Por Sergio Kiernan
Tres inmigrantes activos en el campo de los derechos humanos presentaron la primera denuncia penal utilizando la ley antidiscriminatoria, iniciando lo que puede ser un proceso que siente jurisprudencia. Teresita Graciela Asilvera Orona, presidenta de la Asociación Mujeres Inmigrantes Latinoamericanas por los Derechos Humanos �Micaela Bastidas�, Dolores Lidia Díaz de Moreno, coordinadora de la Comisión de los Derechos Humanos de Paraguayos Residentes en Buenos Aires y Félix Zapata Arias, presidente de la Federación de Asociaciones Civiles Bolivianas, acusaron a los periodistas Daniel Hadad y Luis Pazos por el delito de discriminación racial, a raíz de la nota de tapa del número tres de la revista La Primera, titulada �Invasión silenciosa�.
La causa 4955, que quedó radicada ante el juez federal Claudio Bonadío, es un escrito breve y contundente que busca una aplicación novedosa de la ley 23.592. Hasta el momento, este instrumento que intenta atacar la discriminación fue aplicado para confiscar propaganda neonazi y racista, y como agravante, en casos penales como el de los skinheads de Belgrano, que golpearon a un joven por creerlo judío. La novedad en este caso consiste en que la acusación es la �ejercer� una postura racista y difundirla. La discriminación en sí misma pasa a ser el objeto de la demanda.
Para los denunciantes, la nota escrita por Pazos y editada por Hadad sólo tiene como objetivo discriminar a los inmigrantes bolivianos, peruanos y paraguayos. El escrito fundamentando el caso recorre las particularidades de la nota de La Primera: el uso de adjetivos como �promiscuos�, �oscuros� o �delincuentes�, la clara edición de imágenes que sólo muestra a supuestos inmigrantes �de tez oscura y pelo negro�, las afirmaciones brutales como �los inmigrantes trampean para obtener la ciudadanía argentina� o �les quitan el trabajo a los argentinos�.
Citando la nota publicada en Página/12 el 9 de abril, los demandantes explican al juez la �inexacta información que utilizaron los aquí denunciados�. �Invasión silenciosa�, afirma, por ejemplo, que una escuela de Flores �no tiene vacantes para argentinos� porque �el 80 por ciento de los alumnos son inmigrantes de países limítrofes�. Pero la directora de la escuela afirmó que es �un 30 por ciento� de su alumnado el que nació en el exterior y que nadie de la revista La Primera la consultó. Más grave es la deformación que hace la publicación de una declaración de Patricia Bullrich, secretaria de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios, que aparece diciendo que �el 20 por ciento de los presos en la Argentina es de origen extranjero�. La funcionaria se refería en realidad a la población de encausados en las prisiones del sistema federal, o sea al 20 por ciento de un total de 6800 detenidos: apenas 1250 presos. La supuesta ola criminal que sugiere La Primera queda reducida a un grupo ínfimo de encausados que, según fuentes judiciales, se reduce mucho más a la hora de las condenas en firme.
Basados en estos y otros ejemplos, y citando los antecedentes legales, constitucionales y jurídicos que rigen la inmigración, los demandantes encuentran una �conducta y discurso discriminatorio� en Hadad y Pazos. �El artículo del Sr. Pazos se sustenta en la falsa información y en un burdo artilugio que deja al desnudo el verdadero carácter discriminatorio de la nota�, afirma la denuncia, que señala �afirmaciones completamente falsas� y una �carencia absoluta de análisis sobre las causas del fenómeno inmigratorio�. El resultado de esta �construcción� es, para los denunciantes, �una propaganda xenófoba, tendiente a promover el odio y la persecución de un grupo de personas�.
Para Asilvera, Díaz de Moreno y Zapata, el artículo de La Primera no busca informar sino �crear un cliché: todos los inmigrantes de países limítrofes son ilegales, invasores, evasores impositivos que utilizan el sistema educativo y de salud nacionales quitándoles la educación y la salud a los argentinos�. Y eso, para los denunciantes, es discriminación lisa y llana en los términos del artículo 3 de la ley, que impone una penade un mes a tres años de prisión a �quienes por cualquier medio alentaren o incitaren a la persecución o el odio contra una persona o grupos de personas a causa de su raza, religión, nacionalidad o ideas políticas�.
Los sorprendentes resultados de una encuesta entre inmigrantes
Un caso de amor con un país ingrato
Por S. K.
