OPINION Obviedades y esperanzas Por
Eduardo Aliverti |
Como desde hace rato �mucho rato� analizar un resultado de elecciones en la Argentina no supuso tener que esperar al día del comicio. No, por lo menos, si se trata de expectativas de cambio en los grandes resortes económicos. Esos que deciden la vida cotidiana de las mayorías.
Ayer, en ese sentido, volvió a no pasar nada. Lo cual es ajeno al hecho de haber sido una elección geográficamente restringida. Las fuerzas más potentes se remitieron a cotejar el discurso de derecha, con alevosía mayor o menor según fueran los temas. De modo que, desde una visión estructural, se estuvo ante una virtual interna abierta del ideario conservador. Si es por eso, el vencedor estaba cantado y la única incógnita era la segunda vuelta. El vencido sólo aspiraba a una cantidad de votos capaz de permitirle su consolidación como líder de lo que se llama la �nueva derecha� (menemismo sin menemistas y cooptación del peronismo rumbo a un símil del Partido Republicano estadounidense). El tiempo dirá si los números de esta votación le alcanzan para perseguir ese objetivo, del mismo modo en que ratificará o no si el triunfo de Ibarra tiene viento suficiente como para airear al desvencijado FrePaSo. Esto último en términos de intereses individuales por cuotas de poder porque, vistas las andanzas de Chacho & Cía., no parece lógico que esas huestes puedan recrearse en un espacio de centroizquierda.
Los análisis de estas horas surcan ese terreno de especulación politiquera. Ese y sólo ése, precisamente porque está claro que no se discutía (ni discute) otra cosa. Quienes sí lo hacen, con algunas excepciones minoritarias, están afuera de los ámbitos partidarios: organizaciones sindicales y sociales, organismos de derechos humanos, intelectuales y luchadores dispersos. No alcanza para que el poder se preocupe. Ni el poder supremo de los dueños de la economía, ni el que encarna sus intereses desde los partidos tradicionales.
En ese aspecto resalta como buena oportunidad la cuña que logró introducir la izquierda. Humilde pero cuña al fin. Se le abre así una perspectiva de desarrollo en el campo institucional, que no es el tipo de agua en que se siente más cómoda. Saber aprovecharla implicará, entre otras cosas, delicados equilibrios entre la mantención de postulados ideológicos básicos y un cuerpo de ideas propositivo, con rasgos vecinalistas, capaz de aumentarle el favor entre los muchos que esperan comprobar si además del consignismo hay la capacidad de hacer. Si lo logra, además, es esperable que traccione más fuerzas hacia una unidad necesaria que ya tarda demasiado. En ese caso, ayer, aunque chiquito, habrá pasado algo. |
|