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La carretera de Manu Chao hizo escala en Rosario

Ante 5 mil fans que llenaron el Anfiteatro Municipal, el músico francés cerró su tour latinoamericano con una fiesta popular. 


Por Martín Pérez
Desde Rosario, Santa Fe
t.gif (862 bytes) La noche del sábado en el Anfiteatro Municipal del Parque Urquiza fue la noche de Tato, el rosarino de la banda de Manu Chao. Sobre ese mismo escenario, Tato y Los Shocklender �la banda con la que el guitarrista dejaría Rosario para irse a probar suerte a Barcelona�, se ganaron el derecho a grabar su primer disco al triunfar en un festival. Siete años más tarde, Tato disfrutó a lo grande el hecho de haber vuelto al pago, trayendo a Manu Chao y a su Radio Bemba con él �y formando parte de la banda, en guitarra rítmica y coros�, para realizar un concierto que su ciudad recordará seguramente durante mucho tiempo. 
El gran chiste con respecto de aquella mítica actuación porteña de Mano Negra en 1992 es que si hubieran ido a verlos todos los que hoy aseguran haber estado allí, el grupo debería haber tocado en un desbordante estadio de River y no en un Obras semivacío, como sucedió en realidad. Esta vez, en cambio, todos en Rosario podrán asegurar tranquilamente que estuvieron allí, porque así lo pareció. �¿De dónde sacó este tipo tanto público?�, se preguntaba un incrédulo local al observar la multitud de 5000 personas -ésa fue la cantidad de entradas puestas en venta� que llenaba todos los resquicios del Anfiteatro para ver en vivo y en directo a un mito amasado durante casi una década del éxito in absentia de su Mano Negra. Y lo que entregó Manu Chao sólo se puede calificar como espléndidamente a la altura de su leyenda: más de dos horas de reggae y ska callejero, un mantra continuo al nivel de su álbum solista Clandestino, pero muchísimo más energético, más cerca de la fiesta popular que del concierto de rock. 
�No sé lo que haré de ahora en más�, dijo Manu Chao en la conferencia de prensa previa al último recital de una gira que debió haber terminado en Chile, pero que gracias a los contactos personales de Manu Chao �con el grupo Karamelo Santo en Mendoza, y a través de Tato en Rosario� terminó en suelo argentino. �Como todo cambia demasiado rápido en este mundo, nosotros sólo planificamos nuestra vida cada dos o tres meses. Y con este concierto termina nuestra última planificación�, explicó el cantante, que puso por delante sólo dos proyectos: una gira africana, y su nuevo disco. Esperado para los próximos meses por su compañía discográfica, el disco �seguramente llevará escrito en él �así se refirió al mismo, sin querer aún asegurar el título final� el nombre de Próxima estación: Esperanza�. Esa frase, junto con el clásico grito de �¿Qué pasa por la calle?�, fue uno de los estribillos/slogans que se mezclaron en todos los temas del repertorio del extenso concierto que �igualmente� dejó a todos los presentes con ganas de más. Incluso al propio Manu Chao, que parecía no decidirse a dejar el escenario desde el que esta vez privilegió las canciones de siempre �casi todas las de Clandestino y algunas de Mano Negra�, claro que en el formato nuevo de cada noche. 
�Nunca me he sentido tan libre�, repitió Manu Chao una y otra vez en la conferencia de prensa. Y, por si aún hiciera falta, demostró esa libertad con un show tan libre como su arte, hecho de canciones dentro de canciones; canciones que parecen ser una sola canción, escrita �y cantada� desde un escenario infinito y redondo como el mundo que Manu Chao insiste en recorrer, en una gira permanente y sin tregua. 

 

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