Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


ASESINARON A UN ADOLESCENTE QUE ESTABA INTERNADO EN UNA CLINICA
Cinco cuchilladas entre las sábanas

El chico estaba internado por un balazo. Dos hombres lo apuñalaron frente a otro paciente. Sería un ajuste de barrabravas.

Dante Cecconi, director médico del Sanatorio Wilde, donde ocurrió el asesinato.
Los dos hombres se hicieron pasar por visitas y al llegar al cuarto acuchillaron al chico.


Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes) Un adolescente de 16 años fue asesinado poco antes de la medianoche del lunes, de cinco puñaladas, mientras permanecía internado en una clínica de Sarandí. Horacio Suárez, la víctima, se reponía de una herida de bala en una de sus piernas. La historia del adolescente llevó a los investigadores a barajar rápidamente la hipótesis de un ajuste de cuentas: Suárez había sido intervenido quirúrgicamente el 5 de abril en el Hospital Argerich. El joven acusó haber sido víctima de un asalto en La Boca, pero al ser internado ocultó su verdadera identidad. Página/12 pudo saber que en enero Suárez quedó envuelto en el homicidio de Richard Moreira, durante una pelea entre facciones enfrentadas de la barra brava de Independiente y que en los últimos dos meses se había mudado tres veces de barrio. �Alguien lo perseguía�, señaló uno de los investigadores. El lunes, los dos asesinos del adolescente cumplieron su venganza con limpieza, incluso limpiaron la hoja ensangrentada del cuchillo en una sábana. Pero dejaron olvidado un detalle: un paquete de galletitas que fue la clave para determinar sus identidades.
La Clínica y Sanatorio Eduardo Wilde está ubicada en la esquina de la avenida Mitre y Cassazza, Mitre al 4200, en Sarandí, partido de Avellaneda. Es un instituto médico de vieja data en el barrio. Cuenta con 31 camas de internación, distribuidas a razón de dos o tres por habitación. El 6 de abril pasado, la cama 31 del primer piso fue ocupada por un paciente derivado del Hospital Argerich. Su nombre, Horacio Suárez, de 16 años. �Llegó con todos los papeles, su historia clínica y presentó su carnet de la Obra Social de Empleados Municipales de Avellaneda�, dijo a este diario el director médico de la institución, Dante Cecconi. �Había sido intervenido en el Argerich por una herida de bala en el fémur derecho, con fractura expuesta. Le habían colocado clavos.�
Suárez había ingresado al Argerich el 5, a última hora. �Me quisieron asaltar en el puente de La Boca, me resistí y me la dieron�, aseguró a los médicos el adolescente. Pero cuando le pidieron su nombre dijo llamarse Fabián Fernández y como tal pasó a la sala de operaciones. Los médicos informaron a la Comisaría 24ª, que tomó intervención en el caso. Horas después, la madre del joven sacó a relucir la verdadera identidad al iniciar los trámites de derivación al Sanatorio Wilde.
Pero Suárez no sólo ocultaba su nombre. También su historia, marcada como la de un integrante de una de las facciones internas de la barra brava de Independiente. �Los Suárez son varios hermanos, viven con la madre en los monoblocks del barrio 4 de Junio, detrás del Wal Mart�, señaló una fuente cercana a la investigación. �El apellido es conocido en la zona. Tuvieron entradas por robo y robo agravado y responden a un tal Sting, que maneja una parte de la barra de los rojos. Ellos vienen a ser como el grupo de choque.� Entre los constantes enfrentamientos, uno dejó huellas difíciles de borrar: el 9 de enero, dos de los Suárez fusilaron a Richard y Milton Moreira, miembros de una facción opuesta. Richard murió, pero Milton logró reponerse (ver aparte). �La madre de los Moreira señaló a Horacio Suárez como uno de los autores del crimen�, agregó la fuente.
Durante 25 días, el adolescente pasó por un paciente más en su nuevo destino, la Clínica Wilde. �Todos los días había familiares que lo acompañaban�, sostuvo el médico Cecconi. El 1º de mayo ocupaba la cama 31, en un cuarto ubicado en el primer piso y cuya puerta es la primera que se abre sobre la sala de espera de terapia intensiva, apenas saliendo de la escalera que lleva a la planta baja. A su lado, en la cama 30 descansaba un paciente de edad avanzada, internado por problemas neurológicos. Ese día, a Suárez lo acompañaba su cuñado, Carlos Fernández, de unos 30 años, y al otro paciente, su esposa.
Alrededor de las once de la noche del lunes, dos hombres �de entre 25 y 30 años, bien vestidos y con la cara chupada� �según los testimonios tomados en la clínica�, se presentaron en la recepción. �Somos familiares de Suárez, venimos a reemplazar a la visita y de paso le traemos esto�, explicaron y simultáneamente mostraron una bolsita de un minimercado de una estación de servicio próxima, donde llevaban una botella de agua mineral y una caja de Kesitas. �Es arriba, en la 31�, indicó el recepcionista. Los dos subieron la escalera. �Es ésta�, les confirmó una enfermera, y por allí entraron.
Cerraron, sacaron dos armas de fuego y con autoridad uno de ellos introdujo a Fernández en el baño. �Usted no mire, dése vuelta�, ordenó el otro a la mujer del paciente. Después sacó un grueso cuchillo, le quitó la vaina de cuerina y le asestó a Suárez cinco puñaladas, dos en el pecho, una en la axila y otras dos en el cuello. Acto seguido, el homicida limpió el cuchillo con la sábana, y los dos visitantes se retiraron como habían entrado, sin llamar la atención. La DDI de Lanús, conducida por el comisario Claudio Smith, quien está a cargo de la investigación, anoche no había dado con ellos.
Los médicos del instituto se enteraron del crimen cuando Fernández salió del baño gritando �¡Lo cortaron! ¡Lo cortaron!�. El cuñado de la víctima aseguró no conocer a los homicidas. Pero los visitantes dejaron una seña que derivó en su identificación: junto al cuerpo de Suárez descansaba el paquete de Kesitas. Según reveló a este diario una fuente próxima a la investigación, los investigadores lograron ubicar el comercio donde fueron compradas las galletitas. Allí se encontraba la solución del misterio: la imagen de los visitantes había quedado grabada en el video de seguridad del minimercado.

