Todos
los contribuyentes de la Argentina que poseen una CUIT están en grave
falta, simplemente porque la tienen vencida desde el 1º de marzo.
Esta increíble situación es consecuencia de una resolución de la
propia AFIP, la 663/99, publicada el 27 de agosto último, que dispuso
la caducidad de las constancias de cada CUIT para terminar con la
confusión reinante, ya que circulaban diferentes modelos, y para
actualizar el padrón. En la misma resolución, el organismo anunciaba
que enviaría las nuevas credenciales a domicilio, pero ("por
supuesto", dicen los conocedores) no lo hizo. Dos meses más
tarde, fuentes internas del vacilante edificio de la Plaza de Mayo
confiesan que no llegaron a tiempo, pero que ello no resultó tan
importante porque, de todas formas, no hay plata para confeccionar los
nuevos certificados ni para pagar el franqueo. Sin embargo, los
funcionarios tampoco tuvieron reflejos como para aprobar una nueva
resolución que prorrogara los plazos y evitara la extraña situación
actual.
Otro caso
sorprendente es el de las entidades exentas: fundaciones,
cooperadoras, clubes, sindicatos, countries o mutuales que no pagan
impuestos sin que nadie controle si son genuinas o ficticias. Son en
total 55 mil entidades, tantas que si cumplieran mínimamente los
fines sociales que proclaman en sus estatutos, el ministerio de
Graciela Fernández Meijide se volvería totalmente ocioso y la
Argentina sería un modelo de solidaridad. Créase o no, la AFIP
carece de un padrón de exentas, y de idea alguna sobre cuánta plata
deja de recaudar por ese boquete. En tiempos ya remotos, la biblioteca
de la DGI editaba un libro con los listados. Pero un día se jubiló
el voluntarioso bibliotecario y no hubo más ediciones.
La resolución
729/99, publicada el 1º de diciembre último, ordenó que todas las
exentas --conocidas o ignotas, de reconocidos servicios a la comunidad
o francamente sospechosas-- se reempadronaran para revalidar títulos.
El trámite lo cumplieron 18.446 entidades, un tercio de las que
presuntamente existían. Entre ellas hay 9463 asociaciones, 2517
cooperadoras y 1894 fundaciones, entre otras. Ahora se supone que a
partir del 31 de mayo la nómina de exentas figurará en la página
web de la AFIP. Aunque todas afirmen no tener fines de lucro, no es
seguro que por ese solo hecho contribuyan al bien público. Un ex jerárquico
de la antigua DGI recuerda haber negado en su tiempo la exención a
postulantes como el Club Americano, el Club Francés y el Círculo
Italiano. Investigando a uno de ellos halló que en el último año
había comprado un solo libro para su biblioteca, pero abundantes
cubiertos de plata para el comedor y alfombras para la sala de bridge.
Su desaprobación no contó: finalmente obtuvieron la exención por
orden de arriba.
Pese a su muy
diferente función, el Tortugas Country Club, el Mercado de Valores y
la cooperadora de un desprovisto hospital comparten el mismo inciso y
gozan del mismo privilegio fiscal. Este subsidia además las
donaciones que reciben, ya que el donante puede deducirlas como gasto.
Las fundaciones sirven tanto para la financiación encubierta de la
política como para ayudar a médicos o abogados a evadir impuestos:
cualquier contador sabe cómo hacerlo y es consciente del bajo riesgo
que corre su cliente por la total falta de control. Esta desatención
es explicada por un alto funcionario actual de la AFIP: "Siempre
ocurre que se les da prioridad a vigilar a los que pagan y no a los
que no pagan". Es decir: ¿para qué perder el tiempo con las
exentas si, precisamente, están exentas?
Quizás el mismo
principio haya sido aplicado en el caso de las empresas amparadas por
regímenes de promoción industrial. Expertos que conocen Impositiva
por dentro aseguran que ésta no controla ni las desgravaciones
directas ni los diferimientos con que son beneficiadas. Como carece de
información consolidada al respecto, el organismo no está en
condiciones de determinar el costo fiscal de esos mecanismos. Además
de la ineficiencia propia de la repartición, esta pasividad es
atribuida a la relación directa que el aún hoy titular de la AFIP,
Carlos Silvani, mantenía con el presidente Menem, puenteando al
ministro Roque Fernández. Fuertes intereses del NOA, de provincias
como La Rioja y Catamarca, preferían que el ente recaudador no
hurgase en sus negocios. La predisposición de Silvani fue premiada
con un agónico proyecto de ley del menemismo, que recibió media
sanción del Senado, confiriendo estabilidad por cuatro años a la
conducción de la AFIP.
Ahora Silvani decidió
acabar con el control preembarque que seis verificadoras privadas
realizan, en los puertos de origen, sobre los cargamentos que serán
despachados hacia la Argentina, siempre que correspondan a las
posiciones arancelarias que abarca el programa. El objetivo es evitar
la subfacturación de importaciones, y que de esa manera se evadan
derechos e impuestos. Todavía en tiempos de Menem, coló un artículo
(1270) derogatorio del control preembarque en la proyectada modificación
del Código Aduanero, aunque el asunto no tuviera nada que hacer allí.
Así opinó incluso Rodolfo Terragno, quien en una carta del 4 de
enero, dirigida a SGS (Société Générale de Surveillance), la
principal agencia verificadora, escribía: "Coincido con ustedes
en que dicho artículo... nada tiene que ver con la ley de fondo.
Quiero destacar, además, que esta Jefatura de Gabinete de Ministros
cree necesario extender, antes que restringir, todos los sistemas de
control que contribuyan a dar mayor transparencia a la Aduana, así
como a combatir la evasión y el fraude. Estos puntos de vista serán
defendidos oportunamente por esta Jefatura de Ministros." ¿Perdió
Terragno la batalla con Silvani?
La deuda acumulada
con las empresas de control llega, por trece meses impagos, a 90
millones de pesos. El responsable del programa, Ernesto Rezk, renunció
a su cargo, mientras la Aduana tiene planes para despedir al grueso de
los verificadores físicos. ¿Quién se hace responsable de lo que
ocurrirá con la recaudación aduanera y con la protección de los
productores locales? Las empresas de control, cuyo trabajo fue
severamente cuestionado, aseguran no obstante que el fisco, con el
aumento de recaudación conseguido, paga seis veces el costo del
programa. Silvani no mostró números que lo desmientan, reforzando la
sensación de que la única lógica que aplica es la del cierre de las
cuentas.
Mientras Fernando de la Rúa reclama a los argentinos que
paguen sus impuestos, la AFIP está virtualmente paralizada por la
perspectiva de los despidos, el retiro voluntario (que volvería a
reducir la calidad del personal) y una fuerte poda salarial para
quienes permanezcan en el organismo. La proyectada supresión del
Fondo de Jerarquización implicará para muchos un recorte del 30 por
ciento en su remuneración. El deterioro operativo de Impositiva
describe un perfecto círculo vicioso de caída en la recaudación y
supresión de recursos que profundiza esa caída. |