Por Gustavo Veiga
El fútbol se convirtió ayer en una razón de Estado a jornada completa. El conflicto generado por la huelga de jugadores y las exigencias del gremio que los representa consumieron varias horas de la actividad desplegada por el ministro del Interior, Federico Storani, el secretario de Seguridad, Enrique Mathov y, durante un lapso del mediodía, hasta del propio presidente de la Nación, Fernando de la Rúa. Cuatro reuniones se desarrollaron a lo largo del día aunque, recién hoy, una asamblea de futbolistas determinará formalmente lo que ya se descuenta. Que se levantará el paro y que el próximo fin de semana habrá fútbol, hasta con el ingrediente �que es todo un precedente histórico� de la disputa del clásico entre Boca y River. El mismo día que las cruciales elecciones porteñas y, tal vez, una hora después de que finalice el comicio, como deslizó el titular de la cartera del Interior.
La Casa de Gobierno fue visitada desde de temprano por personajes poco acostumbrados a transitar por sus pasillos. La cúpula de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), encabezada por Sergio Marchi, su secretario general y los dirigentes Carlos Pandolfi, Juan Carlos Touriño y Jorge Domínguez, más el abogado del sindicato, Juan Carlos Suñe, tenían una audiencia con el ministro Storani en la que también estuvieron presentes el secretario Mathov y el comisario general de la Policía Federal, Rubén Santos. Cuando promediaba ese encuentro, el presidente De la Rúa se sumó a sus funcionarios y a la delegación sindical, con lo que la comitiva - según diría más tarde Sergio Marchi� consiguió �jerarquizar� las demandas que había establecido en un petitorio cuando se votó la huelga el jueves pasado. Una de las medidas más trascendentes que generó la reunión fue la decisión de implementar un Plan Nacional contra la Violencia en el Fútbol que contempla, entre otras cosas, la revisión de toda la legislación vigente en materia de espectáculos deportivos.
Cuando finalizó la audiencia en la Casa Rosada, Storani definió el contenido del diálogo como �altamente satisfactorio� y adelantó que la propuesta gubernamental era un �buen primer paso� para que finalice el conflicto que se disparó hace diez días cuando en el estadio del club Excursionistas varios jugadores de su rival, Comunicaciones, fueron atacados por barrabravas locales que, al menos en un caso �el de Adrián Barrionuevo�, estuvieron cerca de ocasionarle la muerte. La impresión de Sergio Marchi, de FAA, coincidió con el mensaje del ministro. �El Gobierno se comprometió a hacer todo lo posible para cumplir con las solicitudes de seguridad que nosotros le elevamos�, aunque supeditó el levantamiento de la medida de fuerza a la asamblea que se realizará esta tarde en la sede del sindicato.
El presidente de la Nación, quien cuando era senador nacional redactó el proyecto de ley 23.184 �luego modificado durante el gobierno de Carlos Menem, sobre la seguridad en espectáculos deportivos�, instó a su ministro del Interior a buscar �todos los mecanismos del consenso� necesarios para buscarle una solución al conflicto. Asimismo, el secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, remarcó lo obvio. Que a De la Rúa �le interesa y le importa mucho� la cuestión que derivó en el paro de futbolistas: la violencia que se respira cada fin de semana en los estadios.
Al encuentro desarrollado en Gobierno le siguió por la tarde otro cónclave en la AFA. Allí, Julio Grondona recibió a los mismos representantes de Agremiados que habían visitado a Storani y éstos le reclamaron al máximo dirigente del fútbol nacional las mismas medidas que habían dado a conocer en un petitorio ya difundido la semana anterior. La dos más importantes: resguardo de la integridad psicofísica de los futbolistas y aprovechamiento integral de los estadios. Sobre este último punto, Agremiados tendrá voz y voto en el futuro inmediato, ya que pasará a integrar el Comité de Seguridad Deportiva (que ya componen el Ministerio del Interior, la Policía Federal, el gobierno de la Ciudad de BuenosAires, la Secretaría de Deportes y la AFA). Sin embargo, también se mencionó en la víspera la posible creación de un nuevo organismo, una especie de comisión nacional para luchar contra la violencia en el fútbol.
Con las inquietudes de Agremiados en sus manos �no se había reunido con la cúpula sindical desde su regreso de Europa�, Grondona manifestó que �si se disputa el clásico entre Boca y River el domingo será una señal de que estamos progresando�, lo que puede entenderse como algo más que una expresión de deseos. Si hasta el propio Storani había deslizado esa posibilidad pese a las elecciones porteñas.
Cuando culminó su reunión vespertina con Agremiados, al presidente de la AFA le restaba disuadir �lo logró en apenas algo más de dos horas� a su propia tropa. Los dirigentes de los clubes y, en particular, aquellos que representan a las instituciones más débiles que juegan en las categorías del Ascenso. Desde el viejo edificio de la calle Viamonte 1366 partió poco después una delegación de directivos hacia las oficinas del subsecretario de Gobierno de la ciudad, Jorge Enríquez, para establecer las condiciones de seguridad que se brindarán cuando regrese el fútbol a partir de pasado mañana y más allá del paro decretado por la CGT disidente que encabeza el camionero Hugo Moyano para el viernes. Claro está: resta un detalle de forma que, tal como se planteó la jornada de ayer, ahora no parece un obstáculo. Que los futbolistas levanten el paro y vuelvan a ponerse los pantalones cortos.
