Por Marcelo Justo
Desde Londres
El gran derrotado del �Jueves rojo�, el primer ministro Tony Blair, enfrentó ayer a las cámaras y, con expresión inescrutable, reconoció el veredicto de las urnas y la necesidad de �aprender lecciones�. Los guarismos finales corroboraban sus palabras. El resultado de la elección a alcalde de Londres, anunciado ayer al mediodía, daba una mayoría absoluta a su archirrival Ken Livingstone, seguido por el candidato conservador y separado por una distancia sideral del favorito de Blair. En las elecciones municipales que hubo en el resto de Inglaterra, la oposición conservadora aventajaba en diez puntos al Nuevo Laborismo y, para rematar, en un artículo publicado en la tarde por el London Evening Standard, Ken Livingstone, apodado �Ken el rojo�, le lanzaba una sutil advertencia al artífice del Nuevo Laborismo. �El alcalde de Londres cooperará con el gobierno central, pero el gobierno central debe también cooperar con el alcalde de Londres�.
A tres años de su histórica victoria electoral sobre los conservadores, el primer ministro Tony Blair ha perdido su aura de invencibilidad. Las críticas a su liderazgo, aún soterradas, son cada vez más insistentes. A nadie más que a él se le puede achacar la pérdida de la alcaldía de Londres a manos de Ken Livingstone, quien hasta hace sólo dos meses era miembro del Partido Laborista. Blair intentó evitar que �Ken el Rojo� se presentara como candidato partidario, manipuló el sistema electoral laborista para que un incondicional, el ex ministro de Salud Frank Dobson, fuera el elegido, y finalmente expulsó a Livingstone del partido cuando éste decidió presentarse como independiente. Lo que es peor: venía de hacer algo muy similar con el líder de la Asamblea Autónoma de Gales, quien terminó por ser desalojado del poder a sólo meses de ser digitado por el gobierno central.
Los críticos de Blair sostienen que su romance con la llamada middle England, las clases medias, que fue fundamental en su contundente victoria electoral el 1º de mayo del �97, está distanciándolo de sus bases naturales: la clase obrera y los excluidos. Este conflicto se hizo evidente cuando, a principios de año, un subsecretario de Defensa, Peter Kilfoyle, renunció a su puesto y citó la obsesión gubernamental con el voto de la clase media como la razón fundamental para su alejamiento. En sus primeras declaraciones como alcalde electo, Livingstone, que hasta su expulsión formaba parte de la izquierda laborista, dejó entrever que desea ocupar ese flanco descuidado por el primer ministro. Livingstone señaló que el gobierno nacional debía ocuparse más de invertir en educación, salud y jubilaciones y, en un calculado cross al ministro de Economía y coarquitecto del �New Labour�, Gordon Brown, añadió que el altísimo valor de la libra estaba afectando seriamente la capacidad industrial del país.
Estas declaraciones dejan en claro que las aspiraciones de �Ken el Rojo� van más allá de la alcaldía de Londres. El próximo round comienza el 3 de julio, cuando Livingstone asuma su puesto y empiece la batalla en torno del destino del subterráneo londinense. El gobierno central propone una alianza pública-privada para conseguir la inyección de capital que necesita urgentemente la red, mientras que �Ken el rojo� califica esta política de �privatización embozada� y propone la emisión de bonos para recaudar la inversión necesaria. Como en la mayoría de las funciones de la nueva alcaldía, el gobierno central tiene la última palabra, pero ayer Livingstone formuló una velada amenaza sobre la posibilidad de un conflicto a muerte. �No tendría sentido meterse en una interminablebatalla legal cuando se puede solucionar este problema amigablemente�, puntualizó.
