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Por Irina Hauser Funcionarios de varios rangos, hombres vestidos con poncho, mujeres de tez morena, investigadores, militantes de derechos humanos, exponentes del alfonsinismo y del Frepaso, todos hacían cola apretujados en el salón de los Escudos de la Casa Rosada para saludar al jurista Raúl Zaffaroni, que acababa de asumir como interventor del Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia (Inadi). �Mucha suerte�, le repetían con palmaditas en la espalda y apretones de mano, especialmente quienes se notaba que conocían que el organismo quedó desmantelado y desprestigiado después de la gestión del hipermenemista Víctor Ramos. Zaffaroni se comprometió públicamente a �regularizar en cinco o seis semanas el funcionamiento del área�. �Es indispensable �dijo� que la lucha antidiscriminación la tome a cargo el estado de derecho�. �Que cada uno llegue a ser lo que elige ser�, expresó el nuevo interventor como una de sus mayores aspiraciones. �La lucha antidiscriminación es una lucha por la ciudadanía�, agregó. Acababa de explicar con habilidad docente que �ciudadanía y discriminación son antónimos� en la medida en que a la categoría de ciudadano se llega después de batallar con las de siervo y súbdito, entre otras. Escoltado por el ministro del Interior, Federico Storani; el ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra; el secretario de la Presidencia, Jorge de la Rúa, y el ex presidente Raúl Alfonsín, Zaffaroni advirtió que �en una sociedad globalizada donde el esquema del poder lleva a la polarización de la riqueza es indispensable que la lucha contra la discriminación sea institucional�. Ante los rostros compenetrados del público, que desbordaba el salón de paredes con empapelado rojo y dorado, el jurista dijo: �Hay Estados que logran contener mucho mejor las pulsiones de un pequeño estado de policía que siempre queda en su interior pero que deja de ser pequeño en la medida que el estado de derecho se debilita (...) La democracia exige ciudadanos, el estado policial, súbditos�. El titular de Interior, encargado de poner a Zaffaroni en funciones -después de haber acordado finalmente un presupuesto mensual cercano a los 50 mil pesos� celebró su designación, destacó su trayectoria y dijo que estaba complacido porque el plan para recomponer al Inadi contempla �las modalidades de la nueva discriminación que ofrece una sociedad compleja�. Entre los que se abalanzaron para saludar al interventor al final del acto, desfilaron la diputada Alicia Castro, el sacerdote Luis Farinello, el ex ministro de Justicia León Arslanian, el ex senador Hipólito Solari Yirigoyen, el asesor presidencial Federico Polak, el criminólogo Elías Neuman, el ex ministro del Interior Enrique �Coti� Nosiglia, el economista Claudio Lozano, los dirigentes sindicales Víctor De Gennaro y Marta Maffei, el rabino Daniel Goldman, el titular de la DAIA, Rogelio Cichowolski, los jueces Luis Niño y Martín Vázquez Acuña, la subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti, el jefe de la Oficina Anticorrupción, José Massoni, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y el cineasta David Blaustein, entre otros. �No quiero hacer grandes anuncios�, se atajó Zaffaroni en diálogo con Página/12. �Es cierto que trataremos áreas desatendidas como, por ejemplo, la discriminación etaria�, dijo. Aclaró que entre sus principales metas figuran �darle al Inadi autonomía institucional y, en esa dirección, lograr programas de cooperación con otros países�. Desde ahora tiene un mes para presentar el proyecto de decreto reglamentario con un marco normativo para la repartición. No hay plazos de duración, en cambio, para la intervención. Es poco probable que Zaffaroni quiera quedarse como titular definitivo ya que, según dicen sus allegados, le gustaría ocupar la Defensoría General de la Nación, hoy a cargo del riojano Miguel Angel Romero, cuyo juicio político estudia Diputados. Algunos de los presentes rogaban �que no se vaya, encima con lo que costó desatornillar a Ramos de la silla�.
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