Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


La represión comenzó cuando la calle ya estaba despejada

La pesquisa sobre la represión del miércoles pasado indica que el Gobierno sabía lo que iba a pasar. Mathov, por ahora, no está imputado.


Por Adriana Meyer
t.gif (862 bytes) "Storani y Mathov son represores, son peor que el gobierno militar y se tienen que ir", bramó el líder de la CGT disidente, Hugo Moyano, al salir de los tribunales de Retiro. Había concurrido junto a una veintena de dirigentes sindicales para declarar sobre la represión que sufrieron la semana pasada, cuando protestaban contra la reforma laboral. Si bien sigue en pie la posibilidad de que el juez federal Gabriel Cavallo apunte hacia el secretario de Seguridad, Enrique Mathov, por ahora no hay elementos que lo incriminen en la causa.

  Los investigadores sospechan que algunos uniformados rompieron las vidrieras que aparecieron dañadas cerca del Congreso. Y estaría probado que la represión se produjo cuando ya había cesado la contravención --cortar una vía pública-- que cometieron los manifestantes. Hoy declara como testigo la fiscal contravencional que dio la orden de desalojo, María del Carmen Gioco.

  El asesor jurídico de la CGT disidente Héctor Recalde, relató los hechos que presenció. Según el abogado, los manifestantes despejaron los dos carriles de la avenida Entre Ríos tal como lo pedía la policía en base a la orden de la fiscal. "A las 2.45 yo y (Omar) Viviani hablamos con (Enrique) Mathov porque la policía quería desalojarnos de la plaza. Le expliqué que ya estaban compatibilizados los dos derechos, el nuestro a protestar y el de la gente a transitar", explicó a Página/12. Sin embargo, el secretario de Seguridad se corrió a un costado argumentando que "tenían que desalojar por una orden judicial". 

  Una fuente vinculada al caso aseguró a este diario que los sindicalistas recibieron los feroces golpes que mostró la televisión a tres o cinco cuadras del Congreso, cuando ya habían despejado la avenida Entre Ríos. Algunos cronistas y taxistas habrían visto durante la madrugada del miércoles a efectivos de Infantería rompiendo varias vitrinas de comercios de la zona y darán su testimonio en las próximas horas.

 Los sindicalistas que declararon ayer aseguraron que ellos no provocaron a los policías sino que fueron atacados. Para afirmarlo mostraron a los médicos forenses las marcas de los golpes en sus cuerpos. Además, relataron que hablaron por teléfono con Mathov antes de ir a la Plaza de los Dos Congresos y le explicaron lo que iban a hacer allí.

  El funcionario les habría contestado con una advertencia: que trataran de no provocar una contravención y dejaran dos carriles de la avenida libres. "Esto sólo indica que el Gobierno sabía desde el principio lo que iba a pasar, pero no alcanza para imputar al secretario", explicó la fuente.

  El superintendente de Seguridad Metropolitana, Roberto Galvarino, lo desvinculó porque aseguró que no recibió ninguna orden de Mathov que tuviera que ver con la represión desplegada. También ratificó que el secretario estuvo en la sala de operaciones del Departamento Central de Policía.

  Sin embargo, todavía quedan por realizar varios cruces entre las conversaciones telefónicas que mantuvieron los funcionarios que intervinieron en el desalojo. Tanto de esa prueba como de las grabaciones de radio con las órdenes que recibió el jefe de Infantería a cargo del operativo, José Laino, podría desprenderse la existencia de la directiva verbal que desató la represión. La situación de Laino podría complicarse si la Justicia comprueba que estaba cerca del grupo de Infantería que reprimió, y que impartió en ese momento alguna orden. Hoy será interrogado su segundo.

  La fiscal Gioco había afirmado a Página/12 que actuó por iniciativa propia, "para hacer cesar la contravención en cumplimiento del artículo 19 de la ley número 12 de la Ciudad". Sin embargo, el ministro del Interior, Federico Storani, dijo al día siguiente de los incidentes que el Gobierno dio intervención a la justicia contravencional. Hoy el juez Cavallo intentará aclarar este punto durante el interrogatorio a Gioco. Los policías que testimoniaron antes indicaron que no hablaron con ella sino con sus superiores.

  Las autoridades de la comisaría 6a. declararon que los carros hidrantes  tardaron menos de un minuto en dispersar a los manifestantes. Esta versión coincide con la de los trabajadores, con lo cual los funcionarios judiciales tiene casi probado que la intervención de la Infantería para reprimir ocurrió cuando la contravención ya había terminado. 

