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El proceso de paz en Medio Oriente podría estar en buen camino o a punto de desmoronarse. Ayer la evidencia apuntaba en ambos sentidos. El negociador israelí Oded Eran lanzó la bola de fuego: �De las actuales negociaciones saldrá un Estado palestino�. El Likud, principal partido opositor, pidió la cabeza de Eran, pero el Partido Laborista, principal partido de la coalición gobernante, subió la apuesta y anunció que aprobaría mañana una resolución en la que reconocerá inequívocamente el derecho de los palestinos a un Estado independiente. Esta declaración parece impactante, pero al mismo tiempo el gobierno israelí enfrenta dos problemas, nada nuevos pero siempre presentes: por un lado, las dificultades del proceso de paz con los palestinos, y por el otro los problemas para mantener la mayoría en el Knesset (Parlamento israelí). Como si todo esto fuera poco, la prensa británica informó ayer que el presidente sirio, Hafez al Assad, sufrió un ataque cerebral. La Casa Blanca aseguró que �creía� que Assad se mantenía en pleno control de su gobierno. Ante una situación general en deterioro, algunos analistas vieron una maniobra táctica en el hecho de que el Partido Laborista decidiera reconocer explícitamente el derecho palestino a un Estado. Anteriormente, la posición laborista al respecto había sido mucho más ambigua, con declaraciones tales como: �Reconocemos el derecho a la autodeterminación de los palestinos, y en ese contexto no rechazamos la creación de un Estado palestino con soberanía limitada�. La declaración que aprobará mañana un congreso partidario no dará rodeos: �Israel reconoce el derecho de los palestinos a un Estado propio, junto al Estado de Israel�. Ayer, los palestinos no parecieron apreciar el favor, porque estaban muy molestos porque Eran habló del Estado palestino como si fuera un bien transable en las negociaciones. Nada de esto: �Quiero subrayar que ése es un asunto que se abordará en las negociaciones�, disparó el jefe de la delegación palestina, Saeb Erekat. La oficina de Barak respondió recalcando que, �si un Estado palestino es creado, será un resultado de las negociaciones�. Pero Yasser Arafat reiteró su promesa-amenaza de proclamar un Estado palestino el 13 de setiembre, con o sin la aprobación de Israel. Pero Arafat ya está en peligro de perder a su actual interlocutor en el proceso de paz. Es que el delicado equilibrio en el gabinete del laborista Ehud Barak está a punto de quebrarse. Un motivo es el eterno conflicto entre el partido ultraortodoxo Shas y los laicos del Meretz por el financiamiento público de las escuelas religiosas del Shas. El ministro de Educación, Yosi Sarid (del Meretz), se había negado a aceptar un pedido de dinero del Shas. Ese partido (el tercero en importancia en el parlamento) amenazó con retirar a sus 17 diputados de la coalición. Barak decidió entonces pasar por encima a su ministro de Educación y otorgarle al Shas los 11,6 millones de dólares que pedía. A cambio, el Shas debería encolumnarse disciplinadamente detrás de las decisiones de Barak en el proceso de paz, sean cuales fueren. El Meretz (con diez escaños) ya habría decidido retirarse de la coalición de gobierno. Pero por lo menos prometió su completo apoyo a Barak mientras dure el proceso de paz. No puede decirse lo mismo de los otros dos miembros de la ecléctica coalición de Barak: el Partido Nacional religioso (PNR) y el Israel Be Alia (de inmigrantes rusos). Barak se enfrentó con estos partidos luego de que se revelara que su plan para el repliegue de junio de Cisjordania dejaría a los palestinos el control total de tres aldeas cercanas a Jerusalén. El PNR e Israel Be Alia amenazaron entonces con abandonar el gobierno. La derecha vio su oportunidad y comenzó a hablar de elecciones anticipadas. Ante esto el premier decidió postergar la decisión sobre esas aldeas por dos semanas. Y eso probablemente no les hará ninguna gracia a los palestinos. Mantenerlos contentos a ellos y a sus propios aliados simultáneamente es y sigue siendo la cuadratura del círculo para Barak.
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