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EL VICE PIDE GARANTIZAR INTACTA LA AUTORIDAD DEL PRESIDENTE
Chacho quiere abrazarse a un De la Rúa fuerte

De la Rúa y Alvarez, la dupla mayor del gobierno de la Alianza. "No es sidelarruismo", dijo Chacho

Aunque dijo que el disenso es legítimo, Carlos Alvarez reclamó asegurar la fuerza de Fernando de la Rúa como Presidente argumentando que los problemas cotidianos no se resolverán con una autoridad menguada.


Por Laura Vales
t.gif (862 bytes) "Hay que fortalecer la autoridad y la figura del Presidente" dijo apenas se bajó del avión. Decidido a calmar las aguas del debate interno en las filas de la Alianza, Carlos Chacho Alvarez respaldó ayer sin medias tintas el derecho de Fernando de la Rúa a decidir el voto de condena a Cuba en Naciones Unidas. Y lo hizo apelando a la necesidad de mostrar un Gobierno fuerte y sin la más mínima fisura. "El país tiene muchos conflictos desde punto de vista laboral y social que tienen que ver con la vida cotidiana de la gente, y que no van a mejorar si las decisiones que toma el Presidente se convierten todas en un debate interno", subrayó.

  "Quiero expresar mi apoyo a la decisión del Presidente", dijo al ser consultado sobre el punto en una conferencia de prensa en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Y en tren de relativizar las críticas internas sobre el alineamiento automático con el país del norte, subrayó que el voto argentino incluyó un cuestionamiento al bloqueo de Estados Unidos a Cuba.

  Chacho volvió a respaldar a De la Rúa por la tarde, en un acto público en el que estuvo escoltado por Aníbal Ibarra y en el que aclaró que su defensa no es "un ejercicio del sidelarruismo o una posición de obsecuencia" sino que se enmarca en la necesidad de demostrar que el gobierno "tiene mucha autoridad política y firmeza" para sacar al país adelante.

  "Entiendo que pueda haber lecturas distintas respecto a este tema controversial", advirtió en esa línea. "Pero no se puede hacer un debate sobre todas las decisiones que  toma el Presidente."

Durante toda la semana pasada, la postura de la Argentina en la ONU generó la primera crisis en el Gabinete Nacional, donde la mayoría de sus integrantes se desayunaron de la decisión --contraria a la tradición del radicalismo y de la posición del Frepaso-- en simultáneo con la votación en Ginebra. El voto argentino contra Fidel fue vivido como una suerte de operativo comando decidido a puertas cerradas por De la Rúa junto al canciller Adalberto Rodríguez Giavarini. El primero en cuestionarlo fue el ministro de Infraestructura, Nicolás Gallo, luego el de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, el de Interior Federico Storani y luego se sumaron el jefe de Gabinete Rodolfo Terragno y la ministra de Desarrollo Social Graciela Fernández Meijide. En la tensa reunión de Gabinete del martes pasado, los ministros reprocharon a viva voz el haber abandonado la tradición partidaria para repetir la posición que mantuvo el menemismo durante sus diez años de relaciones carnales con los Estados Unidos.

  El voto en la ONU también fue repudiado públicamente a través de los medios por la mayor parte de los legisladores de la Alianza, mientras Raúl Alfonsín hacía saber que no había sido ni siquiera informado sobre el giro en la política exterior. "Yo no pretendo que mi palabra sea vinculante pero sí que me informen", tronó al saber de la votación. Incluso Chacho, Alvarez, de visita oficial en Gran Bretaña, fue el último enterarse y no ocultó su molestia. Había hablado sobre el tema con De la Rúa y dejado el país con el compromiso presidencial de que la Argentina insistiría ante Chile para llevar una posición conjunta de abstención ante la Comisión de Derechos Humanos. Por eso ayer sus palabras fueron recibidas con sorpresa dentro de la Alianza. 

   En la Alianza, las declaraciones de Alvarez sus palabras tuvieron una lectura coincidente. "Fue un nítido mensaje hacia adentro de la fuerza", sostuvo uno de los legisladores con mejor llegada al vicepresidente, para quien las declaraciones estuvieron destinadas a "ordenar la tropa y hacer entender que, cuando las leyes consideradas esenciales como la reforma laboral están todavía sin aprobar, la batalla por el tema de Cuba --casi simbólica o testimonial-- podría tener efectos negativos sobre la imagen de un Gobierno que lleva apenas cuatro meses en el poder".

  "Suponer que la Alianza va a fortalecerse evitando un debate interno es un error grosero", sostuvo ante Página/12 el diputado Jorge Rivas, para quien "el tema de fondo tras la votación en la ONU es cómo funciona el gobierno de coalición: si en base a las decisiones de un presidente que ni siquiera consulta con el partido al que pertenece o avanzando en una institucionalización política de la Alianza".  

  También su pares Darío Alessandro y Nilda Garré salieron a defender el derecho al pataleo público "ante la toma de decisiones inconsultas". Para Garré, sólo hay que tener en claro "cuáles son los límites de acuerdo a las responsabilidades de cada funcionario".

