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OPINION

Economía, paro y elecciones

Por Claudio Lozano*

Desde que Fernando de la Rúa asumiera la presidencia del país, las medidas de política económica adoptadas se inspiran en la misma lógica que caracterizara a la pasada gestión menemista. En algún sentido, la propuesta hasta el momento pareciera ser perfeccionar la conducción de un rumbo que no se discute (ej.: llevar a fondo el ajuste en las cuentas públicas y no sólo declamarlo). El ajuste regresivo y recesivo de las cuentas fiscales y la flexibilización laboral se inscriben en una lógica (común a Roque Fernández) de lograr un shock de confianza sobre los mercados (en concreto, la cúpula empresarial dominante y los organismos financieros internacionales).

  En este contexto, queda sin atención (es más, se profundiza) el grave cuadro que expresa una Argentina con dos millones de desocupados, siete millones de habitantes con problemas laborales y 14 millones de argentinos en situación de pobreza. Es decir, la agenda oficial sigue sin incorporar una clave central para la sociedad: "la redistribución progresiva de los ingresos".

  Es en este marco que debe entenderse la convocatoria y el alto acatamiento obtenido por el paro nacional del pasado 5 de mayo. Paro convocado por las experiencias sindicales que compartieron con las actuales fuerzas políticas que integran la Alianza, la confrontación con el modelo menemista. Paro cuestionado por el Gobierno en acuerdo con la expresión más cabal del sindicalismo menemista y proempresarial. El mismo modelo sindical que el Gobierno reprobara a través de sus recientes spots publicitarios.

  Sería un error serio no tomar en cuenta la advertencia social que supone lo ocurrido el 5 de mayo. Considerando incluso como válido el porcentaje de acatamiento señalado por el Gobierno (33,3 por ciento), debería preocupar que a sólo cinco meses de gestión uno de cada tres trabajadores hayan decidido adherir a la medida de fuerza.

  Sería un error mayor aún transformar la elección de la Capital en una señal de apoyo absoluto a la gestión nacional, oponiéndola a lo expresado por el paro nacional. No sólo porque la Capital no representa la situación del conjunto del país, sino también por lo que de los resultados se desprende. Ellos indican que:

  a) Aníbal Ibarra (pese a haber hecho una brillante elección) pierde votos respecto a los obtenidos por Fernando de la Rúa hace escasos meses.

  b) El fuerte corte de boleta sufrido por la Alianza a nivel legislativo (casi trece puntos menos que a jefe de Gobierno, el oficialismo pierde así, doce bancas en la Legislatura de la Ciudad) responde a la decisión de concentrar votos contra Domingo Cavallo, casualmente un cabal exponente del modelo económico y social que fuera cuestionado por el paro del 5 de mayo.

  c) El crecimiento del voto por izquierda, el discurso que presentara la propia Irma Roy (tolerancia cero frente a la pobreza y el desempleo) y las discusiones que atraviesan la Alianza respecto de la agenda pendiente, hablan a las claras acerca de que el rumbo elegido hasta el momento encontrará nuevos problemas sociales e institucionales.

  Cabe destacar por último que el triunfo de Aníbal Ibarra le repone al Gobierno la oportunidad de retomar un mandato fundacional que hoy aparece diluido. Al mismo tiempo, vuelve a darles la oportunidad a los sectores democráticos y populares que integran la Alianza, de recuperar influencia en las políticas nacionales. Algo que hasta hoy, parecían haber perdido de manera absoluta.

* Director del Instituto de Estudios y Formación de la CTA.

 

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