 


 

LUCHA SANGRIENTA ENTRE BARRABRAVAS
Avellaneda rojo shocking

El crimen del pibe Horacio Suárez es un capítulo más de la saga violenta que vienen protagonizando grupos rivales en los monoblocks del barrio 4 de Junio, de Avellaneda, y que esconde una lucha por el poder dentro de la barra brava de Independiente, una disputa que ya se anotó más de una muerte. A Suárez le cobraron una cuenta pendiente: el crimen de Richard Moreira, ocurrido frente a su casa, tras una discusión, en la tarde del domingo 9 de enero último.
Moreira, dicen los conocedores del barrio, trabajaba para el grupo de la barra brava �roja� liderado por Walter Linari, un hombre que estuvo en prisión, acusado por el crimen del hincha de Racing Waldo Rodríguez, en 1997, pero que quedó en libertad por falta de mérito. Según fuentes policiales, Suárez y sus hermanos integraban el grupo rival, una fracción que supo liderar el �Guli� Ramos �que también fue asesinado� y que ahora conduce un tal �Sting�, quien también perdió a dos hermanos en hechos violentos.
El primer hecho ocurrió en la tarde del domingo 9 de enero, tras una violenta discusión entre los hermanos Moreira y dos agresores, vecinos del barrio, a quienes los vecinos identifican como �Rocky� y �El Perrito�. La pelea terminó cuando uno de los atacantes sacó un revólver y descargó seis balazos: dos le pegaron a Richard, de 30 años, quien estaba a punto de ser padre, y otros cuatro hirieron a su hermano Milton, de 28. El primero murió en el hospital, mientras lo atendían, mientras que el otro fue operado y logró sobrevivir. 
Los familiares de las víctimas acusaron por el hecho a �los hermanos Suárez�, un grupo de chicos con mala reputación en el barrio. Casi cuatro meses después, fueron identificados dos presuntos autores del crimen �su nombre no se reveló por el secreto de sumario�, que están prófugos. Fuentes judiciales aseguraron a Página/12 que Horacio Suárez, el joven apuñalado en la medianoche del 1º de mayo, no estaba entre los imputados. Y confirmaron que los prófugos son dos familiares suyos: el chico apuñalado habría pagado, así, una cuenta ajena.

 


 

ESTA ACUSADO DE MATAR A UN COMPAÑERO DE PRISION
Marche otro juicio para el �niño bien�

Por C.R. 

Recién hoy comenzará el juicio oral para dilucidar un nuevo crimen, esta vez entre rejas, que se le adjudica a Guillermo Alvarez, conocido como el �niño bien�, quien ya ha sido condenado a cadena perpetua por un doble homicidio anterior. Según lo anticipado por las partes a Página/12, en la audiencia habrá fuego cruzado sobre el Servicio Penitenciario Federal (SPF). La familia de la víctima, Elvio Aranda, de 20 años, asegura que los guardias fueron �los que hicieron posible que el asesino (se refieren a Alvarez) entrara al pabellón uno� de la cárcel vieja de Caseros, donde estaba el joven asesinado. Teodoro Alvarez, nuevo abogado del �niño bien�, afirma en cambio que su representado no tuvo �nada que ver con el hecho� y que �nunca salió del pabellón cuatro�, donde estaba. Según el defensor, Alvarez quedó incriminado �por una maniobra atribuible al SPF�. 
El abogado Alvarez, que no tiene parentesco con su representado, asumió ayer la defensa y pidió plazo hasta hoy, a las 9, para tomar conocimiento de la acusación. �Mi defendido se declara inocente y ni siquiera presenció el hecho.� Según la defensa, los guardias que declararán en la audiencia �sólo reconocen al detenido (Gonzalo) Pazo como la persona que se apoderó de la llave que permitió el ingreso de varios presos al pabellón uno�, donde apareció muerto Aranda de una puñalada en el corazón. Pazo está acusado de intervenir en el crimen, junto con Alvarez y con otro interno llamado Hugo Smith, el tercer acusado en el juicio oral. 
José de Jesús Aranda Barreiro, padre del joven asesinado, está seguro de que el �niño bien� fue quien cometió el crimen. �Entre otros tres o cuatro presos lo sujetaron a mi hijo y él le pegó la puñalada mortal.� El homicidio ocurrió el domingo 15 de noviembre de 1998, dos días después de una pelea entre Aranda y Alvarez. �Lo que pasa es que Alvarez tiene plata y está acostumbrado a conseguir todo, de modo tal que pretendía quitarle a mi hijo todas sus pertenencias y someterlo a su antojo.� 
Lo que el padre dice �no poder entender� es �cómo el SPF no tuvo la precaución de evitar cualquier encuentro entre dos personas que se habían peleado antes�. Según la familia Aranda, �fue el SPF el que hizo posible, por negligencia o en forma intencional, que Alvarez obtuviera las llaves para entrar al pabellón uno y eso va a quedar probado en la audiencia�.

 

PRINCIPAL