Por Horacio Cecchi
Tez cobriza y cuerpo fornido, rematado por una cabellera blanca. Anda por el mundo vestido de uniforme, cubierto de ballenas y delfines en sus distintivos y cargando los apodos de pirata, violento y ecoterrorista. El, Paul Watson, canadiense y líder de la fundación ecologista Sea Shepherd Conservation, echa una sonrisa: prefiere que lo conozcan como �protector de los mares� o �whalers hunter� (cazador de balleneros) y seguir siendo el fantasma que atormenta a los arponeros de Ahab en los mares de todo el mundo. Lleva una prolija contabilidad de pesqueros hundidos y redes destrozadas durante sus raids. Se vanagloria de haber sido el primero en interponer su cuerpo entre ballenas y arpones. Es activo y polémico, tanto que durante una entrevista con Página/12 no dudó en calificar a la organización Greenpeace, de la que fue uno de sus fundadores y de donde lo desplazaron por predicar la violencia ecologista, como �una burocracia que vive de un enorme negocio y de su propio mito�.
�¿Por qué lo llaman ecoterrorista?
�Mis enemigos también me llaman pirata. Pero lo único que hacemos es hacer cumplir las leyes. Hay muchas buenas leyes de protección de los mares, pero fuera de las 200 millas no se aplican y nosotros estamos ahí para atacar a los ilegales.
�¿Atacar? �la pregunta es pertinente: es difícil incorporar la imagen de fuerza en el concepto del �ecologismo�, y es precisamente esa imagen la bandera del lobo marino Paul Watson.
�Sí, sí. Atacar. Nosotros nos lanzamos contra los pesqueros, enganchamos sus redes de arrastre que en general alcanzan las 60 millas de extensión y valen cientos de miles de dólares, y las cortamos en pedacitos �asegura, sonriendo�. Desde 1977 hundimos ocho balleneros, incluyendo la mitad de la flota española en 1980 y la mitad de la islandesa en 1986. Pero, ¿cree que alguien nos enjuició? Nadie. ¿Por qué? Por la misma razón que no enjuician las actividades ilegales de los balleneros.
�¿Cómo es que los hunden?
�En nuestra tripulación, que está formada toda por voluntarios que no cobramos un peso, hay comandos especiales. Nos acercamos a los barcos amarrados en el puerto, y los buzos se lanzan al agua y agujerean el casco. Jamás lo hacemos cuando están en alta mar porque nuestro objetivo no es herir a nadie.
Llegó a Buenos Aires para presentar el libro El guerrero de la Tierra, en el cual el sociólogo David Morris relata un raid contra pesqueros japoneses en el Pacífico Norte a bordo de uno de los buques de la Sea Shepherd. Watson fundó la sociedad en 1977, después de una serie de desavenencias con la dirección de Greenpeace. Pero ya cargaba una profunda vocación ecológica desde su infancia. A los 7 años formaba parte del Kindness Club, un grupo de chicos dedicados a �ser buenos con los animales�. A los 9 años, el mejor amigo de Watson era un castorcito al que apodó Bucky, como diminutivo de Buck Tooth (Dientes Salidos). �Un verano no pude encontrarlo, ni pude ver a ningún otro. Los cazadores los habían matado a todos. Me enojé �recuerda� y empecé a destruir las trampas que habían dispersado por el lugar.�
Años más tarde, ya con su nueva fundación, la Shepherd, sumó nuevos blasones en su currículum marino: empujó al pesquero �Sierra� fuera de la costa de Portugal en 1979; documentó la caza ilegal en Siberia después de ser perseguido por la Armada Soviética y la Fuerza Aérea durante seis horas en 1981; lideró una campaña en 1985 contra la matanza de ballenas en las islas Faroe, que concluyó con un asalto armado al Sea Shepherd II en 1986; además de los ocho buques que mandó al fondo del mar.
�Usted fue uno de los miembros fundadores de Greenpeace.
�Se llamaba Comité No Hagan Olas. Empezamos como grupo en la parte Oeste de Canadá. Lo habíamos formado unos pocos voluntarios e idealistas. En noviembre de 1971, con dos barcos, dimos vueltas alrededor del Golfo deAlaska con la intención de impedir la detonación de una bomba nuclear de cinco megatones. Al año siguiente, estábamos en una reunión del comité y al salir a uno se le ocurrió despedirse diciendo �Green�, y otro lo siguió y dijo �Peace�. �Ese es un buen nombre�, dijimos, y quedó registrado como Greenpeace. Hoy, no queda ninguno de aquellos fundadores. Todos, menos uno, se vinieron con nosotros. Me pregunto por qué.
�¿Y qué respuesta se da?
�Eramos unos pocos que luchábamos por ideales y no cobrábamos sueldos. El año pasado Greenpeace Internacional facturó alrededor de 300 millones de dólares, de los cuales el 70 por ciento lo usan para hacer campañas para conseguir más socios. Ellos protestan, nosotros actuamos.