  El jefe sindical de los judiciales, Julio Piumato, no pudo declarar por indicación de sus médicos. Durante la represión había recibido un balazo en los genitales. En diálogo con Página/12, recordó que "los políticos que hoy están en el gobierno condenaron hasta con cortos televisivos la represión que sufrieron los trabajadores que organizaron ollas populares en 1996 durante el gobierno de (Carlos) Menem", y agregó que "aquello fue un juego de niños comparado con lo que ocurrió en el Congreso la semana pasada".

 

La reforma,a dos voces

Domingo Cavallo

(Candidato a jefe de Gobierno)

"La reforma laboral va a ser oportuna cuando esté reactivada la economía. En un marco de intranquilidad y de represión contra manifestantes, que acentúa la sensación de inseguridad en la Ciudad, obviamente no tiene ningún sentido tratarla. Hay que hacerlo cuando estemos en un clima de crecimiento y seguridad, como el que se puede lograr después del 7 de mayo si nosotros ganamos. Lo importante es que haya una buena legislación laboral en un contexto de crecimiento económico".

Raúl Granillo Ocampo

(Candidato a jefe de Gobierno, PJ)

"Los lamentables episodios de violencia se metieron de lleno en la campaña porteña. El propio gobierno y la policía han reconocido que el personal policial que actuó en la emergencia lo hizo con un exceso de brutalidad, fuera de toda lógica. Este es un hecho que está impactando en la comunidad, más allá del contenido de la ley laboral. Cuesta mucho encontrar, aun en la policía de Corach, algún hecho de violencia como el que se ha vivido frente al Congreso".


La república de los camiones

Por Horacio González *
Se suele hablar de la majestad de la ley, pero cualquier majestad supo y sabe que la ley es materia de disputa. Sólo unas pocas leyes se "personifican" en la memoria social con su número, su nombre y su "apellido". Las demás son gramáticas provisorias del idioma político. Precisamente, llamamos política al conocimiento de esta perturbadora evidencia. ¿Puede no conocerla un político? Llamamos político al que vive de la ensoñación dramática de considerarla permanente, sabiendo de la fugacidad esencial de la ley. Ser político es una agonía que surge de esta contradicción inevitable.  
  El Gobierno, sin embargo, cree que debe abolir esta paradoja vital, suprimiendo piezas esenciales del ser político. El Presidente, en su discurso reclamando el pago de impuestos, según se dice, no leyó sus
frases de una pantalla dispuesta junto a la cámara. Fantasía de espontaneidad. Pero un montaje fílmico que suprime ilusoriamente el despacho, el papelerío, la rigidez de los granaderos, hace pasar a primer plano solamente la retórica comunicacional. ¿Es que no hay "institución" allí? Pero los verdaderos símbolos institucionales se pierden en una atmósfera imprecisa de enunciados salidos de un shadow cabinet publicitario. República comunicacional sin instituciones; sólo gestos comunicativos que crean una utopía autocomplaciente y personalizada del poder.
 
Después de haber creado esa escena indeterminada, el Gobierno salta a la psiquiatría forense. Es el jefe de policía declarando materia de "psicólogos" el análisis de la represión republicanismo científico psiquiátrico sin pensamiento político. Luego, salta a una cornisa de normalidad abstracta. Es el ministro del Interior trazando simetrías sobre mesas de arena, postulando un "copamiento" por un lado y un "exceso" de las instituciones por otro. Republicanismo de tiralíneas y compás sin capacidad real de "autorreprimir la represión", acto que es la esencia fundadora de la política. 
 
Y después de sustituir instituciones con spots pero mostrarlas en escuadrón por la calle, el Gobierno dice "hay que hacer funcionar las instituciones". Es el ministro de Trabajo que ve como una amenaza que
se haya levantado la sesión del Senado, desconsiderando que hay una lucha social alrededor de una ley que propone un despojo final sobre la legislación social argentina. Republicanismo funcionalista y genérico sin raíces históricas ni sociales.
  En efecto, se habló mucho de República en los últimos tiempos. Vaga e imprecisa, esta República apostrofa como "malditos" a todos y a nadie. República por rebaja de contenidos, que en un sueño asocial va
de la sustracción institucional al reclamo de funcionamiento mecanizado. Entonces genera huecos donde ve circular peligrosos camiones y esas oscuras balas de "caprichosa generosidad", como dijo el dirigente sindical herido. Si se percibiese que una democracia  --no una "república"-- tiene vías de circulación, calles, plazas, manifestantes, autos y camiones disconformes, la imagen de un bombo acuchillado perdería el sórdido zumbido amenazador que tiene. Amenaza magnificada en el seno de un republicanismo hecho a golpes de imagen, carente de institución social de la política.  

 * Sociólogo, profesor UBA.

 

PRINCIPAL