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Con la rúbrica de sus ministros de Economía, Defensa y de Relaciones Exteriores, Argentina y Brasil firmaron ayer la �Declaración Ministerial de Buenos Aires�, virtual relanzamiento político del Mercosur. El extenso texto dado a conocer ayer en conferencia de prensa prevé que en marzo del año próximo estarán acordadas las pautas para coordinar las políticas macroeconómicas. Antes que ello habrá un sistema unificado de estadísticas que permitirá comparar razonablemente las variables económicas de ambos países. Los numerosos postulados, todos muy optimistas acerca de las perspectivas de la unión aduanera, no profundizan sobre ninguno de los puntos realmente conflictivos de la relación bilateral. �Estamos en un estado óptimo de las relaciones. Es un punto de inflexión de una etapa donde las dificultades se hicieron evidentes�, aseguró ayer el canciller argentino Adalberto Rodríguez Giavarini. �La relación se encuentra en excelente estado. Encontramos coincidencias amplias y las diferencias son superables�, sentenció su colega de Brasil, Luiz Felipe Lampreia. En la misma conferencia de prensa, el ministro de Economía de Fernando Henrique Cardoso, Pedro Malán, aclaró que aunque los dos principales socios del Mercosur tengan políticas cambiarias diferentes, pueden convivir. Su colega argentino, José Luis Machinea, se esmeró por subrayar el �notable� avance de las relaciones bilaterales y anunció que en el próximo mes habrá un cónclave de todos los titulares de Hacienda de los países miembros (incluidos Uruguay y Paraguay) para trabajar en pos de las metas comunes plasmadas en la declaración. El documento difundido ayer comienza con una serie de elogios al Mercosur al que reconocen como �el proyecto internacional más relevante� para ambos países, que acuerdan �consolidar y enriquecer� en lo que reconocen como una �nueva etapa�, caracterizada por las permanentes consultas. Aunque el tono muy amistoso de la declaración no permitió referencias expresas, este postulado intenta desterrar el fantasma de cambios violentos de política sin aviso, como ocurrió cuando Brasil liberó el mercado cambiario en enero de 1999, alterando fuertemente la relación bilateral. Otros puntos están referidos a la intención de compatibilizar las políticas del área de defensa, comenzando por la creación de un grupo de trabajo bilateral, según lo acordado entre el titular de la cartera del área, Ricardo López Murphy, y su par brasileño, Gerardo Manguela Quintao. Las líneas de trabajo se orientan a la cooperación en materia nuclear, bajo la consigna de no proliferación. En el terreno económico, el más sensible de la relación bilateral, los ministros acordaron metas para avanzar en la proclamada coordinación de políticas macroeconómicas, supuesto reaseguro de que ningún país podrá tomar decisiones que modifiquen drásticamente los términos de la relación bilateral. �La existencia de regímenes cambiarios diferentes es compatible (...) siempre que existan políticas fiscales que aseguren la solvencia fiscal y políticas monetarias que garanticen la estabilidad de precios�, reza el texto. Este postulado fue seguido de algunas metas un poco más precisas: Antes de septiembre del 2000 se construirán indicadores comunes en el área fiscal, deuda pública y precios con datos hasta junio. Estos registros servirán para establecer, en marzo de 2001, criterios para coordinar las políticas macroeconómicas: variación de precios admitida, déficit fiscal, etc. Lo que semanas atrás los funcionarios argentinos aludían como un Maastricht del Mercosur. Se creará un grupo bilateral de monitoreo macroeconómico, que tendrá a su cargo el seguimiento de aquellos indicadores. Los sectores privados podrán avanzar en acuerdos sectoriales que quedarán, luego, sujetos a los controles de los respectivos gobiernos. Otro grupo bilateral canalizará consultas y monitoreará aspectos relativos a defensa comercial �intrazona y las ayudas estatales de ambospaíses�. Habrá �marcos comunes� de derechos compensatorios y antidumping aplicables a terceros países. Se ratifica la decisión de realizar un monitoreo de los incentivos a las inversiones (subsidios) en la región. Tanto este punto como el anterior apuntan a los temas más urticantes de la relación comercial entre Argentina y Brasil, enfrentados por la disputa para atraer inversiones y por las barreras paraarancelarias que frenan las ventas de un país al otro. Las buenas intenciones anunciadas en esta declaración servirán de marco para que los principales socios del Mercosur intenten acercar posiciones sobre un régimen automotor común, o sobre cómo puede Argentina proteger a algunos sectores muy vulnerables a la competencia brasileña, como la producción de pollos, cerdos, azúcar, textiles, calzados y acero.
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