Por Cecilia Bembibre
La mujer gritó: �No me voy a ir si no me da un beso, Mario�. El aludido sonrió. Mario Vargas Llosa acababa de presentar su nueva novela La fiesta del chivo en la Feria frente a seiscientas personas, y estaba atrincherado junto a sus escoltas de editorial Alfaguara en un cuartito improvisado en la sala Leopoldo Lugones. Mientras la mayoría del público enfilaba a hacer la cola para autografiar su ejemplar, un grupo de mujeres parecía empeñada en conseguir el beso a toda costa. Las admiradoras del autor de La ciudad y los perros parecían cortadas con la misma tijera.Desde distintas ubicaciones habían asentido a cada uno de sus comentarios, e iniciado una ovación tras una esperable nueva crítica de Vargas Llosa contra el gobierno de Fidel Castro.
La fiesta del chivo reconstruye los últimos tiempos del dictador dominicano Leónidas Trujillo, muerto a los setenta años por un grupo de militares de su confianza con ayuda de la CIA en 1961. En diálogo con José Eliaschev, el peruano centró su conversación en exponer su rechazo a las dictaduras. Y como ejemplos actuales de ese régimen presentó los gobiernos de Fujimori y Fidel Castro. �Castro es hoy en día el descendiente directo del trujillismo, pensándolo como esa línea de autoritarismo omnisciente, todopoderoso, que mueve con su batuta a un pueblo entero, que hace que ese pueblo se indigne cuando le conviene que se indigne y que llore cuando hay que llorar�.
�¿Usted diría que en el régimen de Castro se perpetran y cometen crímenes como en la Dominicana de Trujillo?�, preguntó Eliaschev, en el momento más tenso. �No exactamente�, respondió Vargas Llosa. �Son crímenes más sutiles, que obedecen más a la degradación psicológica de una persona que a la tortura física, aunque también se emplea. Castro es un ser semidivino visto desde el cubano común. Y está hace cuarenta y dos años allí sin haber recibido jamás una crítica interna. Cuando la hubo reaccionó de una forma desproporcionada. Un intelectual disidente se atreve a mandar por Internet un mensaje que dice �la patria es de todos�. ¡Qué frase tan subversiva! ¿Cuál fue el resultado? La cárcel�, dijo.
Entusiasmado, el peruano fue por más. �¿Eso no es una línea trujillista? Claro que sí. Hay dictaduras de derecha, de izquierda, pero antes son dictaduras. Stalin era un dictador; Mussolini era un dictador; Franco era un dictador. De distintas ideologías, pero cuando uno analiza el resultado, es siempre el mismo: degradación moral, desaparición de la opinión pública y de la prensa libre y el triunfo de la mentira en todos los niveles�. Luego del monólogo,fue ovacionado.
Al opinar sobre su compatriota Fujimori, el escritor dijo: �Es un dictador adaptado a los tiempos modernos. Lo que ocurre en mi país desgraciadamente puede haber sentado un modelo: una dictadura que no es la del generalote, porque no hay un medio ambiente que permita subsistir a esos dinosaurios: se asfixian, desaparecen. Los dictadores de nuestra época tienen que ser mucho más sutiles, más hipócritas, como lo es nuestro dictador en Perú. Un civil, que tiene un origen legal y puede justificar su existencia política ante la comunidad internacional�, definió. Aclaró que no tiene interés en hacer política (�sólo fui un mal político�), y que su posición �puede ser malinterpretada�. En la sala, al menos, no pareció.
Un premio para Mignogna
El escritor y director de cine Eduardo Mignogna obtuvo el Premio de la Crítica de la Feria del Libro con La fuga, novela publicada el año pasado y ganadora del Premio Emecé. El premio se concede al mejor libro editado durante el año precedente de autor nacional y es entregado por un jurado integrado por críticos literarios y periodistas especializados en literatura, cuya presidenta es María Esther de Miguel. La fuga narra las peripecias de un grupo de presos que en 1930 escapan de la vieja prisión de la Avenida Las Heras, y existe un proyecto para trasladarla al cine. Entre otros films, Mignogna es responsable de Evita, quien quiera oír que oiga, Flop, El faro y Sol de otoño. |
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