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HABRA UN CENTRO DE FORMACION
EN LA CAPITAL PARA QUE LAS PROSTITUTAS ADQUIERAN UN OFICIO
Una escuela para dejar la calle

En dos meses abrirá el Centro de Formación Profesional dedicado a prostitutas. Allí se enseñará inglés, peluquería, computación y repostería. El proyecto es de la Dirección de Educación del Adultos del gobierno porteño. Aquí hablan tres mujeres que sueñan con dejar la prostitución.


Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Tres mujeres conversan en la oficina de AMAR, la Asociación de Meretrices Argentinas, y ninguna de ellas se asoma al prototipo de ninfa con que suele ilustrarse a las trabajadoras sexuales. En realidad parecen madres en la reunión de la cooperadora de una escuela. Las tres se prostituyen para sobrevivir, aun contra el artículo 71 que les prohibió seguir ofreciendo sexo en las esquinas. Y las tres comparten la ansiedad por que comiencen sus clases de informática, de peluquería, cocina y repostería, inglés y educación primaria en el nuevo Centro de Formación Profesional pensado especialmente para capacitar a prostitutas y sus núcleos familiares. El de las mujeres explotadas sexualmente es uno de los grupos con �necesidades especiales� a los que la Dirección de Educación de Adultos del gobierno porteño incluyó este año en sus proyectos y en el presupuesto oficial. Detrás de Rosi, Blanca y Marga hay por un centenar de ellas dispuestas a capacitarse para intentar un microemprendimiento que, en una segunda etapa del plan, podría darles la oportunidad de dejar la calle. Acostumbradas a los golpes y la marginalización, esta vez las chicas por primera vez quieren creer en el Estado, una palabra que hasta el momento sólo relacionan con las políticas punitivas que las han hecho habitué de las comisarías y no de las aulas. 
La puesta en marcha del plan inédito es el resultado de un trabajo de diagnóstico y planificación de seis meses que comenzó en octubre del año pasado cuando un asesor del Ministerio de Salud que trabajaba con las mujeres de AMAR en los planes de prevención de VIH las contactó con la Dirección de Educación de Adultos. Desde la dirección, dos mujeres que además integran la Asociación de Renovación Docente, Marta Bravo y Marta Andrade, comenzaron a entrevistarse con las dirigentes de AMAR para conocer las necesidades del sector. �Así fue como cuando escuchamos sus motivos y sus vidas nos sentimos sacudidas por esas historias y por la necesidad real que tienen, siendo la mayoría de ellas jefas de hogar, de una oferta educativa que las ayude a salir de ese medio y a sus hijos e hijas a evitar la marginalización a la que fueron condenadas sus madres�, cuenta Bravo. A esas reuniones les siguieron otras entre AMAR y el director de Educación de Adultos, Mario Orlando. �Ellas plantearon que están asumidas como trabajadores del sexo y nosotros dijimos que no emitiríamos juicios de valor, porque no estamos para eso sino para brindar un servicio para grupos humanos con necesidades especiales �cuenta a Página/12 Orlando�. Entendimos entonces por ejemplo que ellas tienen una vida útil laboral corta y que cuando se ven obligadas a dejar la calle no tienen alternativas; la idea fue entonces crear esas oportunidades.� 
Para hacer andar el proyecto las asociadas a AMAR, entre ellas Rosi, Blanca y Marga, fueron las encuestadoras de sus compañeras en la calle y relevaron, con cuestionarios diseñados por el gobierno, cuáles eran las necesidades y las preferencias educativas de un grupo de cincuenta mujeres. Así quedó claro que la mayoría de ellas quiere aprender herramientas de informática y de diagramación en Macintosh, estética corporal, inglés y cocina para las que imaginan una salida laboral a través de la gastronomía. En marzo, cuando se discutió el presupuesto de educación para el 2000 en las comisiones de Asuntos Constitucionales y Educación, la Dirección de Adultos impulsó el plan dedicado a trabajadoras sexuales. �Allí estaban todos los sectores políticos, los mismos que habían votado la penalización de la prostitución callejera �explica Marta Bravo�. El argumento que fundamentó esto fue que el Estado no podía sólo castigar a un sector sin aplicar políticas particulares para mejorar la situación de esas mujeres y posibilitarles una elección. Ante esos argumentos no hubo un solo legislador, incluidos los belizistas, que se opusiera y se aprobó el proyecto con un subsidio de la Legislatura.� 
