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Linda Tollefson, directora del
Centro de Medicina Veterinaria de la célebre FDA (Food & Drugs
Administration) de Estados Unidos, explica el problema: "Muchos
criadores de animales están usando antibióticos, no ya para curar
enfermedades sino como rutina, para facilitar su crecimiento; los animales
así tratados crecen mejor, posiblemente porque los antibióticos les
evitan enfermedades subclínicas. Pero esto genera cepas resistentes,
especialmente en bacterias como la salmonella y el campylobacter, que están
en el intestino del animal sin enfermarlo, pero que en los humanos sí
causan diarreas y síntomas gastrointestinales muy severos".
"Suele haber más de estas
bacterias en pollos y pavos --señala Paula Fedorka, microbióloga de la
Unidad de Investigación de Resistencia Antimicrobiana del Departamento de
Agricultura norteamericano--; también en alimentos hechos con carne
picada, como las hamburguesas. El campylobacter es la principal causa de
enfermedades producidas por alimentos en los países desarrollados."
La respuesta que inició la FDA
consiste en "desalentar el uso de antibióticos para promover el
crecimiento en animales, mediante controles y sanciones a criadores y
veterinarios", afirma la doctora Tollefson. De todos modos, estas
medidas no valen contra otro problema de la globalización, señalado por
Horacio López, presidente del Congreso Internacional de Enfermedades
Infecciosas: "La competencia internacional en producción de
alimentos ha traído como consecuencia no deseada la baja de los controles
de calidad en su fabricación y distribución".
En verdad, las nuevas
modalidades de enfermar son propiciadas por condiciones de la vida
contemporánea como las que comenta Anthony McMichael --de la London
School of Hygiene and Tropical Medicine--: "La producción intensiva
de alimentos trajo patologías como la 'enfermedad de la vaca loca'.
Tecnologías médicas como la diálisis renal dan oportunidad a la
circulación de gérmenes. Se proyecta trasplantar órganos de cerdos
transgénicos, que podrían introducir virus propios de esa especie. El
recalentamiento global extenderá enfermedades como el dengue y el
paludismo".
Para McMichael, la auténtica
respuesta no está tanto en el interior de los laboratorios como en
"entender la larga historia de la relación entre el hombre y los gérmenes,
para aprender a coexistir con ellos". El investigador señala que
"todos los cambios sociales y tecnológicos abren oportunidades para
bacterias y virus", y discierne cuatro momentos cruciales: el primero
fue hace 100.000 años.
"En esa época, el Homo
sapiens migró desde Africa hacia el resto del planeta y entró en
contacto con nuevos gérmenes. Hace entre 50.000 y 10.000 años, la
domesticación de animales trajo enfermedades como la gripe (procedente de
los caballos), la lepra (del búfalo), la viruela y la tuberculosis (de la
vaca) o el sarampión (del perro)", cuenta el investigador inglés.
El segundo momento crucial fue
hace 2000 años: "La relación entre las grandes civilizaciones,
Roma, China, la India, dio lugar a la expansión de enfermedades como la
peste bubónica". El tercer momento fue la conquista de América:
"Los europeos tenían más enfermedades infecciosas porque habían
criado más especies animales, y así trajeron la fiebre tifoidea, el
sarampión, la gripe, la viruela. Sólo la sífilis, tal vez, fue desde América
a Europa", señala McMichael.
El cuarto momento crucial es el
que vivimos hoy. "Hace treinta años, creíamos que se había cerrado
el ciclo de las enfermedades infecciosas. Nos equivocábamos, porque no
tomábamos la perspectiva ecológica. Hoy estamos más tristes, pero somos
más sabios", concluye McMichael.
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