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Las felices Pascuas y la ley Mucci (segunda parte) 

El Gobierno y las corporaciones: la dureza de Flamarique y la complacencia de López Murphy. Costos y beneficios de la reforma laboral. El regreso de la altanería militar. La coctelera presidencial.


opinion
Por Mario Wainfeld

t.gif (862 bytes) �Para conseguir estabilidad, reactivación y consenso político hay que convencer a los organismos internacionales y a la sociedad. Con los organismos vamos bien. Es más fácil, hablamos un idioma común. Almorzamos juntos. A la gente no hemos llegado, no temen una devaluación, pero no están seguros de que vayan a conservar su trabajo y entonces no gastan y están de mal humor�, describe el funcionario de Economía.
¿La aprobación en la reforma laboral les sirve en ese sentido? -pregunta Página/12.
�Nos sirve para acrecentar nuestra reputación con los organismos internacionales y los mercados. Les demostramos voluntad y poder para hacer reformas estructurales.�
�Pero los mercados y los organismos no votan. ¿La reforma da confianza a la gente común, la reconcilia con el Gobierno?�
�No, por sí misma, no. Pero eso es problema de los políticos�, responde el funcionario. Y lanza una carcajada. El ministerio de Economía, es notorio, queda a metros de la Rosada y en estos días mucha gente está de buen humor por esa zona. El Gobierno se embelesó con la votación en Senadores y descuenta que la reforma será ley en la primera quincena de mayo.
No es fácil balancear si forzar tamaña pulseada, acelerando los tiempos del enfrentamiento con el sindicalismo, valió la pena. La mayoría de los miembros del gabinete, empezando por los economistas y siguiendo por el ministro de Trabajo, entienden que sí. Arguyen que, cotejados con el aumento de la reputación internacional, los costos internos son bajos. Es, claro, una cuestión opinable sobre todo porque esos costos aumentaron en la interminable saga de la ley: los zigzags con los Gordos de la CGT, las golpizas a los militantes de la CGT rebelde, la denuncia sobre las �Banelcos� de Alberto Flamarique deterioraron a la Alianza. Tampoco le hizo mucho favor el tono un tanto descarado de canje que tuvo la votación del aumento de las partidas para planes Trabajar antes de la ley flexibilizadora.
El Gobierno también computa como un éxito haber debilitado a los sindicatos, tanto que intentará jaquearlos nuevamente apurando la desregulación de las obras sociales. Esta lectura es controversial desde lo ideológico, pues es dable pensar que una democracia social sólida necesita gremios fuertes. Pero aun aceptando una lógica liberal a ultranza (la predominante en el discurso presidencial), es dudoso que al oficialismo le haya convenido activar la interna sindical dándole a Hugo Moyano el liderazgo de la lucha social. Las idas y venidas de la Alianza aliviaron al camionero del lastre de tener que compartir el sello con los Gordos y le dieron buen aire respecto de la CTA. No llenó la Plaza, pero salvó con holgura la ropa en el acto de Congreso. Excesivamente frontal y poco imaginativo en su discurso público, Moyano no impidió que se dictara la ley (no tenía cómo) pero consiguió un lugar bajo el sol. El tiempo dirá qué hará con él. Seguramente irá por más, por un arduo espacio en la representación política del peronismo. Es una ambición no menor, que deberá apuntalar con más sutileza que la que manejó hasta ahora. Su reunión el martes con Carlos Menem, por caso, fue un error por donde se la mire: se juntó con un piantavotos, desleyó su perfil de batallador y no sumó nada. Si los propios senadores menemistas, con Carlos Corach a la cabeza, votaron favorablemente la reforma.
El peronismo, como decía su líder fundador, está en todas partes. Fue un ex peronista quien les dobló la muñeca a los sindicalistas y les llenó la mano (si no de planes Trabajar, de promesas) a los senadores del PJ. Alberto Flamarique revalidó su fama de operador en una parada muy ardua. Dejó jirones de su prestigio y ciertamente diluyó todo perfil progresista en su labor. También revalidó títulos de ejecutor ante el Presidente, algo que el conductor del Frepaso, Carlos �Chacho� Alvarez, ansiaba tras un messignado por las desventuras de Graciela Fernández Meijide. La cena del miércoles, compartida por Flamarique con Antonio y Eduardo de la Rúa, Fernando de Santibañes y Enrique �Coti� Nosiglia, simboliza acaso el ingreso del Frepaso al mundo de los delarruistas paladar negro. Ingreso que desatará seguramente polémicas al interior del socio menor de la coalición gobernante, algunos de cuyos diputados se harán oír a la hora de (no) votar la reforma laboral.