La idea ya había recibido el visto bueno del secretario de Educación Mario Gianoni. El Estado local dedicó una partida presupuestaria al asunto, que incluye el pago de los docentes y la búsqueda de un edificio para las nuevas alumnas. La Legislatura aportó un subsidio de 90 mil pesos para comprar los muebles y el equipamiento para los cursos. En una sala de la Dirección de Adultos ya están las diez computadoras Macintosh que se compraron para enseñar desde el uso de procesadores de textos a programas de diseño y fotoshop. Con un partida de entre 50 y 60 mil pesos se está a punto de comprar un equipamiento completo para una pequeña panadería. También se está licitando todo lo necesario para una academia de estética corporal que va desde el más simple rulero a la depilación, el maquillaje y la peluquería. La escuela para meretrices y sus familias estará funcionando a pleno en dos meses. Los funcionarios de Educación ya comenzaron a reunirse con organizaciones de travestis que, según una encuesta de la Defensoría del Pueblo, también desean acceder a planes de formación y educación con salida laboral. 
�Al comienzo de las conversaciones les dijimos que podíamos trabajar en alfabetización y que podían anotarse en cualquiera de los 30 centros de Formación Profesional o las 80 escuelas que dependen de la ciudad �explica Orlando�. Pero también entendimos que se trata de personas que no están acostumbradas a usar el Estado como un instrumento de facilitación de herramientas y asistencia social y educativa y que han sido tan abandonadas que era necesario pensar en un ámbito especial con una política no sólo de capacitación sino también de contención.� En la Dirección de Adultos prefirieron entonces esperar a que apareciera el lugar físico para dar el primer paso. Y el sitio apareció: es una vieja casona de 1937 en la calle San Juan 250 en la que hasta hace algunos años funcionó una escuela técnica. �Ya licitamos la remodelación de toda la planta baja, en la que funcionarán 12 aulas donde se montarán desde una panadería con un salón a la calle para que los productos se vendan allí mismo, hasta una peluquería completa y salones para reuniones.� 
La Dirección de Educación de Adultos ha realizado varios convenios con organizaciones no gubernamentales para distintos centros de formación. Como regla siempre el Estado aporta la mayor parte de los recursos para su funcionamiento y las ONGs deben colaborar con el resto. �En este caso nos planteamos si era legítimo usar dinero que salía de la explotación sexual de las personas �cuenta Orlando�. Decidimos que no era justo, de manera que éste es el único convenio en el que el Estado se ocupa del total de los gastos.� AMAR tiene a su cargo la divulgación del proyecto en la calle. Elena Reynaga, presidenta de la Asociación, sostiene que �es importante que esto sea también un proyecto nuestro en el que nos han permitido participar activamente. Para las chicas es difícil creer, cuando las cosas en la calle han empeorado tanto después de la penalización. La mayoría de nosotras desea estudiar y salir de la calle. Para eso es necesario que esto continúe con microemprendimientos que les den una salida laboral�. Es por eso que a la capacitación en el flamante Centro de Formación el gobierno incluirá una segunda etapa a cargo de la Dirección de Microemprendimientos de la Secretaría de Industria y Comercio. Allí se continuaría, después de los primeros diplomas, con los proyectos que imaginen las mujeres que ansían dejar de ofrecer sexo en las esquinas de Buenos Aires.