�¿Y qué querés? Sin fútbol se pudre todo�
�Se aprobó por unanimidad garantizar las integridad psicofísica de los jugadores.� De esta manera, el primer dirigente en salir de la reunión extraordinaria del Comité Ejecutivo de la AFA, el presidente de Argentinos, Oscar Giménez, comunicó la novedad que podría destrabar hoy el conflicto del fútbol. A su turno, los demás dirigentes de Primera dieron una versión similar. En cambio, muy diferente era la posición de los directivos de las otras categorías, que votaron en favor de la medida pese a estar abiertamente en contra. Antes de comenzar la reunión, los representantes de los clubes de Ascenso aseguraban que no iban a firmar el petitorio, ya que no podían responsabilizarse de la seguridad de los jugadores. �No puedo garantizar nada�, comentó el titular de Dock Sud, Jorge Ferro. �Si en la AMIA no se pudo evitar el atentado, cómo nosotros podemos garantizar seguridad�, opinó el presidente de Huracán, Jorge Cassini. �Me puedo comprometer ante la AFA a brindar protección, pero no a responsabilizarme ante Agremiados de la integridad de los jugadores�, señaló el presidente de Tigre, Rodolfo Bianchi.
Sin embargo, la férrea postura se mantuvo hasta que ingresaron a la asamblea. Pese a que los directivos plantearon el tema, a la hora de votar prevaleció el interés de los dirigentes de mayor peso por encontrarle una rápida solución al conflicto. Tanto que ya aprobaron el cronograma de partido de la 11ª fecha para este fin de semana, con los encuentros televisados incluidos, aunque Agremiados todavía no levantó la medida de fuerza.
Al término de la reunión, Ferro le confió a Página/12: �¿Qué querés que se haga? Tuvimos que aprobar porque había que destrabar esto. Sin fútbol se pudre todo. Si llega a pasar algo no sé qué puede suceder, porque ningún club del ascenso puede brindar seguridad�. Otra vez quedó la sensación de que en la AFA �todo pasa�. |
El Gobierno hace jueguito
combatiendo el malhumor
La decisión de De la Rúa de hacerse cargo personalmente del paro tiene claras motivaciones políticas: ocuparse de un tema que produce malhumor social, mantener la iniciativa y proponer una nueva agenda tras la reforma laboral.
Por José Natanson
La decisión de Fernando de la Rúa de ocuparse personalmente del conflicto del fútbol no es casual y se explica por algo más que su fanatismo por Boca o sus olvidadas dotes de delantero. El Presidente está convencido de que la suspensión de los partidos contribuye como pocas cosas al malhumor social. Y no quiere perder la iniciativa en un ningún tema vinculado a la seguridad. Además, con la transformación del fútbol en una política de Estado, el Gobierno ha encontrado un eje en el que centrar la iniciativa luego del vacío que dejó la ley de Reforma Laboral.
De la Rúa es fanático del fútbol. Durante el gobierno de Arturo Illia, cuando trabajaba como jefe de asesores del Ministerio del Interior, jugaba de nueve en el equipo de la cartera. De a poco fue abandonando las canchas. Uno de sus últimos partidos fue en 1984, un encuentro promocional entre dirigentes radicales y futbolistas que aprobaban el acuerdo con Chile por el Beagle. En uno de los pocos pases que recibió, De la Rúa se encontraba solo frente al arco y erró un gol cantado. El Presidente ya no juega, pero su costumbre de mirar �Fútbol de Primera� los domingos y su fanatismo por Boca y Belgrano de Córdoba persisten.
Está siempre atento al tema, del que conversa con Enrique �Coti� Nosiglia, quien suele participar de la política interna de Boca, y con Federico Polak, el asesor presidencial que fue interventor de ese club durante la gestión de Raúl Alfonsín. Por eso, cuando la semana pasada los futbolistas iniciaron el paro, el Presidente decidió ocuparse personalmente del asunto. �Es importante. Tenemos que hacer algo�, le dijo a Carlos �Chacho� Alvarez durante un encuentro en la Casa Rosada.
De la Rúa dio instrucciones a Federico Storani para que comenzara los contactos con los distintos sectores y ordenó estudiar un proyecto para agravar las penas a los responsables de la violencia en las canchas. Pero no se detuvo ahí. Ayer, el Presidente decidió sorpresivamente alterar el temario de la reunión de gabinete para incluir la violencia en el fútbol, sobre lo que expuso Federico Storani. Cuando concluyó el encuentro, De la Rúa volvió a sorprender incorporándose sin previo aviso a la reunión que mantenía Storani con los representantes de los futbolistas.
