Por José Natanson
El resultado de la elección de hoy tendrá un efecto nítido sobre el Gobierno. Si sucede la victoria, como confían los funcionarios y predicen las encuestas, la administración delarruista comenzará una nueva etapa. La idea es dejar atrás un primer período restrictivo para replantear la estrategia oficial en base a una serie de iniciativas. Anuncios en el PAMI, la desregulación de las obras sociales y la traducción en ley de los consensos por la reforma política son ejemplos de la etapa más fascinante que, de acuerdo con las expectativas oficiales, comenzará luego del triunfo de Aníbal Ibarra.
Atentos a la buena imagen de Fernando de la Rúa y de la gestión aliancista, los primeros en buscar la nacionalización de los comicios fueron los candidatos. Sin embargo, a medida que avanzaba la campaña la participación del Gobierno �cuestionado por el impuestazo, las denuncias contra Graciela Fernández Meijide, las salvajadas policiales y la reforma laboral� comenzó a parecer más peso que una ventaja comparativa.
La nacionalización de la campaña ¿era conveniente para las chances de la Alianza? �Era inevitable�, sostiene Darío Alessandro. Y desgrana una larga serie de razones: además del segundo distrito, el epicentro mediático y la mayor vidriera de la Argentina, la Capital es el distrito más afín a la Alianza, el que vio crecer a sus principales dirigentes y el que gobernó De la Rúa antes de llegar a la Presidencia.
El resultado de las elecciones, a pesar de los esfuerzos de De la Rúa y Chacho Alvarez por moderar su participación en la campaña, repercutirá inevitablemente sobre el Gobierno.
La derrota equivaldría a una catástrofe. La Alianza fracasaría en su primera elección, acentuaría su debilidad institucional quedándose sin ningún distrito importante, complicaría su margen de maniobra y se ubicaría en un lugar de fragilidad para las elecciones del año próximo. Sería especialmente dura para el Frepaso, que juega buena parte de su supervivencia y de su equilibrio interno en la elección de hoy (ver recuadro).
Pero no hay dirigente oficialista que piense seriamente en esta posibilidad. Todos descartan una victoria, viven la segunda vuelta como un trámite sin riesgos y aseguran que el resultado de los comicios marcará un quiebre en la corta historia de la gestión aliancista.
�Es una prueba no sólo para el Gobierno sino para toda la Alianza�, sostiene Cecilia Felgueras. �El triunfo va a ser una relegitimación, una renovación del crédito�, agrega Federico Storani. �Es un test. Después de 120 días de gestión, ganar el distrito con más exposición pública va a ser sin dudas un espaldarazo�, agrega Alberto Flamarique.
Coinciden con el resto de los funcionarios, que han centrado sus sueños y expectativas en la Teoría de la Etapas. La idea es que, en los primeros cinco meses, De la Rúa enfocó sus energías en el equilibrio de los indicadores económicos, la reducción del déficit y las continuas señales al establishment. Para ello impulsó una serie de iniciativas poco atractivas, como el impuestazo, el recorte de los gastos, la poda de los planes Trabajar y los ATN y la reforma laboral.
Algo de esto le plantearon al Presidente dos importantes funcionarios en sendas reuniones reservadas unos días atrás. �Los últimos dos meses nos centramos en la reforma. Ahora tenemos que mantener la iniciativa, pero cambiando la agenda�, señaló Chacho Alvarez. �Hay que aprovechar la renovación del aire para impulsar políticas activas, que apunten a la redistribución y que ayuden a diferenciarnos del menemismo�, sugirió Storani.
Los consejos apuntaban a lo mismo: aprovechar la exitosa ofensiva por la reforma laboral, la tibia mejora de los indicadores económicos y el eventual triunfo porteño para relanzar al Gobierno en base a iniciativas novedosas y más fascinantes. �La victoria va ser un aliciente paradesarrollar una serie de proyectos ya mismo. En nuestra área vamos a impulsar modificaciones al Código Aduanero y al Código Penal�, asegura Ricardo Gil Lavedra.
La agenda es larga. El Gobierno estudia lanzar un paquete de medidas vinculadas al PAMI esta semana, si Ibarra gana en primera vuelta, o a lo sumo después del ballottage. El Ministerio del Interior y la vicepresidencia traducirán en un proyecto de ley una reforma política que hasta el momento se basa sólo en buenas intenciones. José Luis Machinea y Carlos Silvani (cuyo futuro como funcionario �ver aparte� ponían en duda algunas versiones) analizan proyectos contra la evasión y el contrabando.
Habrá novedades en el Congreso. La bancada aliancista se dedicará de lleno a impulsar las leyes pendientes, como la emergencia económica y la ley de pymes, y estudiará otras iniciativas, como la reforma del Banco Nación. El Ejecutivo anunciará en breve un postergado proyecto para desregular las obras sociales y admitir la libre competencia con las empresas de medicina prepaga, lo que prenuncia nuevos choques con los sindicatos.