A pesar del serio revés sufrido por el �Nuevo Laborismo�, los analistas políticos coinciden en señalar que Tony Blair no tendrá problemas en conseguir una victoria en las elecciones nacionales que deben celebrarse en un período máximo de dos años, aunque se estima que, aprovechando una peculiaridad del sistema electoral británico, tendrán lugar el año próximo. Los ingleses suelen aprovechar las elecciones locales para castigar al gobierno de turno por todo lo que podría haber hecho y no hizo, pero en las encuestas de opinión el primer ministro sigue gozando de una clara ventaja sobre el líder de los conservadores, el opaco William Hague. No obstante, el jueves negro de Tony Blair es una prueba más, por si faltaran, de que ni alguien tan popular como el primer ministro, que seguramente incrementará sus ratings cuando en unas dos semanas nazca su cuarto hijo, puede dar por descontado el apoyo de la gente.
EL ALIANCISTA ANIBAL IBARRA SE COMPARA CON KEN
�No dudaré en enfrentarme�
Por Florencia Grieco
�Ken el Rojo� vs. �El Fiscal de la Ciudad�. Podría ser un nostálgico round de �Titanes en el ring�, pero no. Uno es el alcalde recién electo de Londres con el 58 por ciento de los votos, una serie de apodos que lo ubican en la izquierda británica más pura, la maquinaria del Mill Bank (sede del laborismo del primer ministro Tony Blair) furiosamente en contra, y una candidatura independiente con la que se ganó el odio de los nuevos laboristas y el favor de los londinenses. El otro es el candidato del oficialismo a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quien asegura que mañana también conseguirá más del 50 por ciento de los votos. Ken Livingstone. Aníbal Ibarra. En diálogo con Página/12, el segundo habló del primero, y de sí mismo. De Londres y de Buenos Aires. Pase y vea.
�¿Qué piensa sobre la política antidiscriminatoria de Ken el Rojo, que
en los 80 formó la Coalición del Arco Iris, integrada por diferentes minorías?
�Una sociedad democrática se mide no sólo por la frecuencia de voto sino también por cómo responde a las minorías. Yo odio profundamente cualquier tipo de discriminación, y voy a tener un gobierno respetuoso de la diversidad, en el cual lo único que se medirá será quién respeta las leyes o no, sean mayorías o minorías.
�¿Qué opina sobre la medida de bajar en un 32 por ciento el precio del transporte público que Livingstone tomó cuando estaba al frente del Greater London Council (GLC, Gran Consejo de Londres), bajo el gobierno de Margaret Thatcher, gracias a la cual el tráfico de la ciudad se descongestionó en casi un 20 por ciento?
�Creo que es una propuesta audaz, inteligente. En la ciudad de Buenos Aires tenemos un plan de descongestionamiento administrativo que permitirá descomprimir el tránsito de la ciudad gracias a una estrategia revolucionaria. Pero creo que para tomar una decisión como la de Livingstone hay que tener una infraestructura adecuada para recibir la tremenda demanda que se generaría por una medida así, porque si se bajan los precios del transporte y se genera más demanda sin capacidad de absorberla, el sistema colapsa. Creo que no es una situación comparable con Buenos Aires, pero si se cuenta con infraestructura es una medida muy buena.
�¿Y sobre su oposición al proyecto del gobierno central británico de financiar al sistema de subtes por una iniciativa entre el Estado y capitales privados, que fue uno de los mayores puntos de conflicto con Blair?
�En esa discusión, y a la luz de los resultados del jueves, es evidente que la posición de Livingstone fue visualizada por la sociedad como la mejor. Pero no creo que haya una verdad aplicable a todos los países. En el caso de la explotación del subte, es necesario prestar un buen servicio e intentar mantener el déficit bajo. Pero si la privatización corre el riesgo de encarecer el servicio, y la relación costo-beneficio no es buena, la gente no lo acepta, que es lo que probablemente ocurrió en Londres. Para Londres está claro que perdió la propuesta de Tony Blair, pero no se puede trasladar la experiencia de una realidad económica tan distinta.
�¿Cree que el hecho de ser un hombre de izquierda puede darle un perfil diferente a una ciudad?
�No por ser de izquierda, sino por ser honesto, inteligente y con capacidad de generar consenso político, porque, sin duda, una sola visión política no alcanza. Lo que importa es que defienda la ciudad más allá de su fuerza política. Si yo debo discutir o enfrentar al gobierno nacional para defender los intereses de la ciudad de Buenos Aires, no lo voy a dudar. Lo haré.
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