La otra corporación

Fernando de la Rúa llegó a la presidencia con un contrato explícito: ser diferente a Carlos Menem. Tiene otros dos implícitos: no ser ni como Arturo Illia ni como Raúl Alfonsín. En estos días el oficialismo festejó exultante el triunfo sobre el sindicalismo, un escollo que Alfonsín jamás logró sortear. Pero también viene revelando una alarmante debilidad y complacencia con la cúpula militar, una corporación a la que el radicalismo jamás pudo doblegar ni conducir. 
Raúl Alfonsín vivió echando sapos y culebras contra las corporaciones. Sus intereses sectoriales, su forma facciosa de hacer política conspiraban, según él, contra la democracia. Su discurso, confrontativo por demás, les atribuía buena parte de las desdichas nacionales. Quiso enfrentarlas, someterlas, crear un tercer movimiento histórico con raíces en la UCR. Le fue bastante mal. Perdió escaramuzas con todas las corporaciones. Una de ellas, la de Semana Santa contra los militares, le fue letal. 
Es claro que la actual administración ha elegido otro camino. El ministro de Defensa, un novato absoluto en el área, viene desempeñándose casi como un vocero de las Fuerzas Armadas. Flamarique hizo gala de dureza y vocación confrontativa frente a las corporaciones de trabajadores. Nada que ver con la comprensión, rayana en la sumisión, de Ricardo López Murphy con la corporación militar. El senador Jorge Yoma, cuya capacidad para la chicana brillante crece con los años, se pasó llamando �comisario Mathov� al secretario de Seguridad cuando éste y el ministro del Interior dieron explicaciones en el Congreso. Es obvio decir que el adusto ministro de Defensa se ha ganado con creces un apodo similar.
La visita del secretario general del Ejército Eduardo Alfonso a los militares arrestados en Córdoba por la jueza Cristina Garzón de Lascano fue un verdadero escándalo institucional. El apoyo que le dio el jefe del Ejército Ricardo Brinzoni agravó la situación. Y la transformó en bochorno cuando el viernes, como informó Página/12, llamó a Luciano Benjamín Menéndez, un célebre represor �a quien las leyes de la impunidad zafaron de 77 acusaciones de tormentos y 47 de homicidios� para preguntarle si necesitaba algo antes de ir a prisión. Brinzoni redondeó su desempeño reconociendo �preocupación en su fuerza�, un sonsonete que remite a las peores horas de la historia nacional reciente. Francamente, dan ganas de gritar �volvé Balza, te perdonamos�.
Ricardo Gil Lavedra, acaso porque recuerda bien el Juicio a las Juntas Militares, fue el miembro del Gobierno que respondió con mayor presteza y coherencia. Hombre de derecho, el ministro de Justicia exigió acatar las decisiones de los tribunales y renegó contra �los reflejos del pasado�. Antes, debió pegarle un reto fenomenal a la subsecretaria de Derechos Humanos Diana Conti que �inopinadamente� había ninguneado a la jueza Garzón de Lascano, diciendo que sus procedimientos �dan risa�. Criticada durísimamente por los organismos de derechos humanos y llamada al orden por su ministro, Conti se rectificó tras un papelón mayúsculo. De los cautos labios de López Murphy sólo se escucharon (sin) razones similares a la de los uniformados.
�El Gobierno está creando un problema donde no lo hay�, explicó días atrás Simón Lázara, alguien que conocía bien a los militares y a losradicales y que (en triste y mala hora) se fue de este mundo. Siempre fue necesario. También en estos días en los que la lucha por los derechos humanos vuelve a estar en el centro de la escena, empujada por la Justicia y la sociedad civil y resistida por algunos uniformados de primer nivel. Entre ellos, parafraseando la broma de Yoma, cabría incluir al �Coronel� López Murphy a quien, valga reconocerlo, no le falta el physique du rol.

La coctelera del 8 de mayo

�De la Rúa está conforme con la posición internacional del Gobierno. Y todo lo conforme que puede con su política económica. El resto sabe que no funciona y está esperando el 7 de mayo para mover la coctelera�, dice un radical de primer nivel que dialoga con el Presidente como pocos.
La coctelera, claro, es el gabinete nacional, cuya área social (Educación, Salud, Desarrollo Social) vienen motivando rezongos tupidos del Presidente y el vice. Suenan especialmente fuerte a la hora de medir la gestión de Juan José Llach. �Le levantamos la Carpa Blanca, le dimos 600 millones de pesos. Ni Graciela (Fernández Meijide) ni Lombardo ni Cecilia Felgueras tuvieron esa plata. Y no la transformó en política�, cuestionó un miembro del gabinete que suele expresar los deseos y las fobias del Presidente.
De la Rúa y Alvarez esperan que las elecciones de Capital, como anticipan las encuestas, le den una amplia victoria a una fórmula que entienden bien aliancista. Si así ocurre, el Frepaso habrá conseguido un importante espacio de gestión y catapultado una nueva figura a su primer nivel nacional. En ese marco de fortalecimiento de la coalición y de su eslabón más débil, tal vez sea posible mover la coctelera sin terremotos internos.
El oficialismo, dígalo o no, sabe que ha dilapidado sin mayor contrapartida el aire de sus primeros cien días de gobierno. El voto porteño, siempre cariñoso con De la Rúa y con el Frepaso, puede darle una nueva bocanada de oxígeno. La Alianza tiene toda la libido puesta en el comicio del domingo 7. Debería también tener los ojos bien puestos en la altiva corporación militar que, en mala y triste hora, ha reaparecido en escena reclamando impunidad. Una demanda intolerable que el oficialismo -mientras festeja haber doblegado a la corporación sindical y va por más� no parece dispuesto a enfrentar. 

 

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