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--¿Cómo decidió investigar y escribir sobre el acoso moral?
--Tenía pacientes que venían
y se quejaban de que estaban deprimidos y angustiados en el contexto de
trabajo. No había una definición clara del problema del acoso moral; en
un principio intenté trabajar el tema con mis pares psicoanalistas, y la
mayoría de ellos decían que, si esta gente se sentía víctima, era
porque era masoquista. Escribí este libro en especial para mis pacientes,
para mostrar que no se trataba de masoquismo sino de un problema distinto
y real.
--El libro incluye una gran
cantidad de testimonios sobre una situación que, como usted misma afirma,
suele mantenerse oculta. ¿Cómo llevó adelante esa recopilación?
--Los testimonios que incluyo
en el libro son de pacientes que llegaron a verme. Se quejaban de que
estaban depresivos, pero no podían comprender lo que les pasaba. Era un
patrón que se repetía en entornos muy diferentes, y que se podría
definir como una serie de procedimientos abusivos --gestos, palabras,
miradas-- que atacan la dignidad y la integridad física y psíquica de la
persona. Son pequeñas cosas que parecen no tener importancia, pero que a
través de la repetición y la sistematización devienen graves.
--¿Cómo se diferencian el
acoso moral y el sexual?
--Para mí el acoso sexual es
un paso más allá del acoso moral. En los dos casos se considera al otro
como un objeto. En el caso del acoso sexual como un objeto sexual, y en el
caso del moral como un objeto para tomar el poder, para ser superior.
--Uno de los móviles del acoso
moral es la competencia. ¿Esto hace que en los ambientes laborales más
competitivos haya una mayor predisposición a que el problema surja?
--No únicamente. Puede existir
entre colegas. A veces el punto de partida son los celos o el rechazo de
una diferencia, por ejemplo una mujer en un mundo de hombres. También
puede ser vertical, de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba. Aparece
en general cuando alguien quiere desembarazarse de una persona porque
molesta, hace sombra o tiene algún tipo de plus. En algunos casos es una
de las formas que tienen las empresas de desembarazarse de alguien sin
tener que echarlo, porque los costos son menores. Puede ser un proceso
inconsciente de un individuo sobre otro, pero pueden ser también
estrategias conscientes y deliberadas de parte de la empresa.
--El acoso moral se convirtió
en best-seller y figura entre los libros más leídos de Francia. ¿Le
sorprendió este éxito?
--Recibí una enorme cantidad
de cartas: cuatrocientas que tenían que ver con el trabajo y muchísimas
más que tenían que ver con la familia. Muchos lectores me escribieron
para agradecerme, diciendo que el libro les había permitido comprender y
defenderse. Hay ahora una toma de conciencia colectiva: en Francia hay
gente que se ha puesto en huelga por acoso moral. Y precisamente porque
hay una presión es que las instituciones comienzan a reaccionar.
--¿Qué repercusiones tuvo de
sus pares?
--Creí que algunos no iban a
estar de acuerdo y lo iban a manifestar abiertamente. Pero de hecho hubo
muchos psicólogos y psiquiatras que oían a sus pacientes contar todos
estos problemas y estaban contentos de que se le hubiese puesto un nombre
y que se comenzara a investigar. Mis colegas fueron, sin embargo, más
lentos en darse cuenta de esto que los abogados y que los medios. Hoy se
trata de un problema que se enseña en la universidad y está reconocido
en los congresos de psicología.
--Aunque el acoso en el trabajo
es el más estudiado, usted presenta en el libro el mismo problema en otro
tipo de vínculos, de pareja y familiares. ¿Qué características tiene
el acoso moral en el ámbito privado?
--Es más difícil de
investigar e incluso de tratar, porque las personas están solas, no hay
un grupo que eventualmente pueda defenderlas como ocurre en el espacio
laboral. La dificultad del acoso es que está escondido y que las víctimas
tienen vergüenza y no osan hablar de eso. En la familia es difícil ser
creído. Si en el mundo laboral ha habido soluciones que comienzan a
tomarse desde el punto de vista jurídico, hay toda una educación por
delante en los jueces, en los médicos porque es muy difícil creer que
todos esos comportamuientos violentos son posibles y se pueden cambiar.
--¿Qué tipo de relaciones de
acoso se dan en la familia?
--Puede ocurrir que uno de los
padres tenga comportamientos perversos hacia sus hijos, o hacia uno de sus
hijos. El problema es que cuando uno ha sido tratado de esa manera cuando
es niño tiene la tentación de seguir estableciendo el mismo tipo de
relación cuando es adulto, o de seguir siendo una víctima. Generalmente
los niños no se defienden y sólo reaccionan cuando son adultos.
--¿Se trata de un problema que
acompaña los modelos sociales y económicos de las últimas décadas, o
la novedad es que ahora tiene un nombre?
--No es para nada un problema
nuevo, siempre ha existido. Pero en ciertas épocas la sociedad ponía límites:
en algunos tiempos fue la religión, en otros los sindicatos eran más
fuertes. Ahora hay una especie de relajamiento de los valores morales, se
piensa que todos los comportamientos son aceptables, y entonces estas
agresiones perversas se dejan pasar. Existieron siempre, pero la sociedad
es más o menos tolerante según las épocas.
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