Las iniciativas que el Gobierno irá lanzando en los próximos días se apoyarán en una reformulación de la imagen presidencial. �De la Rúa -aseguró a Página/12 un ministro� va a modificar su estrategia personal. Va a dejar de ocuparse de temas coyunturales para realizar planteos más estratégicos. El objetivo es mostrar que el esfuerzo ya está dando sus frutos y bajar un mensaje de esperanza.�
Rumores en el gabinete
Más proclive a las correcciones de rumbo que los grandes timonazos, parece difícil que Fernando de la Rúa decida recambios en el gabinete a sólo cinco meses de Gobierno. Sin embargo, las versiones sobre eventuales desplazamientos se incrementaron ante la expectativa de un triunfo en la Capital. Fortalecido ante la opinión pública, el Presidente podría decidir algunos cambios. Uno de los rumores más extendidos en el gobierno es un enroque: Rodolfo Terragno pasaría a la Cancillería y dejaría la jefatura de Gabinete a cargo de Fernando de Santibañes, que abandonaría la SIDE, o de Enrique Olivera. Adalberto Rodríguez Giavarini tendría una salida elegante en alguna embajada. La disconformidad de algunos sectores del Gobierno con el desempeño de Juan Llach en Educación y de Graciela Fernández Meijide en Desarrollo Social también ha originado versiones sobre sus posibles renuncias. Pero, la más fuerte refiere a Carlos Silvani, el titular de la AFIP, al que acusan de pocos resultados en el aumento de la recaudación impositiva. |
El futuro del Frepaso
El resultado de la elección porteña será clave para la Alianza, pero incidirá especialmente en el futuro del Frepaso. La derrota lo dejaría sin ningún espacio territorial, sin dirigentes con experiencia de gestión y lo consolidaría como el socio minoritario de la Alianza. Con una victoria, el Frepaso gestionaría el segundo distrito del país y podría comenzar a revertir su lugar de minoría respecto de la UCR. Entraría fortalecido al próximo año y se ubicaría en un lugar de mayor fortaleza para discutir con sus socios las candidaturas del 2001. Aníbal Ibarra se convertiría en uno de los líderes partidarios y en lo que Graciela Fernández Meijide no pudo ser: el único frepasista que administra un distrito importante. |
opinion
Por Eduardo Aliverti |
Sin novedad en el frente
Se vota porque hay que votar. La ausencia de entusiasmo popular es evidente, y puede deducirse que proviene de lo que un conjunto de la sociedad percibe: no está en juego la posibilidad de cambios de fondo, ya que las dos fuerzas mayoritarias proponen la continuidad del orden vigente. No hubo debate ideológico entre las expresiones que representan Ibarra y Cavallo, porque no puede haberlo desde el momento en que sólo son variantes mediáticas de un mismo esquema de pensamiento.
En consecuencia, responder qué se vota (desde lo que será la mayor cantidad de sufragios) lleva a aspectos de decisión anecdótica. Habrá para la Alianza los votos de quienes se mantienen enojados con el menemismo, aunque el �estilo� de Cavallo y Beliz supo tomar distancia de las prácticas más desembozadas de aquél. En la clase media de origen o simpatías radicales está todavía muy fresca la necesidad de castigar a quienes pasaron por el anterior gobierno, por mucho que lo hayan dejado dando (la imagen de) un portazo. Y nada indica que ese sector, muy fuerte en la Capital, tenga cambiado el humor en menos de cinco meses. Por otra parte, es cierto que ibarra no tiene juego propio dentro del aliancismo, pero en el imaginario social esto no cuenta tanto como el hecho de aparecer como un tipo joven y no contaminado de corrupción.
En el caso de Cavallo es obvio cuáles son los sectores entre los que recogerá mayores voluntades, y en ese sentido podría afirmarse que el suyo será un voto ideológicamente más firme que el de la Alianza. No es un electorado culposo por el pasado dictatorial y menemista del ex ministro. Y su perfil de figura sapiente y ejecutiva contrasta cada vez más, para los núcleos que supo favorecer, con lo que consideran el �tortuguismo� híbrido de De la Rúa. Dicho de otro modo �con los matices que correspondan, no muchos�, quienes apoyan a Cavallo quieren claramente más derecha todavía, mientras que el voto aliancista se conforma, por ahora, con el descenso de la corrupción generalizada.
El resto: menemismo en estado puro, una actriz que se pretende devenida en �peronista auténtica� y un centroizquierda-izquierda al que le puede ir mejor que otras veces como para empezar a despuntar una alternativa. Por lo tanto, no habrá hoy otra cosa que una interna abierta entre las fuerzas conservadoras. Porque la sociedad no quiere otra cosa o porque no se sabe edificarla. |
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