Una encuesta del Centro de Estudios Nueva Mayoría realizada entre inmigrantes bolivianos permitió trazar un retrato de esa comunidad tan atacada. Es un retrato que desnuda su indefensión y su dificultad de residir legalmente en la Argentina. Uno de los mitos que el estudio quiebra es el de la �industria del documento�: los inmigrantes bolivianos que contestaron la encuesta, que era anónima por completo y segura para los participantes, dijeron en su abrumadora mayoría desconocer empresas o gestores que arreglaran los trámites. Apenas un 17 por ciento sabía de esas empresas facilitadoras de residencias; el resto hizo la cola y reunió los muchos papeles exigidos por su cuenta, o planea hacerlo. Otro dato llamativo es que mientras que una mayoría absoluta de los inmigrantes de este origen se siente discriminado, vivió situaciones concretas de discriminación y está convencida de que los argentinos los rechazan �por los rasgos de los bolivianos�, la mitad de los encuestados quiere quedarse en el país, asegura que le va bien y que está �mejor que en Bolivia� y �feliz�.
La inmigración boliviana es mucho más estable y menos oportunista que la que la pintan sus enemigos. El 41 por ciento de los residentes de ese origen lleva más de seis años entre nosotros, mientras que otro 27 por ciento tiene por lo menos tres. Apenas un 9 por ciento tiene menos de un año en la Argentina. Esta estabilidad se ve reforzada por las expectativas de los inmigrantes: casi la mitad planea quedarse �definitivamente� en el país, sólo uno de cada cuatro piensa en una estadía corta y otro cuarto no sabe realmente cuánto podrá quedarse. Las razones de la inmigración son las típicas: un 55 por ciento se desarraigó para trabajar, crecer económicamente o evitar la �vida muy difícil� de Bolivia. Un sorprendente quinto de los encuestados dio como razón de su emigración el �interés por conocer la Argentina�.
Ese interés no parece ser recíproco. Apenas un 52 por ciento reconoce un buen trato por parte de los argentinos, mientras que un 39% lo considera �regular� y una minoría, el 6 por ciento, francamente malo. El Estado parece ser el elemento más duro hacia el inmigrante: mientras que un 72 por ciento se siente bien tratado por sus vecinos y un 54 está cómodo en su trabajo, el porcentaje disminuye drásticamente cuando se habla de �autoridades� (25%), �policía� (34%), y �reparticiones públicas� (35%). Ni las escuelas abren los brazos, y tienen sólo un 44 por ciento de aceptación, mientras que los hospitales son las únicas instituciones donde los bolivianos se sienten bienvenidos, en un 55 por ciento.
Como resultado, un 65 por ciento de los bolivianos se siente inseguro en la Argentina y apenas un 40 por ciento ve sus derechos respetados. La sensación corresponde con la realidad: el 57 por ciento de los bolivianos se sintió discriminado por lo menos una vez. El peor ámbito es el más simple, la calle, en la que ocurrieron el 53 por ciento de los incidentes. El lugar de trabajo es la escena de la cuarta parte de los problemas de discriminación, el ámbito de estudio del 8% y los locales bailables, del 4%. Esta información concreta sobre incidentes concretos explica por qué el 73 por ciento de los bolivianos siente que la sociedad argentina discrimina. De esa mayoría que no se ve bienvenida, un 48 por ciento asegura que los argentinos discriminamos �mucho�.
¿Quiénes son los más reactivos a la presencia extranjera? El resultado obtenido por el estudio que dirige Rosendo Fraga es más que peculiar, por la polarización que muestra. Mientras que un tercio de los entrevistados siente que �todos� los argentinos discriminamos, un cuarto afirma que los peores son �la gente de dinero� y otro cuarto que son �la gente de pocos recursos�. Las �autoridades�, con un 9 por ciento, y los periodistas, con un 3%, ocupan los lugares más bajos en la lista.
Para quien recibe este trato, sus causas son claras. Un 27 por ciento afirma que la mala reacción es �por los rasgos físicos de los bolivianos�: en buen romance, por racismo. Un 24 por ciento culpa los problemaseconómicos que vive el país, mientras que un 13 por ciento señala �la manera de ser de los argentinos�, el mismo porcentaje que ve la raíz en �la manera de ser de los bolivianos�. Este lado autocrítico es bastante fuerte: un 30 por ciento de los inmigrantes de este origen admite que hay delincuentes entre ellos, aunque apenas un 12% piensa que son �muchos�.
Con una mayoría de sus miembros que no puede conseguir trabajos estables y que gana entre 200 y 400 pesos, asombra que más de la mitad de la comunidad boliviana sienta �agradecimiento�, �felicidad� o �ganas de quedarse y progresar�.
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