pibes que no tienen derecho a
una educación digna", resaltó.
Como para desechar un
estereotipo odioso, los H.I.J.O.S. coincidieron en que "esta lucha no
parte del dolor, sino que la hacemos con fuerza y con alegría. No nos
ponemos en víctimas, como tampoco queremos ponerlos así a nuestros
viejos, preferimos reivindicarlos como luchadores que fueron", señaló
Facundo Grégori, de Mendoza. Para ellos, "este gobierno utiliza un
discurso de victimización de los desaparecidos, tapando los verdaderos
motivos de su lucha". "Estar acá es además de un esfuerzo, una
gran alegría. Este hecho significa para nosotros que estamos en el camino
adecuado y la certeza de que vamos a seguir la lucha el tiempo que sea
necesario", sintetizó Gemetro.
Como cierre del congreso y con
el marco del Domingo de Pascuas, los chicos de H.I.J.O.S. partieron ayer a
las 11 de la mañana desde la céntrica plaza San Martín rumbo al
domicilio de César Anadón, un ex jerarca del Tercer Cuerpo con una
recordada actuación en los años de plomo. Una vez más, les recordaron a
los vecinos que los genocidas aún forman parte de la sociedad.
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