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Por Martín Pérez Desde Rosario, Santa Fe ![]() El gran chiste con respecto de aquella mítica actuación porteña de Mano Negra en 1992 es que si hubieran ido a verlos todos los que hoy aseguran haber estado allí, el grupo debería haber tocado en un desbordante estadio de River y no en un Obras semivacío, como sucedió en realidad. Esta vez, en cambio, todos en Rosario podrán asegurar tranquilamente que estuvieron allí, porque así lo pareció. �¿De dónde sacó este tipo tanto público?�, se preguntaba un incrédulo local al observar la multitud de 5000 personas -ésa fue la cantidad de entradas puestas en venta� que llenaba todos los resquicios del Anfiteatro para ver en vivo y en directo a un mito amasado durante casi una década del éxito in absentia de su Mano Negra. Y lo que entregó Manu Chao sólo se puede calificar como espléndidamente a la altura de su leyenda: más de dos horas de reggae y ska callejero, un mantra continuo al nivel de su álbum solista Clandestino, pero muchísimo más energético, más cerca de la fiesta popular que del concierto de rock. �No sé lo que haré de ahora en más�, dijo Manu Chao en la conferencia de prensa previa al último recital de una gira que debió haber terminado en Chile, pero que gracias a los contactos personales de Manu Chao �con el grupo Karamelo Santo en Mendoza, y a través de Tato en Rosario� terminó en suelo argentino. �Como todo cambia demasiado rápido en este mundo, nosotros sólo planificamos nuestra vida cada dos o tres meses. Y con este concierto termina nuestra última planificación�, explicó el cantante, que puso por delante sólo dos proyectos: una gira africana, y su nuevo disco. Esperado para los próximos meses por su compañía discográfica, el disco �seguramente llevará escrito en él �así se refirió al mismo, sin querer aún asegurar el título final� el nombre de Próxima estación: Esperanza�. Esa frase, junto con el clásico grito de �¿Qué pasa por la calle?�, fue uno de los estribillos/slogans que se mezclaron en todos los temas del repertorio del extenso concierto que �igualmente� dejó a todos los presentes con ganas de más. Incluso al propio Manu Chao, que parecía no decidirse a dejar el escenario desde el que esta vez privilegió las canciones de siempre �casi todas las de Clandestino y algunas de Mano Negra�, claro que en el formato nuevo de cada noche. �Nunca me he sentido tan libre�, repitió Manu Chao una y otra vez en la conferencia de prensa. Y, por si aún hiciera falta, demostró esa libertad con un show tan libre como su arte, hecho de canciones dentro de canciones; canciones que parecen ser una sola canción, escrita �y cantada� desde un escenario infinito y redondo como el mundo que Manu Chao insiste en recorrer, en una gira permanente y sin tregua.
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