Por Diego Schurman
Hugo Moyano apostará al �paro vidriera�. Ante la dificultad para lograr una adhesión masiva a la huelga del viernes, sobre todo en el sector industrial, la CGT rebelde trabaja ahora para asegurar, al menos, una protesta de fuerte impacto visual. Esto es, que la gente, además de sentirlo, �vea� el paro a través de la falta de la recolección de residuos y la disminución de las frecuencias del transporte público.
Moyano ajustará detalles de la medida de fuerza durante el día de hoy, en un plenario que se celebrará en el sindicato de los camioneros. La columna vertebral de la CGT rebelde la integran los gremios del transporte, que son claves en la implementación de un paro, aunque no lo garantizan por sí solos.
Por eso existe una orden expresa dirigida a aquellos sectores donde la protesta se hace notar para que redoblen sus esfuerzos. Esto abarca a camioneros �encargados de la recolección de residuos�, colectiveros y ferroviarios. Del sector industrial las expectativas están concentradas en los metalúrgicos y los mecánicos.
Moyano contará con el apoyo de la CTA de Víctor De Gennaro. Históricamente esta central autónoma se ha pronunciado a favor de las medidas de fuerza contra el modelo económico. En la CTA se concentran estatales y docentes de la Federación de Trabajadores de la Educación (CTERA). Ayer los rebeldes obtuvieron el respaldo de los docentes privados del SADOP. Y también de la Federación Gráfica Bonaerense.
Para contrarrestar la crítica del Gobierno, que acusa a los sindicalistas �de apostar a la confrontación por la confrontación misma�, la CGT rebelde le hizo llegar ayer a Fernando de la Rúa una carta con cinco medidas para aplicar �de inmediato�:
El otorgamiento de un subsidio para jefas y jefes de hogar desocupados.
El incremento del haber mínimo jubilatorio.
El aumento del salario mínimo, vital y móvil.
La eliminación del IVA a los bienes que integran la canasta familiar.
El aumento de los aranceles para proteger la producción y el trabajo nacional.
El texto aclara que la batalla no es contra el Gobierno sino contra el poder concentrado y el Fondo Monetario Internacional, a quienes considera verdaderos artífices de la flexibilización laboral que sancionará en los próximos días el Congreso.
La reacción en el Gobierno fue homogénea. Tanto el Presidente como el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, se ocuparon de �ningunear� a los rebeldes. Lo hicieron restándoles legitimidad, al asegurar que hay una sola CGT inscripta, en relación a la CGT oficial de Rodolfo Daer, que no adhiere a la protesta y que reúne a los sindicatos de Comercio, Sanidad, Luz y Fuerza y Alimentación, entre otros.
Es tal el entusiasmo en la Casa Rosada luego de haber logrado que los senadores justicialistas votaran la reforma laboral �pese a la resistencia de Moyano�, que por estas horas funcionarios de Economía prometen una nueva embestida contra el sindicalismo. Se trata de un viejo anhelo del Banco Mundial y el FMI: la desregulación total del sistema de salud, para que las empresas de medicina prepaga compitan libremente con las obras sociales sindicales.
La ley, aprobada en Comisión
La Alianza aprobará hoy en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados el proyecto de reforma laboral votado por el Senado, aunque difícilmente consiga sancionar la ley en la sesión del próximo jueves como consecuencia de la renuencia del Justicialismo y Acción por la República a dar quórum. La reticencia del PJ a bajar al recinto se debe, según confirmaron operadores del bloque, �a la negativa del oficialismo a cumplir con el compromiso de votar la partida de 160 millones de pesos para los planes Trabajar y que había sido acordado entre los Senadores cuando se modificó la reforma laboral�. La Alianza tiene 124 diputados y, con asistencia perfecta, necesita cinco más para abrir una sesión. Nueve oficialistas �entre los que se encuentran los socialistas, la radical Elisa Carrió y la aeronavegante Alicia Castro, entre otros� votarán en contra del proyecto. Estos repetirán la posición que tuvieron cuando la polémica norma llegó a Diputados, pero le prometieron al titular del bloque, Darío Alessandro, que estarán presentes cuando el timbre llame a sesionar. |
opinion
Por Eduardo Aliverti |
Mentiras que están de moda
El Senado sancionó hace unos días la más formidable ficción política de los últimos tiempos. Y lo acompañó tanto el Gobierno como el sindicalismo presuntamente combativo.
Hay algunas mentiras de las capas dirigentes que ya forman parte del folklore cotidiano. Las que se escuchan en campaña electoral, por ejemplo, aunque algunas sean verdaderamente escandalosas. Respecto de la seguridad, sin ir más lejos, la ley de autonomía porteña establece en su artículo sexto que está a cargo del Estado nacional. Es una limitación absoluta impuesta a la autonomía capitalina por la denominada Ley Cafiero: los porteños no sólo no pueden ejercer autoridad alguna sobre la Policía, sino que tampoco están en condiciones, siquiera, de legislar sobre seguridad. Sin embargo, casi todos los candidatos prometen oro y moro en torno de la �tranquilidad de los vecinos� (Cavallo llega a proponer un policía por cuadra, como si además de un delirio fuese a estar entre sus atribuciones). De todos modos, queda dicho que el estar en campaña amortigua los efectos de la falacia, aunque también lleva a interrogarse sobre la �sanidad� ética de este comportamiento.
En el caso de la �reforma laboral�, en cambio, y pese a que igualmente se inserta en las próximas elecciones, el carácter de la ficción excede a una coyuntura. Su mentira es estructural, porque se trata de una artimaña de subsistencia de diferentes estadíos dirigentes en base al problema más grave de los argentinos: desempleo y condiciones de trabajo. El Gobierno inventa al enemigo sindical para seguir ocupando algún centro de la escena mediática, y legisladores y gremialistas inventan que la ley es determinante para �según sea� bajar o incrementar la desocupación. Pero los dos cuerpos de �contendientes� saben a la perfección que el mercado laboral está flexibilizado de hecho y a lo bestia (si es por precarizar las normas de empleo en la búsqueda de aumentarlo) y que precisamente por eso lo sancionado alcanza a una ínfima parte de los trabajadores (si fuera por defenderlos a todos).
No curiosamente el establishment local, acostumbrado a lobbies constantes y fortísimos cuando sus intereses pueden verse afectados, esta vez guardó un silencio sólo alterado por alguno de sus órganos periodísticos. Tienen plena seguridad de que la ley es una interna político-institucional, con efectos nulos en la vida cotidiana de sus trabajadores y empresas. Es decir: una relación directamente proporcional entre la magnitud de lo ficticio y la despreocupación de los poderosos.
En medio de ello, el drama del desempleo. Lo último con que debieran entretenerse, en la búsqueda de disimular el nulo espacio que la economía le dejó a la política. |
|