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Por Roque Casciero La segunda edición de los premios Gardel, una ceremonia en la que el negocio del disco se premia a sí mismo, tomando como excusa a los artistas, tuvo ribetes de bochorno, por una sucesión de contratiempos que derivaron en que nunca se concretase el show de clausura, en el que debían actuar Charly García (que ni siquiera llegó al lugar), Fito Páez y Gustavo Cerati. La duda sobre la legitimidad del destinatario del Gardel de Oro fue instalada por la propia ganadora, Mercedes Sosa, quien manifestó que había concurrido a la ceremonia, convocada por los organizadores para... entregarle una estatuilla a Charly. Aparentemente, como Charly no llegó al teatro Gran Rex, los organizadores decidieron que la cantante fuese la premiada y le dieron uno a la trayectoria a Leopoldo Federico, que era miembro del jurado. La Cámara Argentina de Productores de la Industria Fonográfica (CAPIF) garantizó ayer que los votos estaban en una escribanía desde el miércoles anterior, pero los que vieron la televisación de Canal 13 percibieron que pasaron antenoche cosas por demás extrañas. El Gardel de Oro y el Premio a la Trayectoria no fueron elegidos por los cuatrocientos especialistas (y no tanto) que conformaron el Comité de Voto, sino por un Jurado de Honor del que formaban parte autoridades nacionales y distintas agrupaciones de la industria discográfica. Aunque se supone que los Gardel premian los méritos artísticos, en ciertos casos se hizo notorio que la popularidad de los artistas tuvo más peso a la hora de las decisiones, lo que significa que primó el criterio de las discográficas sobre cualquier otro. Algo parecido a lo que sucede con los Grammy, que son premios que la industria estadounidense otorga a quienes mejor hicieron los deberes a la hora de facturar, sólo que en este caso con una desprolijidad manifiesta. Más allá de los gustos, sorprendió que Maná le ganara a Café Tacuba y Molotov como mejor grupo de rock latino, o que Los Nocheros se llevaran el galardón en el rubro �Album del año� gracias a Signos, cuando en la misma terna estaban nada menos que Fito Páez, Gustavo Cerati, Andrés Calamaro y Los Fabulosos Cadillacs. Ni los propios salteños parecían creerlo cuando subieron a recibir la distinción.
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