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La primera obvia señal la dio
Beliz cuando no se presentó a la conferencia de prensa que Cavallo ofreció
por la tarde, luego de conocerse el resultado del escrutinio provisorio
que colocó a Ibarra a apenas seis décimas del esquivo 50 por ciento. El
ex ministro explicó entonces que Beliz se encontraba "demorado"
cuando, en verdad, su compañero de ruta había desistido de otra aparición
conjunta, tal vez por temor a que Cavallo repitiera lo del domingo a la
medianoche, cuando llamó a Ibarra "incapaz",
"impotente" y "lacayo", entre otras lindezas.
Con todo, ayer Cavallo se mostró
más tranquilo aunque volvió a apoyar con diversos argumentos su convicción
de repetir su enfrentamiento contra el candidato aliancista. Y si las
matemáticas no dejaban lugar para muchas esperanzas, el ex ministro de
Economía supo inventar recursos para sostener la quijotada. Por ejemplo,
dijo que en la segunda vuelta muchos electores que el domingo no fueron a
votar podrían entusiasmarse, concurrir al cuarto oscuro para apoyarlo y
dar vuelta la historia.
Sin embargo, aquella destemplada aparición luego de los comicios
había producido un efecto revulsivo dentro del Encuentro por la Ciudad.
La mayoría de la dirigencia en voz baja, pero algunos también en público,
se mostraron en desacuerdo con esa salida del ex ministro. "Yo no
descalifico a los adversarios y mucho menos si tienen el 49 por ciento de
los votos", sostuvo el legislador Enrique Rodríguez, del sector de
Beliz. "Ibarra es una persona honrada", agregó.
Entre los belizistas y también
entre los aliados justicialistas había disgustado por la forma inconsulta
con la que Cavallo se había manejado luego de conocida la derrota. Todos
coincidían en que el escrutinio organizado por la administración
aliancista había sido "bochornoso", pero no apoyaban el
agresivo tono utilizado en público. "Es la primera vez en la
historia reciente argentina que el que sale segundo no felicita al que
gana", explicaba un dirigente cercano a Beliz. En el entorno del
joven ex ministro aseguraban que desde la propia militancia les pedían
que evitaran la derrota por partida doble. "Es absurdo, con que sólo
los que votaron a la izquierda decidan ahora votar en blanco ya
perdemos", razonaban.
También la mayoría de los
justicialistas que integraron la lista de legisladores era de la idea de
tomar la elección como capítulo cerrado. "La sensación para los
peronistas es que ya está", explicaba un candidato que había pasado
el día recogiendo impresiones por los pasillos de la Legislatura.
Incluso entre los propios
cavallistas admitían que tenían más motivos para parar que para seguir.
Por ejemplo, como dato no menor, aseguraban que las arcas del comité de
campaña habían quedado exhaustas y que, si ahora debían empezar de
nuevo, no tenían cómo empezar.
Lo que sí, todos argumentaban
que si Cavallo y Beliz finalmente resolvían desistir lo lógico sería
que esperaran al escrutinio definitivo, sobre todo por el cúmulo de
denuncias realizadas al lentísimo recuento oficial y al 40 por ciento de
las mesas impugnadas. "Después de todo el lío que hicimos lo menos
que podemos hacer es esperar al escrutinio final", explicaba uno de
los dirigentes que el domingo a la noche se presentaron a los gritos en el
lugar donde se contaban los votos.
Beliz esquivó ayer las apariciones en público y por la tarde se
reunió con su círculo íntimo en la casa de su suegro. En el cónclave,
Beliz habría decidido convencer a Cavallo de la inutilidad de seguir
adelante. Desde allí partió con rumbo reservado para el encuentro en el
que se buscaría el acuerdo. "Si vamos, vamos juntos y si nos
bajamos, nos bajamos los dos. Si va Beliz no voy yo, si no voy yo no va
Beliz", explicó anoche Cavallo, luego de admitir que su compañero
de fórmula "tiene dudas".
Los colaboradores de uno y otro
ex ministro mantuvieron bajo reserva el lugar y el contenido de la reunión.
Página/12 pudo saber que en una mesa servida para cuatro personas Cavallo
y Beliz cenaron en el restaurante Tomo I, ubicado en el primer piso del
Hotel Panamericano. Pese a la tensión, comieron bien. Cavallo se inclinó
por un magret de pato al oporto con peras mientras que Beliz se decidió
por filetes de cordero hierbados con papas Anna y berenjenas, platos
pobremente acompañados con gaseosa dietética y agua mineral. Mientras
discutían y daban cuenta de las exquisiteces, sus operadores esperaban
ansiosos la conclusión del encuentro en el vecino edificio del Sindicato
del Seguro. Un colaborador cavallista, fiel a su jefe, confirmaba el
encuentro sintetizando el ánimo del ex ministro: "Sí, estamos
reunidos porque Beliz arrugó".
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