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Un recuento con atrasos y errores, pero sin evidencias de fraude

La lentitud del escrutinio sirvió de base a las acusaciones del derrotado Cavallo. Hubo errores, pero, por ahora, ninguna prueba de una �trampa�. Las críticas y los argumentos de los criticados.


Por Raúl Kollmann
t.gif (862 bytes) El escrutinio de los comicios para jefe de Gobierno produjo un increíble atraso en el recuento y graves desprolijidades, pero no hay evidencia alguna de fraude. Recién ayer, después de 18 horas de hacer cuentas, se conocieron datos más o menos completos de una elección en la que apenas se votaban dos cosas: jefe de Gobierno y lista completa de legisladores porteños. En el centro de cómputos argumentaron que las planillas venían mal confeccionadas, algo que ocurre normalmente en todas las elecciones -se llaman incidencias� y que se resuelven rápidamente desde el sistema. También hubo errores ostensibles: Beliz figuraba con el nombre Osvaldo y no Gustavo, había pifiadas en otros diez apellidos; debajo de la suma total de los porcentajes figuraba el número 100 pero, con el voto en blanco, sumaba en realidad 102 o 103; la asignación de bancas en algún momento totalizó 59 y no 60. Más allá de las falencias, lo cierto es que hasta el momento Domingo Cavallo no pudo presentar una sola objeción concreta a los resultados.
Los errores empezaron temprano. En la mañana del domingo se podía acceder a la página de los cómputos -www.buenosaires.gov.ar/eleccionesba2000� y ya figuraban cifras y porcentajes para cada candidato. Era obvio que se trataba de números con los que se había hecho una prueba, pero los contadores debieron ponerse a cero mucho antes de la elección. El fallido puso en marcha los delirios de más de uno que decía que ya se trataba de resultados oficiales o de un intento de fraude. Los números siguieron allí hasta casi las cuatro de la tarde. El Gobierno de la Ciudad explicó que la responsabilidad es del Superior Tribunal de Justicia que, según parece, ordenó poner los contadores a cero recién a las cinco de la tarde.
Sin embargo, el problema mayor sobrevino después de las 18, cuando el sistema no pudo resolver lo que se conoce como �incidencias�, esto es los errores que siempre ocurren en la confección de las planillas que vienen desde las mesas. Hay sumas mal hechas, no es igual la cantidad de gente que vota para jefe de Gobierno que la que vota legisladores porteños y otros errores menores para los que el sistema debe estar preparado. Por inexperiencia o impericia el centro de cómputos no supo enfrentar las incidencias, lo que provocó las demoras. 
Las explicaciones de los responsables del escrutinio insisten en resaltar la gran cantidad de errores cometidos por los presidentes de mesa (ver aparte), que habrían demorado el escrutinio por 18 horas. Igualmente, el atraso no se puede atribuir sólo a las 2700 mesas con problemas. Las 4300 restantes �el total rondó las 6600� tampoco se procesaron con celeridad, al punto que recién se conoció el resultado de 3400 a las 12 de la noche. El 24 de octubre pasado, a las 22, se conocía la totalidad del escrutinio de la Capital Federal y antes de la medianoche de aquel día se sabían los resultados de algunos distritos donde se votaba al mismo tiempo para presidente, diputados nacionales, gobernador, diputados provinciales, intendentes y concejales. De todas maneras, en época del menemismo no todo relució: nadie se olvida aquel famoso apagón protagonizado la noche del escrutinio por Adelina Dalesio de Viola.
Una mirada a la forma en la que se hizo el escrutinio demuestra que la tardanza no fue casualidad:
* Gustavo Beliz figuraba como Osvaldo Beliz; a Herman Schiller le faltaba la c del apellido, Jorge Guillermo Selser aparecía con dos u en Guillermo, Manuel Gaggero se escribe con dos g y no con una como figuraba en la planilla oficial.
* Usualmente, las planillas oficiales vienen automáticamente ordenadas, empezando arriba por los que más votos sacaron y hacia abajo las demás fórmulas en orden decreciente. No fue el caso de esta elección.* Resultaba difícil entrar en la página de Internet donde se publicaban los resultados. 
* El tratamiento del voto en blanco se prestaba a confusión. Figuraba como último dato debajo de las fórmulas y aún más abajo estaba el total de la columna: 100 por ciento. Sin embargo, si uno hacía la suma, llegaba a 102.7 y no a 100, lo que indicaba que el voto en blanco figuraba como sumado, pero en realidad no lo estaba.
* Hacia las 21, hubo una planilla relacionada con las bancas conseguidas por los distintos partidos. El total sumaba 59 bancas y no 60, que era el total a distribuir. 
Uno de los aspectos cuestionados por Domingo Cavallo �pero recién una semana antes de las elecciones� fue que en lugar de una licitación el gobierno de la ciudad resolvió darle la responsabilidad del escrutinio -con contratación directa� al apoderado del Frepaso, Santiago Díaz Ortiz, y al encargado de informática del Frepaso, Alfredo Moreno, con el argumento de que no había presupuesto suficiente. El Correo Argentino, por ejemplo, hizo durante décadas el escrutinio �incluyendo la parte informática�, la española Indra realizó el conteo de las últimas dos elecciones nacionales y en varios países de América latina se presentaron IBM y otras empresas norteamericanas. El resultado del domingo evidencia que, lo haga el Estado o alguna empresa, la cuestión de contar votos es delicada, requiere de eficacia y transparencia porque, de lo contrario, sólo sirve para dar argumentos a los que pierden. 

 

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