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Por Claudio Zlotnik ¿Qué son 98 millones de dólares para un país que adeuda 122.000 millones? Poco, si se compara un monto con el otro. Pero quizá mucho si ese costo ocurre en un contexto donde el ministro de Economía aparece obsesionado por ordenar las cuentas públicas cuidando que cada peso no se malgaste. Se mire por donde se mire, aquellos 98 millones será el costo que la Argentina deberá afrontar en caso de que Estados Unidos vuelva a aumentar la tasa de interés, esta vez en medio punto porcentual. Los financistas ya descuentan esta movida perjudicial para la Argentina que, paradójicamente, tiene su origen en el momento histórico que atraviesa la economía estadounidense. Ayer se anunció que la tasa de desempleo cayó en abril al 3,9 por ciento, su nivel más bajo en los últimos 30 años. La novedad, calificada como �sorprendente� por Bill Clinton, puede llegar a constituirse en un mal trago para su colega Fernando de la Rúa. ¿Por qué un dato económico excepcional puede convertirse en una pesadilla? Desde el punto de vista financiero, la fortaleza de la economía estadounidense no hace más que abrir interrogantes respecto del futuro. La masiva creación de puestos de trabajo en los Estados Unidos (sólo en abril se formaron 340.000) recrea tensiones inflacionarias en la economía. Y es a estas presiones a lo que apunta Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal (banca central estadounidense). Justamente, el arma elegida para disolver la posibilidad de un rebrote inflacionario es un incremento en la tasa de interés de corto plazo, que se encuentra en el 6 por ciento y se elevaría al 6,5 dentro de diez días. De ser así, sería la sexta vez en 11 meses que la Fed elevaría el costo del dinero. En junio del �99, la tasa de corto era del 4,75 por ciento anual. Según los operadores de Wall Street y de la city porteña, la tasa terminará el año entre el 7,0 y el 7,25 por ciento. Cada vez que Greenspan aumenta la tasa (siempre para alejar el fantasma de la inflación), a la Argentina le cuesta dinero. Si se cumplen los pronósticos de los financistas, a José Luis Machinea se le encarecería en 175 millones de pesos anuales los pagos por intereses sobre el stock de 50.000 millones de pasivo a tasa variable que posee la Argentina. Otros 50 millones adicionales es el precio que el Banco Central deberá pagarles a los bancos por los fondos que éstos tienen inmovilizados como requisitos mínimos de liquidez. A cambio, Pedro Pou contabilizará 127 millones adicionales por las reservas que el BC tiene depositadas en el exterior, según calculó Fabio Rodríguez, economista de la Fundación Capital. El saldo final marca un rojo de 98 millones. La mala noticia no termina aquí. A una tasa de interés mayor, Estados Unidos se ofrece ante los inversores internacionales como más rentable, lo que disminuye el flujo de fondos hacia los países emergentes como la Argentina, siempre más riesgosos que un mercado del Primer Mundo. En este contexto, las acciones cayeron ayer 1,1 por ciento en promedio mientras que los títulos públicos perdieron hasta 2 por ciento. En Wall Street, en cambio, el índice Dow Jones trepó 1,6 por ciento y el Nasdaq (panel de los papeles tecnológicos), el 2,6.
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