La preocupación presidencial se explica por algo más que su fanatismo futbolero. �De la Rúa es un político y está acostumbrado a oler el malhumor de la gente. Sabe que la suspensión del fútbol no conviene, sobre todo cuando hay elecciones�, explicó un funcionario. �Además, la violencia es una de las preocupaciones centrales de la sociedad. No queremos que nadie nos saque la iniciativa en este tema�, agregó.
Pero hay otras razones. Con el okey del Senado a la reforma laboral, el Gobierno ganó una batalla y, al mismo tiempo, perdió el eje central alrededor del que había orientado buena parte de su energía política durante los últimos meses. En otras palabras, se quedó sin un objetivo nítido de corto plazo. La decisión de priorizar el tema del fútbol se explica también por la necesidad de encontrar una nueva iniciativa. �De la Rúa estudió el caso de España, que en 1982 tenía un problema parecido y logró solucionarlo. Sabe que es difícil, pero le gustaría que su gobierno quedara como el gobierno que cambió el fútbol�, aseguró a Página/12 una fuente de la Casa Rosada.
Más allá de la ambición, lo cierto es que el Presidente tiene antecedentes en el tema. En 1985, luego de la muerte de un chico de 14 años en la cancha de Independiente, el Congreso aprobó un proyecto sobre violencia en el fútbol que había redactado el entonces senador. El proyecto se popularizó como �ley De la Rúa�.
opinion
Por Mario Wainfeld |
Los riesgos de mover el rey
Antes de que Fernando de la Rúa fuera elegido Presidente, en plena campaña electoral, el senador Antonio Cafiero imaginó un cuadro ominoso del futuro si el candidato aliancista ganaba. �¿Se imagina algo más aburrido que un domingo sin fútbol en un gobierno de De la Rúa?� El domingo pasado la pesadilla se hizo realidad. Para peor, era víspera de un 1º de Mayo y ambos días llovió a baldazos. Y el aburrimiento, teñido de encono, hijo del vacío existencial que invade a buena parte de los porteños los domingos sin fútbol, se sentía en el aire. Para un gobierno que mide su imagen casi a diario y que juega buena parte de su futuro en la elección del domingo 7, el malhumor de los porteños no es un dato menor. Dedicarse a la huelga de jugadores era, si no una necesidad, un hábil atajo pragmático para ocuparse de �lo que le interesa a la gente�.
Por añadidura, la seguridad en las canchas es un tema grave que sufrió un cambio cualitativo con los incidentes del partido Excursionistas- Comunicaciones. Un jugador de los 60 que pasó por Atlanta y Vélez, pendenciero y buscapleitos, Juan Carlos �Pichino� Carone explicaba taimado que su costumbre de provocar a colegas y tribunas adversarios no implicaba un coraje suicida: �Jamás un jugador murió en una cancha�. Una verdad irrevocable por décadas que caducó el otro día en el estadio de Excursionistas, donde la violencia contra los visitantes superó cualquier límite y precedente. Claro que el Gobierno debe, en tamaños casos, poner manos a la obra.
De ahí a comprometer en la cruzada al propio Presidente media un campo tan extenso como Maracaná o Wembley, que el oficialismo transitó ayer a grandes zancadas. Fernando de la Rúa se puso a la cabeza de la guerra estratégica contra la violencia en las canchas (una guerra muy difícil de ganar) y de la batalla táctica contra la falta de fútbol de AFA en los próximos días (una batalla ganable).
El Gobierno movió su pieza más importante, siguiendo una praxis que sin duda emana de la propia Presidencia. La primera persona del singular campeó en la propaganda preelectoral de Fernando de la Rúa, en su discurso inicial ante el Congreso, en el de apertura de las sesiones ordinarias, en el referido a la evasión difundido por la cadena oficial que �sin mayor drama� se transformó en spot publicitario. Y ayer.
La finalidad de ese ejercicio repetido del yoísmo (que nació durante la campaña cuando el peronismo buscaba instalar que De la Rúa era �débil�) es evidente: reforzar la figura del Presidente, demostrar que tiene el timón del Estado, diferenciarlo positivamente de las ominosas sombras de Arturo Illia y de Raúl Alfonsín.
Los riesgos de ese modo de obrar son también ostensibles. En caso de fracasar la medida, se resiente el propio crédito presidencial. Si el spot sobre la evasión que sigue en pantalla no produce pánico entre los grandes evasores, será De la Rúa quien fracase. También pagará los costos si, regresada la fiesta futbolera, la violencia salpica las canchas. Se dirá: es el peligro de exponerse, de tomar decisiones y tal vez así sea.
Otras preguntas más intrincadas quedan picando. Esa permanente apelación al yo, esa necesidad de jugar al rey en cada escaramuza, ¿no contradice el mensaje institucionalista de la Alianza? ¿No repite, con otro estilo, la personalización del poder propia del menemismo? ¿Cómo se compatibiliza la permanente mención a �Presidente De la Rúa� con la jerarquización del �gabinete de lujo� que el Presidente se ufanó de haber designado, que ciertamente no funciona a su gusto y que da un paso al costado toda vez que hay que ponerse delante de las cámaras para anunciar decisiones relevantes? |
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