  "Creo que hay que reconocer que el presidente tiene la legitimidad e marcar el rumbo de la marcha del gobierno porque representa a la voluntad popular y sigue manteniendo un nivel de consenso elevado", agregó Alessandro. "Pero plantear posiciones divergentes es lícito cuando no hubo una discusión interna previa. Y en este caso, cuando se tuvo esa oportunidad de discutir ya era demasiado tarde".

  Otros dirigentes que pidieron reserva de su nombre ocultan, sin embargo, que no están pasando por su mejor momento de diálogo con el Ejecutivo. Además de mantener diferencias sobre la reforma laboral y los ascensos de militares denunciados por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, están especialmente molestos por cómo manejó el Gobierno el operativo de represión del miércoles pasado contra los manifestantes de la CGT liderada por el camionero Hugo Moyano. Como en el caso de la votación contra Cuba, también en éste elevaron varios pedidos de informes y expresaron en público las disidencias que los integrantes del Gabinete reservan al ámbito de lo privado.

 


"Una cosa es la mujer ideal y otra la que se tiene al lado"

El diputado Alfredo Bravo, dirigente socialista del Frepaso, habló de su enamoramiento inicial y de la actual realidad de la Alianza. Analizó el voto sobre Cuba y la represión y anunció que no rehuirá la pelea política interna. 

"Yo quiero que este gobierno se diferencie del gobierno anterior." La voz del diputado socialista Alfredo Bravo resuena en el estudio ubicado sobre la terraza de la casa donde vive hace más de treinta años. Un retrato de Alfredo Palacios, un banderín de River Plate y cientos de libros de historia, poesía y teatro decoran el ambiente.

  --Me enamoré de la Alianza porque podía combatir la injusticia, rescatar el patrimonio nacional, eliminar la corrupción, establecer códigos para una Justicia independiente y construir un país solidario por sobre todas las cosas  --explica Bravo casi de memoria--. Pero esto es como cuando uno se enamora: una cosa es la mujer ideal y otra la mujer que se tiene al lado.

  --Y esta mujer que tiene al lado, la Alianza, ¿no lo engaña?

  --Hasta ahora no. Creo que es muy difícil que me engañe (ríe).

  --Carlos "Chacho" Alvarez advirtió que hay que evitar que las decisiones del Presidente "se conviertan en un debate interno" y remarcó que desde la Alianza se debe apoyar en forma "irrestricta e incondicional a las decisiones" de De la Rúa para "fortalecer la autoridad y la figura" presidencial. ¿Qué le parecen estas declaraciones?

  --No soy un hombre incondicional de nadie, soy incondicional de mi conducta y de mi forma de pensar. En un partido político se afianza la figura del presidente cuando las decisiones que se toman son consensuadas por todos los integrantes de la Alianza.

  --¿Las palabras de Alvarez implican un cierto verticalismo hacia adentro de la Alianza?

  --Son distintos los orígenes partidarios y distintos los procedimientos que adoptamos cada uno de nosotros en las decisiones de la vida. Yo reconozco la autoridad del Presidente. No se lesiona su autoridad por opinar diferente.

  --¿Se acepta el disenso dentro de la coalición?

  --Sí. Esta es la característica que nos diferencia del verticalismo, del `saludo uno, saludo dos'. En la Alianza, como en el Frepaso, por más que se procure la disciplina parlamentaria hay lugar para el pensamiento independiente.

  --Usted no coincidió con los ascensos de los militares cuestionados a coronel. O sea que ya opinó diferente.

  --Sentí una gran angustia al ver que, a pesar de haber pasado 24 años esclareciendo a la opinión pública sobre el terrorismo de Estado, a pesar de haber hecho la presentación ante la comisión de Acuerdos del Senado, algunos integrantes de la Alianza votaron favorablemente ese ascenso. Yo ya había pedido, con otros legisladores, la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final.

  --¿Desde la Alianza lo retaron por esa iniciativa?

  --No, porque si me tiran de las orejas, saben que yo pateo donde más duele.

 --Usted suele remarcar que se mantuvo fiel a sus convicciones, tanto deportivas en River como políticas en el socialismo. ¿Qué le pasó cuando se enteró del voto en la ONU contra Cuba por las supuestas violaciones de los derechos humanos?

  --Sentí que seguíamos la política de Menem. Y esto fue lo que más me dio en el hígado. ¿Por qué tenemos que seguir una política que demuestra que, si antes éramos fieles a las "relaciones carnales" con Estados Unidos, ahora somos fieles --aunque le cambiemos el nombre-- a las "relaciones intensas", como dice el canciller? Además, hasta que no me demuestren en Estados Unidos que son verdaderamente partidarios de los derechos humanos y los hacen cumplir en todas partes del mundo y en su propia casa, yo nunca voy a seguir esa política. Porque ellos tienen más que callar, que hablar; más que ocultar, que mostrar.