 


 

ROSI, EX COMERCIANTE
�Siempre el mismo drama�

Por C.A.

La primera vez que Rosi tuvo que prostituirse fue hace seis años en una esquina de Villa del Parque, cuando había cumplido los 40. Lo había intentado todo, pero �la maldita deuda del banco� no le dejó más remedio que aceptar el consejo de una amiga que la animó a ponerse la mini, los tacos y enfrentar con estoicismo a los clientes. Para ese entonces Rosi ya era madre de tres hijos y la mayor la había hecho abuela hacía poco. Sin preámbulos, Rosi pasó de comerciante a mujer clandestina. Durante mucho tiempo nadie en su familia supo que cuando faltaba más de un día en casa en realidad ya no viajaba a Paraguay para comprar ropa y revenderla como en las buenas épocas, sino que estaba presa hasta 24 horas en una comisaría. Aquella vez pudo dejar rápido. En cuatro meses juntó el dinero para instalar una parrillita en José C. Paz, que murió al poco tiempo bajo el acoso de los inspectores sanitarios. Como se irían desvaneciendo después otros intentos, mientras se consolidaba la calle. 
Nadie le va a decir a ella que no lo ha intentado desde que pudo escapar a Buenos Aires después de ese matrimonio de 12 años al que entró enamorada y embarazada cuando tenía 16. Tampoco es que ella vaya a responderles tirando sobre la mesa esa lista de tragedias que se le fueron cruzando como troncos caídos en el camino. Ni siquiera con el primer abandono, que pasa casi desapercibido en su voz de niña, cuando su padre la dejó en un rancho de barro y paja en la soledad del campo santiagueño con sus hermanos menores y su madre que no pudo soportarlo. �Nos acomodó en un catre, preparó un jarro de mate cocido y dejó pan recién hecho. Después agarró la lámpara de noche, se vació el querosene sobre el vestido y se prendió fuego�, cuenta. Rosi se recuerda corriendo en la oscuridad hasta la casa más cercana, mientras su madre cruzaba como una fogata enloquecida el campo y la noche. 
En el convento fue separada para siempre de sus hermanos. Cuando se casó quería �darle a mis hijos lo que no tuve, un padre, una familia, un hogar, y así me aguanté los golpes�. Ya sin el yugo masculino fue vendedora de medibachas en la estación de José C. Paz, cerca de donde se pudo ir haciendo la casilla. Fue importadora de ropa que revendía como pan caliente, costurera de ropa para niños en su barrio, envasadora de medicamentos en un laboratorio, dueña de una última parrillita hace dos años, con los ahorros de cuatro años de prostitución. Pero también entonces naufragó el negocio, esta vez por los inspectores impositivos. 
�Durante años pude rebuscármelas para criar bien a los chicos, pero siempre con el mismo drama con la policía, la Gendarmería, la Aduana, la Federal, la DGI, porque uno busca una alternativa, pero el sistema te oprime�, dice. Y allí está Rosi, a sus 46, trabajando en la oficina que AMAR ocupa dentro de la CTA ordenando las encuestas que está haciendo para la Organización Panamericana de la Salud, OPS. De lunes a viernes divide su tiempo entre las horas frías de Villa del Parque, la oficina, el séptimo grado que está cursando y sus clases de psicología social con Alfredo Moffat. Quiere volver a dejar la calle y no hace más que preguntar cuándo es que comienzan las clases: �Las chicas de mi zona están entusiasmadas y tengo miedo que se me desilusionen�, dice.

 


 

BLANCA, DE TUCUMAN
�Perdimos la autoestima�

Por C.A.

�Uno vive en el interior y se hace la película de que acá las cosas van a ser fáciles, te vas a hacer la Argentina y tu pueblo juntos y te lo vas a llevar en un camión.� Con esa idea llegó Blanca a la Capital cuando tenía 17 años, hace ya una década. El tamaño de su esperanza era proporcional a la dureza de la crisis en Concepción, el pueblo del sur tucumano en el que había comenzado a trabajar a los diez años. Vino con una de sus diez hermanas y pasó el primer año trabajando en un supermercado de Constitución hasta que comenzó a ofertar sexo en el mismo barrio. A los 27 es madre de dos chicos, de seis y ocho, único sostén de su casa, y a pesar de que a la mañana limpia unas oficinas, no le alcanza y sigue parándose en una esquina para llegar a fin de mes. �Trabajos tuve de todo tipo, pero ahora sé que éste es el que no me gusta�, dice, por ese oficio antiguo del que piensa escapar. 
Blanca es una morocha de pelo lacio y ojos negros delineados que se detiene sobre todo en esos momentos en que tuvo que pagar con mucho más que el cuerpo por ser prostituta. �Al principio era todo color de rosa porque tenía lo que yo quería, después vinieron los problemas, tuve a mis hijos y pronto los gastos fueron todos míos.� Blanca insiste en que �nadie sabe lo que hay detrás de una chica parada en una esquina. Porque para juzgarte sí, pero para darte la oportunidad nadie�. Blanca acusa: �El maltrato es por parte de todo el mundo, de los clientes, de la policía ni hablar, y de algunos vecinos. Aunque más de una vez nos abrieron las puertas de las casas y nos dejaron esconder de la cana, está el que llama a la policía diciendo que estamos haciendo escándalo, como si nosotras nos parásemos muertas de frío en la vereda porque nos encanta�. 
Llegó a AMAR, como la mayoría, �muerta de miedo�. Al comienzo era de las que pedía ayuda y se retiraba en silencio. �Es que la mayoría de nosotras no pudimos terminar los estudios, llegar al secundario, y fuimos perdiendo la autoestima terriblemente. Algunas ahora sabemos que somos alguien y no algo. Y además de conseguir otro trabajo eso es lo que nos interesa profundizar porque es lo más difícil. Al participar en AMAR me empecé a valorar yo, a entender que soy una persona maravillosa y que no tengo por qué estar ahí dejando que me peguen cachetadas. Quizás por eso es que tengo tantas ganas de estudiar derecho, porque me di cuenta que soy buena para pelearme.� Cuando habla de cachetadas se refiere a algo más que la literalidad de los golpes: �Durante un tiempo viví en el barrio donde trabajaba y tuve que pagar más caro el supermercado, el doble la peluquería, el doble el café, y me cansé. Aparte mis nenes empezaron a crecer, no quería chocarme con sus compañeritos de la escuela, con sus padres, y me mudé�. 
Blanca carga con dos disfraces: un delantal para ser la chica de la limpieza y la mini y las botas para la noche, el �traje de Gatúbela�. Aunque ante todo sueñe con cambiar de rubro y calzarse un delantal de repostera después del curso que piensa hacer en el Centro de Formación Profesional en el que ya está inscripta. Dice que se le dan bien las tortas que hace cada cumpleaños de sus chicos.