�Greenpeace sostiene que fue retirado de la organización por predicar la violencia.
�Es el argumento que usan. Ellos se refieren a un suceso que tuve con un depredador de focas en marzo del �77, en Alaska. El sujeto estaba por matar de un mazazo a una cría y yo le arranqué de la mano la maza y la arrojé al agua. Poco después me acusaron de robar la propiedad privada y decidieron echarme. Por mi parte, no tengo ningún problema en dañar la propiedad privada si de esa forma evito la matanza de animales.
El 27 de junio de 1975, siendo todavía miembro de Greenpeace, Watson pasó por lo que él mismo denomina como �un hecho que le cambió la vida�.
�Con otro de los socios fundadores que ahora está conmigo, Bob Hunter, decidimos lanzarnos contra los pesqueros rusos en el Pacífico Norte e interponernos entre los arponeros y las ballenas. Pretendíamos seguir las enseñanzas de Mahatma Gandhi. Pensábamos que no iban a disparar contra la vida humana. Pero nos equivocamos. Descubrimos a los pesqueros persiguiendo a ocho hermosos leviatanes �como Ahab designaba a Moby Dick� que huían desesperados de los asesinos rusos. Logramos ubicarnos entre las ballenas y los cazadores, pero dos se retrasaron. Era una hembra y un macho. Uno de los balleneros logró acercarse. Nosotros estábamos en el medio. Cuando vi al arponero con una sonrisa en la cara supe que nos habíamos equivocado, que no les importaba nada.
�¿Disparó?
�Estábamos unos metros delante de la pareja. Vino una ola enorme, y en la ondulación, quedamos abajo mientras las ballenas subían. Disparó un metro por encima de nuestras cabezas con un torpedo con cabeza explosiva. Yo no sabía que las ballenas gritaban, pero las escuché gritar. Fue terrible. Un revoltijo de sangre, nosotros estábamos bañados en rojo. El macho, en lugar de escapar, dio vuelta y se lanzó contra el barco. El arponero aprovechó para dispararle y le acertó. La ballena desapareció debajo del agua. Hubo unos instantes de calma y de pronto reapareció. Se levantó sobre la superficie, casi vertical. Estábamos tan cerca que si estiraba el brazo la hubiera tocado. Sesenta toneladas que amagaban derrumbarse sobre nosotros. Pensé que la ballena se iba a vengar sobre nosotros, que era el último segundo de mi vida y que los cazadores se reirían mientras disfrutaban viéndonos ahogar. En ese momento, le vi el ojo al animal. Un ojo del tamaño de un puño. Me miró y supe que no me pasaría nada, que me miraba con lástima y preguntando por qué pasaba esto. Después cayó hacia el otro lado. No nos quiso hacer nada. Ese incidente me cambió la vida. Desde entonces, me dispuse a hacer lo imposible por evitar que los irracionales destruyan a seres más inteligentes.
�No admitimos la violencia�
�Es cierto que hay diferencias entre lo que pregona Watson y la filosofía de Greenpeace�, reconoció a este diario Martín Prieto, director general de la organización verde en Argentina. �Precisamente por esas diferencias fue separado. Nosotros no admitimos la violencia para salvar el planeta. Nuestra filosofía rechaza en todos los términos el intento de agredir para defender. Somos pacifistas.�
Prieto coincidió con Watson en el hecho que desencadenó su separación del organismo. �Watson formó parte del grupo fundador. Pero hubo un episodio en que intentó agredir a un cazador de focas. Nosotros somos no violentos por definición.� El representante de Argentina también respondió a las críticas del �whalers hunter� sobre los millones de dólares que serían invertidos en campañas para obtener nuevos socios. �Es absolutamente falso que utilicemos el 70 por ciento de los fondos en semejantes campañas. Estaríamos quebrando una norma ética que prohíbe invertir en obtener nuevos socios sumas mayores al 33 por ciento de lo recaudado. Y Greenpeace está muy por debajo de esa cantidad.�
�Por supuesto que no somos como éramos antes y que tenemos una estructura mucho más grande. Pero eso es lo que nos permite ser más efectivos que al nacer. Por esa estructura en todo el mundo es que podemos perseguir a una empresa que contamina en Holanda y que el día de mañana aparece en las Filipinas. Nosotros estaremos ahí para tratar de impedir que continúen con sus agresiones al medio ambiente.�
�Pero las diferencias con Watson no son metodológicas �aclaró Prieto�. No se puede ser violento para evitar la violencia. Greenpeace sufrió la violencia. En el �87, el fotógrafo portugués Fernando Pereira murió dentro del �Rainbow Warrior�, que estaba anclado en el puerto de Auckland, y que fue hundido por los servicios secretos franceses.� |
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