  --El diputado Jorge Rivas, compañero suyo en el Partido Socialista Democrático (PSD), declaró recientemente que el voto contra Cuba podía poner en peligro la continuidad de la Alianza.

  --Lo de Cuba indudablemente produjo una gran conmoción en todos nosotros pero más allá de mi opinión, o de la de Jorge, está la opinión del partido. El partido tendrá que reunirse en un Congreso, frente a cualquier hecho que nos decepcione. Y no solamente el voto contra Cuba. Hablo del ascenso de los tenientes coroneles a coroneles, del papel (del general Ernesto) Bossi, de proteger a los bancos más que al pueblo, del lobbying que ha vuelto a hacer el Ejército, del poco diálogo con el ministro de Defensa (Ricardo López Murphy) que lo único que hace es escudarse en su cargo.

  --¿Intentó comunicarse con él?

  --Le mandé varias cartas. Me gustaría decirle que nosotros luchamos por lograr la democracia en 1983, y que no podemos volver atrás dando privilegios a las Fuerzas Armadas, que todavía no se han subordinado totalmente al poder constitucional argentino. No debemos olvidar la noche negra del '76 al '83. Haremos muy mal si adoptamos la figura del avestruz.   --¿Eso es lo qué está haciendo el gobierno?

  --Yo no diría puntualmente el gobierno. Porque me acuerdo que diez años atrás también lo estaba haciendo Menem. Yo quiero que este gobierno se diferencie del gobierno anterior, que durante toda la vida ensalzó al Ejército, recordó a los mártires del Ejército y nunca jamás tuvo una palabra para los detenidos-desaparecidos ni para los organismos de derechos humanos.

  --Si usted hubiera estado en el Poder Ejecutivo, y el Presidente hubiera resuelto el voto de condena a Cuba, ¿qué habría hecho?

  --Hubiera hecho lo que hice cuando era subsecretario de la Actividad Docente en el Ministerio de Educación. Cuando se sancionó la ley de obediencia debida me apersoné ante el señor presidente, un gran amigo como  Raúl Ricardo Alfonsín, y le entregué la renuncia. Después me quedé tres años más trabajando como director y como maestro, y así me jubilé. Para mí sobre todas las cosas está mi conciencia, mi manera de pensar, mis principios.

   --¿Va a renunciar a su banca?

  --Si lo resuelve el congreso del Partido Socialista Democrático... Somos libres e independientes, siempre analizamos todos los problemas y todo lo discutimos. No le pienso dejar el campo a ninguno de mis enemigos. Voy a pelear palmo a palmo. Si uno entró en esta Alianza porque quería impulsar una política progresista, no tiene que irse de ella para dejar que los demás puedan impulsar otra clase de política.

  --Usted criticó la represión de la madrugada del miércoles en el Congreso. ¿Es una condena a la represión en sí misma o a la forma en que fue hecha?

  --Yo estoy en contra de la represión, porque la he padecido. Conozco cuáles son los efectos inmediatos y mediatos. Además, en la Constitución existe el derecho a peticionar a las autoridades y ampara el derecho de huelga. Me parece que si queremos desterrar la violencia como relación política todos tenemos que poner una cuota para que esto no suceda. Ese policía que rompió el bombo y cortó la campera de un manifestante no sirve para guardar el orden. Es violento. Yo señalo la responsabilidad de todos. También la nuestra. Con (Héctor) Polino, con Rivas y con otros votamos en contra de la reforma laboral. Pero el miércoles tal vez no hicimos lo suficiente para acercar a las dos partes a un diálogo.

  --¿Qué cuestiona de la ley laboral?

  --Posibilitar negociaciones donde prevalezca lo menor por sobre lo mayor puede traer aparejadas rebajas de salarios. Los derechos de los trabajadores tienen que brillar y resplandecer como lo establecieron en los primeros tiempos nuestros hombres en el socialismo. Pido coherencia. Si veo que esto se desbarranca, me sumaré a los que piensan que esta política no es progresista.

  --¿En qué hechos realizados por el gobierno de la Alianza se siente representado?

  --(Silencio) En la honestidad y la representatividad de los hombres que forman el gobierno. En la forma en que actúa la Alianza en la ciudad y en el campo jurídico: es honesta, transparente. En cuanto se detecta alguna irregularidad se toman medidas y se separa a la persona que la ha cometido. Es lo contrario de lo que sucedía en el gobierno anterior. El presidente actual, además, tiene una vida muy frugal, muy acotada a su manera de sentir y vivir. Esto no alcanza, pero es el comienzo de una nueva cultura. Lo otro es una pelea política que hay que dar, porque en política el que no lucha va mal. Mientras uno tenga vida tiene que seguir luchando.

  --¿Votaría hoy a la Alianza en una elección nacional?

  --Volveré a votar a los que demuestren transparencia y compromiso. Y después, si no cumplen, seguiremos luchando.

  Entrevista de Martín Piqué 

 

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