 


 

MARGA, EX MUCAMA
�Marcadas por la policía�

Por C.A.

Marga trabaja en Flores, aunque empezó hace más de 20 años en el oficio, cuando el refugio de las chicas de Constitución era el viejo bar Carlos Gardel. En su barrio, cuenta, las cosas se fueron poniendo difíciles en los últimos dos años, y a pesar de que ella es una entusiasta y le ha hecho promoción al flamante Centro de Formación Profesional para trabajadoras sexuales, no le alcanza con el optimismo: �Las mujeres nuevas que tienen fiolo no pueden ni siquiera ir a la fiscalía cuando les hacen un acta�. Dice que hay dos grupos que crecen en las sombras más clandestinas de la calle: las dominicanas y las santafesinas. �Son muy jóvenes y te dicen que ellas respetan los códigos, una macana que se creen. La verdad es que si no obedecen a los fiolos se ganan una pateadura. Imaginate que si no las dejan venir a AMAR, menos que menos podrían ir a los cursos a aprender algo.� 
La historia de Marga también comienza con el abandono. �Me dejaron en el Pablo Pizurno en Córdoba cuando tenía seis años. De ahí me escapé a la calle, pero me agarraron y me llevaron a Cerro Colorado, más al fondo de Córdoba, a un lugar mixto en el medio del campo, donde el colectivo entraba una vez por mes. Hasta que un día planeamos escaparnos con el camión que llevaba la verdura, con las más grandes. Yo tendría unos 14.� Pasaron tres años más hasta que llegó a Buenos Aires en tren y ahí mismo, en Retiro, un matrimonio la ubicó como mucama de una modelo de los 60, en Virrey Loreto al 1700. Pero todo terminó cuando a Marga le salió la justiciera y terció en la pateadura que la patrona le estaba dando a la niñera. Así fue a parar a la calle, y así empezaría a prostituirse por consejo de una veterana. 
�Ella me dijo �acá te podés sentar con nosotras en el bar. Y sabé que la mujer que trabaja en la calle tiene que ser ciega, sorda y muda. Esos son los códigos. Con nosotras podés charlar en el bar, pero no en la calle porque estamos muy marcadas por la policía�.� El primer año fue puro éxito y no pasó tanto hasta que la conocieron �en todas las comisarías habidas y por haber�, cuando eran épocas en las que caían 21 días presas. A los 24 encontró salida a la calle. Se casó con un hombre y comenzó a tener hijos: llegó a los siete. Pero al fin, él se enamoró de una obrera de la fábrica donde trabajaba y la dejó con los nenes a cargo. Marga regresó a la calle sin pensarlo. Ya van casi 15 años y sigue viajando todos los días desde Moreno hasta Flores, donde la policía ya la tiene identificada como activista de AMAR, algo que le juega según el caso, a favor o en contra.
�Algunos me viven llevando a fiscalía, y otro que me quiso coimear como se enteró que soy de AMAR no volvió a mirarme para que no lo escrache�, cuenta. �Igual a los que más le hacen la vida imposible es a las travestis.� Marga hace una cooperativa con tres travestis de su barrio con las que comparten el taxi hasta la zona. �Es impresionante cuando les da por reprimir. Hace como un mes yo ya estaba de pantalones volviendo y pasé a buscarlas. El tachero estacionó para que suban los travestis, y nos cayeron cinco autos particulares, un carro de asalto y dos patrulleros, atrás venía la fiscalía. A una le tiraron los zapatos y la peluca al medio de la calle y fuimos todos en cana.�

 

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