Por Pablo Rodríguez
 El presidente chileno, Ricardo Lagos, tiene que salir a decir todos los días lo mismo: que �el país está tranquilo y la Justicia hace su tarea�. Ayer lo hizo en el congreso de su partido, el Socialista. Es que no cesan los remezones por el juicio de desafuero contra el ex dictador y actual senador vitalicio Augusto Pinochet. Los abogados de la acusación están muy confiados en que Pinochet sea desaforado, por la contundencia de las pruebas presentadas, donde queda clara su vinculación directa con la �Caravana de la Muerte�, el segundo gran acto de represión masiva de la dictadura después de la que siguió al bombardeo de La Moneda. Los pinochetistas más furibundos protestan, la derecha está dividida, hasta estupefacta, y los militares se quejan pero ya no asustan como antes. O al menos eso parece. Y para poner la cereza al postre de �la conspiración marxista�, todos ellos verán el próximo 26 de junio cómo el mismo Lagos descubre una estatua de Salvador Allende frente a La Moneda.
�Que no haya ningún espacio ante la opinión pública para que nadie se atreva a cuestionar la independencia de los poderes. Que todos los chilenos vivamos tranquilos porque en el país está plenamente vigente el estado de derecho y lo que ha ocurrido en estos días así lo demuestra. El país está tranquilo y la Justicia hace su tarea con el respeto de todo Chile.� Los centenares de personas que asistían al Congreso del Partido Socialista en Santiago estallaron en el aplauso. La advertencia no estaba dirigida tanto al pinochetismo recalcitrante como a Alberto Cardemil, presidente de la derechista Renovación Nacional (RN), quien calificó el proceso como �político� y no �judicial�. El acto reflejo de defensa quizá haya traicionado a Cardemil, cuyo partido integra la misma Alianza por Chile que en la reciente campaña electoral juró y perjuró que apoyaría la actuación de los tribunales, sea cual fuere su signo.
Lo cierto es que la semana que pasó, donde se presentaron los alegatos en favor y en contra del desafuero de Pinochet, fue una pesadilla para el ex dictador. Mientras la cantidad de querellas criminales ya está llegando a 100, los abogados de la acusación presentaron más pruebas aún que las que ya dispone el juez Juan Guzmán de la relación directa de Pinochet con 73 asesinatos de la denominada �Caravana de la Muerte�. La más contundente la reservaron para el final: un militar que, según dice el Informe Rettig (especie de Nunca Más chileno), dice haber recibido orden directa de Pinochet para matar al entonces intendente de Talca, al sur de Santiago. El viernes, a la salida del tribunal, Hugo Gutiérrez, el principal abogado de los familiares de las víctimas, se mostraba confiado en el éxito de su misión.
En cierta manera, los argumentos de la defensa de Pinochet también le dan la razón a Gutiérrez. El abogado de Pinochet, Ricardo Rivadeneira, terminó negando la existencia de desaparecidos, porque en realidad ellos están muertos y enterrados. Sólo habría que exhumarlos. Este argumento cínico tiene un razonamiento detrás. Como este juicio se inició con la premisa de que el delito de desaparición de personas no cesó, bastaría con que esa desaparición se transformara en muerte para que termine el delito y vuelva a caer en las fauces de la Ley de Amnistía de 1978. Rivadeneira sugirió que el juez Guzmán podría encontrar todos los cadáveres si quiere. Entonces, más le valdría al abogado de Pinochet convencer a todos los militares represores, algunos de los cuales integran la Mesa de Diálogo con familiares de desaparecidos y abogados de derechos humanos, de que señalen con sus dedos dónde enterraron cada cadáver y así salvar a su �Tata� y, de paso, suministrar información a los familiares, que es el objetivo de la Mesa de Diálogo. Es imposible que ello ocurra, no sólo por lo inverosímil de la escena, sino porque algunos de esos militares ya están muertos y otros quizás estén muy viejitos para recordar lo que pasó.
Pinochet aún (y siempre) puede zafar. Ya lo hizo en Londres. Las vías son un nuevo pedido de Rivadeneira de que se termine todo por su frágilsalud, o que un eventual fuero especial que aún descansa en el Congreso chileno le devuelva momentáneamente la impunidad, suponiendo que termine desaforado. Eso podría habilitar a otro proceso por otro desafuero, o directamente a desestimar el nuevo fuero y comenzar el juicio por los crímenes de la dictadura. Pero en medio de este �todo puede pasar�, algo ya cambió en Chile. Sin dudas, un cambio inducido desde fuera.
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Por Claudio Uriarte |
| Chile al Mercosur
Detrás del rugido y la furia por el juicio de desafuero al ex dictador Augusto Pinochet, novedades de proyección más actual y de repercusión regional más inmediata se están registrando en Chile. Página/12 pudo saber que Ricardo Lagos se apresta a designar un embajador al Mercosur, como paso previo inmediato de la integración de Santiago al bloque comercial regional. El interesado es el democristiano Héctor Casanova Ojeda, un hombre de la fracción DC de Andrés Zaldívar, y su designación es parte de un arreglo interno del gobierno de la Concertación, por el cual el socialista Lagos se comprometió a designar a 40 democristianos en cargos importantes. Casanova Ojeda, un investigador de excelente llegada a los medios universitarios, presentará el 8 de mayo sus cartas credenciales en Montevideo, sede administrativa del Mercosur.
¿Por qué esta noticia es importante? Primero, porque subraya el inicio de un realineamiento de Chile con la Argentina. En efecto, si la Cancillería juega sus cartas cuidadosamente �y nada indica que no lo vaya a hacer�, existe todo el potencial de que Chile reequilibre el balance de poder político y económico entre Brasil y la Argentina. Pero los alcances de la decisión no se agotan aquí: Chile mantiene su tradicional relación de preferencia con Gran Bretaña, la cual de este modo entraría a tallar en el equilibrio de poderes regional. Y, pese a la igualmente tradicional �relación especial� de Londres con los norteamericanos, la observación de la escena internacional permite distinguir claramente que la diplomacia del Foreign Office ha desempolvado su tradicional recurso de primera instancia cuando la política estadounidense se muestra muy confusa o en crisis: alinearse con Rusia. El reciente viaje del nuevo presidente ruso Vladimir Putin a Londres, verdadera presentación en sociedad del brillante ex jefe de la KGB en Occidente, fue la manifestación más fuerte de este viraje táctico, en que la necesidad europea de una estabilización de Rusia y los propios intereses nacionales del viejo imperio zarista consuman un virtuoso matrimonio de conveniencias.
Entonces, lo que la novedad deja como saldo positivo es una resta del diktat norteamericano sobre América del Sur. A los norteamericanos nunca les gustó el Mercosur, pero la oposición de la oposición parlamentaria a un NAFTA ampliado frustró toda tentativa seria de trabar el proyecto, mientras las prioridades de Washington se concentran ahora en frenar la insurgencia y el narco colombianos y el drenaje de refugiados de Cuba y Haití. |
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