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EL CADAVER ENCONTRADO ERA DE UN LINYERA QUE FUE QUEMADO VIVO
El hombre que fraguó su asesinato

Inventó su muerte para escapar de las deudas. Pero mientras la esposa y sus dos amantes lo lloraban, apareció, cercado por las evidencias. La Justicia investiga si una de las mujeres fue cómplice del fracasado plan.


Por Cristian Alarcón
t.gif (862 bytes) A los 43 años, Carlos Marcovic había llegado a un punto en que la tensión no lo dejaba dormir. Tenía tres mujeres, pero estaba lejos de ser un picaflor que rebotaba de una en una dedicándose en realidad a ninguna. Estaba casado y vivía hacía 24 años con Rosa, un ama de casa con la que tuvo cuatro hijos. Hacía 14 que se veía por lo menos una vez a la semana con Mary, compañera de uno de sus empleos. Y hacía diez que era el amante de Viviana, una médica con la que hasta había comprado un auto, el mismo en el que apareció un supuesto Marcovic incinerado el último miércoles. Pero con tres viudas llorándolo, el hombre apareció vivo. Dijo que lo habían robado y que había estado escondido bajo amenaza. Nadie le creyó. No sólo tenía una intensa vida sentimental, sino que lo acosaban las deudas, lo investigaban por una estafa en uno de sus trabajos y hacía poco había contratado un seguro de vida por muerte violenta. Tan violenta como la del hombre que murió en su lugar, un linyera borracho que fue adormecido antes de ser quemado vivo. Había sido camuflado torpemente como un doble del superamante, hasta en el absurdo detalle de raparle la cabeza, con lo que habrían intentado simular la calva incipiente del verdadero Marcovic.
Ya existían dudas sobre la identidad del cadáver hallado. No coincidían su dentadura perfecta con la del mendigo. Una gran cicatriz en la cabeza del cadáver nunca había estado en la suya. Los piojos y las garrapatas del linyera no eran propias del empleado. Los investigadores comenzaban a preguntarse �¿Dónde esta Marcovic?�, cuando llegó lloroso a la fiscalía. Ya se sabía que hasta su desaparición, el martes a la noche, estuvo en casa de Rosa Cortez, su esposa legal: una vivienda precaria de la calle Ernesto Padilla al 526. A las 23 lo vio salir hacia la empresa de emergencias médicas San Bernardo, donde era chofer de una ambulancia. Su hijo mayor declaró: �Mi papá trabaja todo el día, por eso a veces ni lo vemos�. Pero su ausencia tenía más explicaciones. Hacía por lo menos diez años que se había enamorado de Viviana Abraham, una médica con la que se conocieron corriendo entre accidentes y paros cardíacos. 
Era tan clara su poligamia que al conocerse su supuesto asesinato, fueron dos viudas a reconocerlo inútilmente a la morgue, además de dos gerentes del Siprosa, el organismo estatal donde se dedicaba a despachar recibos de sueldo, más uno de sus hijos. Para colmo, una vecina lo vio saliendo de su casa cuando ya supuestamente estaba muerto. El jueves, mientras Rosa decía que le encantaría que regresara y contaba el incidente en que le descubrió una carta de la otra, la otra �Viviana� declaraba: �Era un hombre bueno. Le tiene que haber pasado algo grave�. El martes, él le había dedicado la siesta y a las 19 la llevó en el Renault, que estaba a nombre de ella, hasta su trabajo. 
La única que no apareció a reconocer al falso Marcovic fue su tercera amante, Mary Sánchez, compañera de su segundo empleo, en Siprosa, con quien se veían hacía 14 años. Solía visitarla una vez por semana. Mary también conocía a Rosa desde los comienzos y hacía poco había conocido a Viviana. De vez en cuando recibía algunos pesos de Marcovic para cubrir los gastos de sus cuatro hijos, que asegura son de otros padres. Los investigadores analizaron los gastos de Marcovic y los mil pesos mensuales que cobraba no eran suficientes. El lunes anterior a su desaparición se lo había culpado por la adulteración de algunos recibos de sueldo del Siprosa, un robo hormiga que llevaría ya dos años. También se comprobó que había pedido un crédito de 1500 pesos. Fueron allanadas sus tres casas: en la de Rosa se encontró el comprobante de un seguro de vida por 20 mil pesos en caso de una muerte violenta. 
Desde el domingo, cuando los investigadores comprobaron que el cadáver calcinado pertenece a Juan Carlos Carrizo, un linyera de 42 años, la situación de Marcovich es difícil: su declaración ante el fiscal duró 12 horas y lo dejó al borde del procesamiento por homicidio. �Su versión es tan inverosímil que resulta difícil creer que haya cometido tantos errores�, dijo una fuente judicial. Marcovic asegura que fue asaltado en su coche, que los ladrones lo amenazaron y por eso permaneció oculto en un parque. Los investigadores piensan que Marcovic vio fracasar su crimen perfecto y, sin dinero, prefirió inventar una historia a escaparse. 
Nadie le cree, excepto sus mujeres, que están bajo la mira de la Justicia porque, si el Casanovas planeó la muerte del linyera, no lo hizo solo. El fiscal investiga con cuál de ellas puede haberse querido borrar del mapa, dejando atrás deudas y poligamia. En el interior del Renault aparecieron no sólo todos los documentos del superamante, sino también los expedientes de Siprosa por los que se lo investigaba y la botella de Fernet con que habría sido emborrachado el mendigo antes de que lo quemaran vivo, buscando simular una muerte ajena.

 

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