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HOLANDA OBJETA A LA NOVIA ARGENTINA POR SU PASADO
Un país con máxima memoria

 

 

Las encuestas mostraron que un 60% de los holandeses quiere que Máxima Zorreguieta tome distancia de la dictadura argentina.

 

Máxima, la novia del príncipe, se mudó recientemente a Bruselas


t.gif (862 bytes) Esta vez, las críticas treparon por el cuerpo de la reina Beatrix de Holanda como una molesta urticaria. Las encuestas publicadas ayer por los diarios cuestionaban el romance entre su hijo, el príncipe heredero Willem-Alexander, y la argentina Máxima Zorreguieta. "El 60 por ciento de la población exige que Máxima tome distancia" del pasado paterno, decían los matutinos. Jorge Zorreguieta, futuro consuegro de la realeza formó parte del gabinete del ex dictador Jorge Rafael Videla, su pasado no encaja en las tradiciones humanistas de los holandeses y transformó la relación de su hija en una cuestión de Estado. En La Haya la crisis llegó a tal punto que en el Parlamento consideraban que, en caso de realizarse la proyectada boda, la corona deberá negar el acceso al padre de la novia.

  En agosto del año pasado el príncipe conoció a su pretendiente durante una fiesta en Sevilla. Ella trabajaba en el Deutsche Bank en Nueva York y él se dedicaba al esquí y el polo. Desde entonces las revistas del corazón tuvieron a mano la primera historia de amor entre una plebeya y la realeza después de la pérdida de su icono, Lady Di. El romance tiene todo el suspenso de un melodrama y los condimentos de una novela entre tulipanes. Por el lado del descarriado príncipe, una madre poderosa, dueña de la corona de la familia Orange-Nassau, que gobierna Holanda desde el siglo XVII. Pero que además posee una fortuna calculada por la revista Forbes en casi 5 mil millones de dólares repartidos en acciones en la Shell, la fábrica de aviones Fokker, el banco ABM-AMRO, la Philips y la aérea KLM. Y un padre inexistente, el príncipe alemán Claus von Arnsberg, cuyo matrimonio con Beatrix también fue resistido: Claus había formado parte del ejército de Adolf Hitler.

  Del lado de la pretendiente, su padre es el motivo de la molesta comezón de la reina Beatrix. A tal punto que, apenas surgieron las primeras evidencias del noviazgo, los servicios secretos holandeses comenzaron a indagar la historia del ex funcionario del Proceso. Y junto a ellos una molesta masa de periodistas y paparazzi de los Países Bajos. Servicios y periodistas pudieron enterarse entonces de que Zorreguieta había sido subsecretario y luego secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca entre 1976 y 1981. "Naturalmente, Zorreguieta estaba informado. Estábamos en guerra y en toda guerra hubo excesos": eso apareció diciendo Juan Alemann al periódico De Volkskrant, aunque después el mismo Alemann desmintiera la versión a Página/12. "El era un tecnócrata. No estaba metido en la lucha contra la subversión. Secretarios y subsecretarios no entraban en las reuniones de gabinete, no se enteraban de todo", sugirió a este diario Alemann, que también fue secretario del Proceso, y desvió la pelota hacia los holandeses: "Ellos todavía están traumatizados por el marido de la reina, ése sí que era un verdadero nazi".

  Más allá de comparaciones o parentescos entre Hitler, Claus y Videla, los servicios holandeses también se enteraron de que el cuestionado futuro consuegro de la reina Bee --como prefiere ella que la llame su pueblo-- también fue asesor de los gobiernos de los generales Juan Carlos Onganía y Alejandro Agustín Lanusse, aunque también le encontraron manchitas de democracia como presidente del Centro Azucarero Argentino y de la Fundación Vasco Argentina Juan de Garay.

  Apenas comenzaron a revelarse los antecedentes del padre de la novia, y quince días después de que el romance surgiera a la luz de los medios, la real madre tuvo que soportar una marcha dedicada pura y exclusivamente a cuestionar los arrumacos entre Willem y Maxi. Tenían sus razones: Willem es el mayor de los hijos del matrimonio real, y como tal es el príncipe heredero. Según la Constitución holandesa, su esposa pasará a ser la reina consorte, y en caso de que muera el rey, la corona pasaría a manos de Maxi. Para colmo, la religión pasa a ser otro motivo de irritación. Ella es católica y el calvinista.

  Durante un tiempo Bee logró acallar las críticas. Por el lado de los Zorreguieta, el silencio familiar fue el mejor modo de proteger las pretensiones de la mayor de las hijas. Entre tanto, Willem y Maxi hicieron más asiduos sus encuentros: ella se mudó de Nueva York a Bruselas, donde ambos pueden pasar más fácilmente como dos desconocidos.

  Pero el silencio duró poco. Ayer, una nueva embestida de la comunidad holandesa puso en jaque el romance y la picazón de la reina Bee. Las encuestas señalaban un 60 por ciento de malestar en la población. Y el partido laborista PvdA, liderado por el primer ministro Wim Kok, advirtió  que "si la pareja termina en matrimonio, el padre de Máxima no deberá asistir a la ceremonia nupcial".

 

Votación

Además de las críticas al pasado de papá Zorreguieta, la relación sentimental entre el príncipe y la nena provocó el furor del merchandising y una invasión de maximanómanos en las páginas de Internet. Acceda o no al matrimonio con Willem, Maxi ya tiene sus sitios en la red donde una multitud de fans publican e intercambian fotos de la plebeyita, aparecen dossiers sobre su historia familiar y una profusión de encuestas y mails. En www.zorreguieta.nl puede rescatarse una encuesta con porcentajes que apoyan el romance: el 47 por ciento sostiene que "sí, ella merece ser la reina", y el 18 por ciento responde que "no, una reina de Holanda debe ser holandesa". En la misma página, un holandés en rústico español declara a la pretendiente: "De mí, le amo!".

 

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