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Programas para ver en pañales

�Teletubbies�, �Muppet Babies�, �Aventuras en pañales� y �Jay Jay avioncito� son ejemplos de cómo ahora la tele abarca todo target posible. 

�Los Teletubbies� , el caso más extraño de la TV infantil.


Por Andrés Glass

t.gif (862 bytes) Una nueva franja de teleadictos sacude el mercado televisivo: los menores de doce meses. Los que todavía no pronuncian ni �mamá� ya adhieren al boom de los programas para bebés y chicos en edad de mamadera (�Teletubbies�, �Muppet Babies�, �Jau Jay avioncito� y �Aventuras en pañales�). El fenómeno no tiene ya fronteras: varios de estos programas acaban de desembarcar en Rusia tras un contrato entre la BBC y la cadena estatal de ese país. En la Argentina, son legiones los que miran tele antes de abandonar la cuna, como lo prueba la excelente repercusión de las series en la señal Discovery Kids.
�Teletubbies� es el pionero y más exitoso, pero también trae polémica desde que apareció, en 1998. Tinky Winky, Laa Laa, Dipsy y Po son cuatro pequeños mutantes (no se sabe si osos, conejos, bebés con traje de overol o marcianos), que habitan una paradisíaca pradera. Baten records en los Estados Unidos y Gran Bretaña �de donde provienen� apostando a identificar a los bebés con sus gemidos guturales, sus juegos simples y la repetición incesante de situaciones. Su trama no tiene secretos: �Acá tá�, dice Dipsy, entregado a un juego de escondites. Los otros repiten lo que acaban de ver. �Otra vez�, y la escena recomienza. Nunca los fatiga el mismo movimiento. �Adiós�, dice Laa Laa después, y los otros la siguen, porque imitar les produce un placer enorme. En otro capítulo, aprenden a bañarse frotándose una esponja. Se ocupan en las mismas y limitadas acciones: buscar al amigo .-¿o hermano?� que falta, perseguir al perroandroide-aspiradora, esconderse y mostrarse, despedirse y volver. 
¿Aburren? Con certeza que son intolerables para cualquier mayor de tres años, pero los índices de audiencia son resonantes: más de diez millones de bebés en todo el mundo los miran periódicamente. ¿El secreto? Son iguales a cualquier bebé (caprichosos, juguetones). Y también son muy extraños. Tienen antenas, una pantalla en la panza -.en la cual se ven a chicos reales, no como ellos�, viven en guaridas subterráneas y comen �tubbytostadas� y �tubbypapilla� hechas por sendas máquinas. A esas rarezas no se le escatimaron dardos. A saber: uno de los teletubbies, por caso, es varón pero usa cartera. Cuando se despiden, una voz desde un parlante los convoca, y ellos saltan por un agujero al centro de la tierra. En su mundo no hay adultos: sólo voces que los llaman o los retan, máquinas y un misterioso sol con cara de bebé que, cuando cae el día, desaparece en el horizonte. 
�Muppet Babies� es menos opaco, pero también menos masivo. Nadie podría imputarle mensajes dobles, pero sin duda pierde mucho al quitarle a �Los Muppets� originales el cinismo y el humor ácido. Aquí, son ellos mismos pero muy atrás en el tiempo, cuando eran bebés. Están la rana René, la cerda Peggy, Animal, Gonzo. Otra vez, casi no hay historias: es sólo el racconto de sus peleas y berrinches �centralizados en Peggy� y el final feliz en el cual todos se reconcilian, porque (según reza la canción de apertura) �en su mundo todo es felicidad�. �Jay Jay avioncito� es una serie infantil notoria: sus protagonistas son aviones, de todo tipo, que viven en un aeropuerto como una alegre familia en que no faltan abuelos rezongones �un viejo avión a hélice� ni aterrizajes forzosos que terminan siempre bien. 
�Aventuras en pañales� (en el original �Rugrats�, ratas de alfombra) tiene más afinidad con la propuesta de �Muppet Babies� que con �Teletubbies�. También aquí, un grupo de amigos muy chiquitos mira con ojos de bebé, siempre extrañados, lo que sucede dentro de una casa familiar. Sus aventuras consisten en empujar una pelota en una pendiente, correr, caerse y volver a empezar, o preguntarse que querrán decir los adultos con �¡No toques eso!�. Se llaman Tommy, Angélica, Phil, Lil y Carlitos, y son eficaces en su propuesta: convertir a la pequeña aldea en el universo más caótico. En una cocina, o en un dormitorio, hay infinitas cosas que aprender y, también, incontables peligros. Para un bebé �sostienen las tres series� lo pequeño es enorme y lo cotidiano no es trivial. Sus proezas están allí para demostrarlo.

 

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