Por Esteban Pintos
Desde Mendoza
El tránsito mínimo del pasaje en donde está la flamante sede de HIJOS en Mendoza, cerca del humilde barrio bautizado paradójicamente Costa Esperanza, está cortado. Anochece y un músico que bien podría ser una superestrella del Tercer Mundo �casi tan grande como Bob Marley, sin exagerar� está tocando la guitarra para una audiencia de 50, 60 personas que lo escuchan con evidente emoción. Es Manu Chao y su particular método de acción. Después de probar sonido en el estadio Pacífico, en donde tocó anoche iniciando la etapa argentina de su gira latinoamericana, lo invitaron a conocer la casa, a tomar mate, a ver a un grupo de malabaristas callejeros �participó con mucha gracia como partenaire de una de sus pruebas� y a pasar un buen rato escuchando cuecas y tonadas.
Manu canta �Clandestino� y �Desaparecido� acompañado por el coro de los pibes mendocinos que, antes y después, le piden autógrafos, entradas, fotos o simplemente lo abrazan y le dicen cosas al oído. Una escena: le piden una foto con ellos y con una bandera de HIJOS. El acepta pero se pone a un costado. Cuando le dicen �vení al medio�, se sonroja y pregunta �¿seguro que quieren eso?� Finalmente accede, pero sigue avergonzado. Un rato después, en el modesto pero cálido hotel adonde eligió parar �le habían asignado otro, pero no le gustó porque estaba lejos de �la gente de la ciudad�� le confesó a Página/12 que �nunca me pasó lo que estamos viviendo. Nunca llegó a ser tan emotivo. Ya no es de rock, es emoción. La gente nos da muchísima ternura. Si hemos montado esta gira fue para dar una vuelta por Latinoamérica, no para dar conciertos�.
�¿Cómo piensa que está llevando adelante su carrera? Parece manejarse con otra política respecto de lo usual en estos casos...
�La libertad que tengo ahora no la tuve nunca. A nivel del comercio y todo eso, ya no pueden conmigo. Mi carrera está detrás de mí. Con Clandestino era un cierre, no el principio de una carrera solista. Estamos siguiendo porque este disco generó una cosa tan interesante que vale la pena seguir. Pero digamos que mi libertad es que si no hay ese nivel de intensidad que estamos teniendo en estos días, c�est fini... (risas)
�¿Pero habrá próximo disco este año?
�Próximo disco habrá porque está hecho. No sé cuándo saldrá porque queremos redestrozarlo un poquito. Y si la compañía no nos toca los cojones, saldrá, porque si no hago lo que me apetece, paro. Tenemos esa política de la huelga general. Si hay un problema con la compañía, le decimos �no hacemos nada�. �¿Y el disco? No sale, y qué me importa. Lo copio en casa y se lo paso a mis amigos y me voy a la playa con mi novia.
�Llamó la atención su decisión de no tocar en Buenos Aires. No sucede muy a menudo con músicos internacionales.
�Es que normalmente pasa lo contrario: mucha gente de Mendoza no tiene plata para ir a Buenos Aires para ir a ver un concierto. Esto es algo natural, venimos por Chile, quiere decir que la fecha es Mendoza y no Buenos Aires, no es nuestra ruta. Y Rosario porque tenemos un rosarino en la banda y había que ir a saludar a la familia... Y ya está.
�¿Cómo vio a la gente en este viaje?
�Veo que está brotando algo bonito. En todos los países hemos llegado en momentos complicados. En México estaba el problema de la UNAM, con chavales en la cárcel y el ejército entrando. Tuve la suerte de tocar gratis en el Zócalo, con 150.000 personas. No fueron 150.000 para ver a una banda, sino por lo de la universidad. Había muchas tribus urbanas, que a veces no se llevan bien, y ahí estuvo todo el mundo junto. Y luego de México llegamos a Ecuador, con el levantamiento indígena: llegaron y se tomaron el Parlamento, después les dieron la coña, pero fue como un aviso. Luego llegamos a Perú, ¡el día de las elecciones! y ya metidos en elmogollón, el Toledo que quería que dijéramos un discurso en la puerta del Sheraton y dijimos �olvidate�. Porque son lo mismo, detrás de Fujimori y de Toledo, están los mismos: los americanos. Después llegamos a Bolivia, con estado de sitio. Con un levantamiento indígena fuerte, unas técnicas de barricadas fabulosas, bloquearon el país. Y luego Chile, Pinochet...
�¿Qué sensación le produjo verlo bajar del avión caminando como si nada?
�Si conseguimos que ese tío pase dos días de cárcel, será como un símbolo. Pero hay demasiado despliegue de cámaras... es un tío que ha sido soltado por sus amigos, los Estados Unidos, y lo ponen de monigote para decir que hay democracia. Pero paremos con seis meses de culebrón, no lo van a encerrar. Hay dos noticias que cumplen la misma función: esto y lo del niño cubano. Están todos los informativos del mundo obsesionados con eso, y nadie se entera que Ecuador ya no tiene moneda. Que, desde hace un mes, la moneda de Ecuador es el dólar.
�Pero hay esperanza, igual cree...
�Sí, porque se está levantando por todos lados una fuerza entre la gente. Se levantan porque ya no aguantan más, ya no hay consignas políticas que valgan. Es como �no se puede más�. Estamos en una situación límite, esto va a estallar. Los diques van a estallar porque ya no se aguanta más. Ya no es una cuestión política, es esto o la muerte.
La neumonía de Minnelli
La popular actriz y cantante Liza Minnelli está hospitalizada en Estados Unidos, a causa de una neumonía, y su condición es seria pero estable. �Además de las pruebas médicas que se le están realizando, relacionadas con sus problemas de cadera, los médicos le diagnosticaron una doble neumonía�, admitió ayer su agente, Michael Hartman, al diario New York Post, sin revelar el centro médico donde está. Minnelli, de 53 años, acudió recientemente a un hospital aquejada de fuertes dolores en su cadera izquierda, que le obligaron a cancelar �después de actuar en Washington el pasado mes� una gira por diversas ciudades estadounidenses. La neumonía es el último problema en una larga sucesión de crisis físicas y emocionales de la actriz. Minnelli fue operada en dos ocasiones de su cadera derecha y también para reparar sus cuerdas vocales y en la década del �80 se sometió a tratamientos variados por problemas de alcoholismo y drogodependencia. Los amigos dicen que los fracasos de los sucesivos matrimonios con los actores Peter Sellers y Desi Arnaz y el director de cine Martin Scorsese afectaron visiblemente el equilibrio emocional de la cantante, que a los 19 años debutó en Broadway y a los 26 ganó el Oscar como Mejor Actriz por su inolvidable papel en la película Cabaret.
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