|
"Quiero expresar mi apoyo
a la decisión del Presidente", dijo al ser consultado sobre el punto
en una conferencia de prensa en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Y
en tren de relativizar las críticas internas sobre el alineamiento automático
con el país del norte, subrayó que el voto argentino incluyó un
cuestionamiento al bloqueo de Estados Unidos a Cuba.
Chacho volvió a respaldar a De
la Rúa por la tarde, en un acto público en el que estuvo escoltado por
Aníbal Ibarra y en el que aclaró que su defensa no es "un ejercicio
del sidelarruismo o una posición de obsecuencia" sino que se enmarca
en la necesidad de demostrar que el gobierno "tiene mucha autoridad
política y firmeza" para sacar al país adelante.
"Entiendo que pueda haber
lecturas distintas respecto a este tema controversial", advirtió en
esa línea. "Pero no se puede hacer un debate sobre todas las
decisiones que toma el
Presidente." Durante
toda la semana pasada, la postura de la Argentina en la ONU generó la
primera crisis en el Gabinete Nacional, donde la mayoría de sus
integrantes se desayunaron de la decisión --contraria a la tradición del
radicalismo y de la posición del Frepaso-- en simultáneo con la votación
en Ginebra. El voto argentino contra Fidel fue vivido como una suerte de
operativo comando decidido a puertas cerradas por De la Rúa junto al
canciller Adalberto Rodríguez Giavarini. El primero en cuestionarlo fue
el ministro de Infraestructura, Nicolás Gallo, luego el de Justicia,
Ricardo Gil Lavedra, el de Interior Federico Storani y luego se sumaron el
jefe de Gabinete Rodolfo Terragno y la ministra de Desarrollo Social
Graciela Fernández Meijide. En la tensa reunión de Gabinete del martes
pasado, los ministros reprocharon a viva voz el haber abandonado la
tradición partidaria para repetir la posición que mantuvo el menemismo
durante sus diez años de relaciones carnales con los Estados Unidos.
El voto en la ONU también fue
repudiado públicamente a través de los medios por la mayor parte de los
legisladores de la Alianza, mientras Raúl Alfonsín hacía saber que no
había sido ni siquiera informado sobre el giro en la política exterior.
"Yo no pretendo que mi palabra sea vinculante pero sí que me
informen", tronó al saber de la votación. Incluso Chacho, Alvarez,
de visita oficial en Gran Bretaña, fue el último enterarse y no ocultó
su molestia. Había hablado sobre el tema con De la Rúa y dejado el país
con el compromiso presidencial de que la Argentina insistiría ante Chile
para llevar una posición conjunta de abstención ante la Comisión de
Derechos Humanos. Por eso ayer sus palabras fueron recibidas con sorpresa
dentro de la Alianza.
En la Alianza, las declaraciones de Alvarez sus palabras tuvieron
una lectura coincidente. "Fue un nítido mensaje hacia adentro de la
fuerza", sostuvo uno de los legisladores con mejor llegada al
vicepresidente, para quien las declaraciones estuvieron destinadas a
"ordenar la tropa y hacer entender que, cuando las leyes consideradas
esenciales como la reforma laboral están todavía sin aprobar, la batalla
por el tema de Cuba --casi simbólica o testimonial-- podría tener
efectos negativos sobre la imagen de un Gobierno que lleva apenas cuatro
meses en el poder".
"Suponer que la Alianza va
a fortalecerse evitando un debate interno es un error grosero",
sostuvo ante Página/12 el diputado Jorge Rivas, para quien "el tema
de fondo tras la votación en la ONU es cómo funciona el gobierno de
coalición: si en base a las decisiones de un presidente que ni siquiera
consulta con el partido al que pertenece o avanzando en una
institucionalización política de la Alianza".
También su pares Darío Alessandro y Nilda Garré salieron a
defender el derecho al pataleo público "ante la toma de decisiones
inconsultas". Para Garré, sólo hay que tener en claro "cuáles
son los límites de acuerdo a las responsabilidades de cada
funcionario".
"Creo que hay que
reconocer que el presidente tiene la legitimidad e marcar el rumbo de la
marcha del gobierno porque representa a la voluntad popular y sigue
manteniendo un nivel de consenso elevado", agregó Alessandro.
"Pero plantear posiciones divergentes es lícito cuando no hubo una
discusión interna previa. Y en este caso, cuando se tuvo esa oportunidad
de discutir ya era demasiado tarde". Otros dirigentes que pidieron reserva de su nombre ocultan, sin embargo, que no están pasando por su mejor momento de diálogo con el Ejecutivo. Además de mantener diferencias sobre la reforma laboral y los ascensos de militares denunciados por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, están especialmente molestos por cómo manejó el Gobierno el operativo de represión del miércoles pasado contra los manifestantes de la CGT liderada por el camionero Hugo Moyano. Como en el caso de la votación contra Cuba, también en éste elevaron varios pedidos de informes y expresaron en público las disidencias que los integrantes del Gabinete reservan al ámbito de lo privado.
|