Por Felipe Yapur
La sombra del presidente tortuga Arturo Illia siempre sobrevoló la imagen de Fernando de la Rúa. La primera aparición del fantasma vino de las propias filas de la UCR, en abril de 1999, cuando Raúl Alfonsín se quejó de la lentitud del entonces candidato presidencial para tomar decisiones. Un año más tarde, el estigma reapareció desde el PJ y de boca de alguien inesperado: Carlos Ruckauf. La modificación de su discurso se debió, fundamentalmente, a la presión que ejercen los gobernadores del PJ de las provincias chicas, cansados de �su buena onda� con el Presidente.
En la vereda justicialista, la crítica a la lentitud y hasta pérdida de iniciativas del Presidente tiene razones diferentes. Algunos lo hacen por convicción, otros por conveniencia. Entre los primeros están los gobernadores de las llamadas provincias chicas, que a principios de año conformaron el Frente Federal Solidario. El grupo nació con la intención de equilibrar las fuerzas internas del partido frente a gobernadores como Carlos Ruckauf, el cordobés José Manuel de la Sota y el santafesino Carlos Reutemann, hasta tanto se resuelva la pelea por la conducción del partido. Los tres mandatarios, pero sobre todo el bonaerense, son los que mejor feeling tienen con De la Rúa. Intentando que el nexo entre oposición y oficialismo no pase sólo por estos mandatarios, gobernadores como Juan Carlos Romero (Salta) y Néstor Kirchner (Santa Cruz) conformaron el frente, mucho más duro y menos condescendiente con el Presidente.
Este fue el panorama en el justicialismo hasta el encuentro de los gobernadores del 25 de abril en el CFI. Allí llovieron las críticas a De la Rúa y a sus dos ministros frepasistas, Alberto Flamarique y Graciela Fernández Meijide. Se recordaron promesas incumplidas de reactivación económica, se señaló la �lentitud� en transparentar el gasto social y alguno se animó a llamar al Presidente �papel celofán, porque es transparente pero no sirve para nada�. Sorpresivamente, la carta que redactaron los mandatarios para enviar al Gobierno llevaba también la firma de los gobernadores de las provincias consideradas grandes, Ruckauf incluido.
El cambio de actitud del bonaerense tiene una razón. Hacia afuera, el mediático Ruckauf dejó trascender que �él lo va a seguir acompañando al Presidente pero no a cualquier parte�. Sus hombres dicen que en los encuentros de gobernadores justicialistas Ruckauf era el encargado de �poner paños fríos� a la vehemencia de los que querían romper lanzas a cualquier costo. Pero en la última reunión, el freno de Ruckauf no sirvió cuando el Lole disparó sus quejas hacia la política social de la Alianza, por lo que no tuvo más remedio que plegarse a las críticas. �Es bueno marcar los errores, porque así también se lo puede ayudar al Presidente�, mandó a decir el bonaerense para demostrar que el cambio de clima no es permanente. �No pasamos del sol a la tormenta, sólo se nubló�, graficó un colaborador del gobernador.
En su entorno, el siempre sonriente gobernador admite que era preciso cambiar la actitud para con el Gobierno porque �la buena onda� le estaba generando un alto costo político dentro del PJ. Ruckauf siempre se cuidó de anunciar sus reuniones con el Presidente, valiéndose de aquel viejo teorema que reza que �el que avisa no es traidor�. El anticipo no evitó las molestias entre los gobernadores del Frente que, cansados de quedar a un lado de las conversaciones con el poder, lo obligaron desde una posición de fuerza y también desde los condicionamientos de la crisis económica a modificar su relación con el Presidente �tortuga�.
El rumbo que hoy adopta el PJ tiene una clara necesidad de búsqueda de rédito político, pero las críticas a la lentitud del mandatario presidencial no son de uso exclusivo de la oposición. En las oficinas de algunos diputados de la Alianza también han comenzado a escucharse quejas por �la obsesión presidencial de controlar todo� que lleva a que leyesconsideradas claves demoren más en salir del despacho presidencial que de una peleada sesión legislativa.
�Lento pero seguro�, se lo escuchó decir sobre el Presidente a un estrecho colaborador de un ministro que recorrió los pasillos del Senado cuando se discutió, represión policial mediante, la reforma laboral. �No sólo debía tener el OK de los técnicos del ministerio, sino que también debía leerlo antes el Presidente. Esa fue una de las tantas razones por la que se demoró la aprobación de las modificaciones a la ley�, confesó el colaborador de Flamarique al tiempo que reía cuando algunos periodistas le recordaron el apodo que había cosechado durante su gestión el también cordobés Illia. �Es verdad, en eso se le parece mucho�, dijo y se llamó a silencio. La controvertida ley sirvió para que algunos legisladores oficialistas mostraran no sólo su desacuerdo con la norma en cuestión, sino para que también expresaran su oposición a que las únicas iniciativas que bajen del Gobierno sean exclusivamente del área económica.
�De la Rúa tiene la obsesión de controlar la letra y la redacción de las leyes que envía al Parlamento, para que no dejen lugar a equivocaciones futuras o consecuencias no deseadas�, dijo un legislador de la Alianza.
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