|
El estallido retumbó como un disparo, en medio de la avenida Rivadavia, todavía despoblada. Eran casi las 7.30 y en la vereda impar, a una cuadra de la Plaza Flores, una chica cayó tendida en la vereda, con la cabeza ensangrentada. Detrás de ella, la vidriera de un comercio se había hecho añicos. A treinta metros de allí, un colectivo de la línea 104 había quedado detenido en medio de la avenida, con un neumático pinchado, y los pasajeros ya empezaban a bajar para esperar el ómnibus siguiente. Los primeros policías que llegaron al lugar no vincularon los tres episodios entre sí: creyeron que la chica había sido baleada. Pero cuando vieron adentro del negocio un aro de metal como el que llevan las ruedas de los vehículos pesados, ataron cabos: el proyectil circular había volado desde el colectivo, tras el reventón, y dio en la cabeza de la chica. Recién entonces, advertido por la policía, el colectivero se dio cuenta de lo que había ocurrido y sufrió un ataque de nervios. La chica murió dos horas después en el Hospital Piñero. El chofer quedó detenido, bajo el cargo de homicidio culposo. Nada se parece más a la fatalidad que el resultado de este accidente: la luz del día todavía era débil a esa hora y aún no había mucha gente sobre Rivadavia, casi esquina Caracas. Los únicos locales abiertos eran el bar Uno, justo frente al lugar del hecho, el kiosco de diarios de la esquina y el puesto de flores, en la vereda opuesta. Sólo transitaba por ahí la gente que iba o venía a trabajar. El interno 921 de la línea 104 circulaba desde Liniers hacia el centro cuando sufrió el reventón en el neumático delantero izquierdo, aparentemente, apenas cruzó Membrillar. El aro de acero que sujeta la cubierta contra la llanta saltó entonces como un proyectil, hacia la vereda opuesta, cruzó toda la calle, se estrelló contra la cabeza de la joven que pasaba justo por ese lugar y siguió su recorrido con fuerza suficiente como para romper la vidriera de un local de venta de colchones y sommiers, al 6785 de Rivadavia. La chica quedó tendida en medio de los vidrios y en el suelo se veían restos de masa encefálica, relató a este diario Sergio, el florista, que estaba en el puesto desde la noche anterior. Hasta anoche, la joven no había podido ser identificada. �No tenía documentos, ni cartera ni dinero. Y hasta ahora nadie reclamó por ella�, dijo a Página/12 una fuente policial. �Tendría unos 25 años y vestía una campera verde. Su apariencia era de una persona de clase media�, agregó la fuente. Una ambulancia del SAME, que según los testigos llegó a los diez minutos, la llevó hasta el Piñero. Tenía una herida profunda en el parietal derecho. Para los médicos, la lesión era irreversible: no había nada que hacer, más que colocarle un respirador artificial. La mujer murió a las 9.15. El chofer, identificado como Sergio Privitero, de 35 años, sufrió entonces su segunda crisis de nervios, ya en la seccional 38ª, donde estaba detenido. El juez en lo Correccional Omar Fasciutto dispuso privarlo de su libertad, tras caratular la causa como homicidio culposo. Fuentes vinculadas con la investigación discreparon con la calificación: �El homicidio culposo se refiere a un hecho cometido por un accionar imprudente o negligente. Y en este caso el colectivero tiene la misma responsabilidad que cualquiera de los pasajeros del micro�, opinó la fuente. El cuerpo de la joven fue trasladado a la morgue judicial, para su identificación. El micro fue secuestrado y ayer fue sometido a pericias por parte de técnicos de la Policía Federal. De acuerdo con distintas fuentes consultadas por este diario, este tipo de accidente no es habitual pero suele registrarse con alguna frecuencia en las gomerías, cuando los operarios son inexpertos (ver recuadro). Un vocero de la empresa Plaza aseguró que el ómnibus que protagonizó el accidente �tenía hechos todos los controles técnicos correspondientespues, de lo contrario, no estaría en servicio�. �Lo que ocurrió es algo inverosímil�, dijo Marcelo Manussi, representante de la empresa. Sin embargo, los conocedores sostienen que el aro de acero que sostiene la cubierta �puede saltar si el gomero no armó correctamente la rueda, si la llanta está deteriorada y no está en condiciones de seguir rodando, o si la empresa �o el dueño de la unidad� decidieron seguir utilizando el ómnibus pese a la advertencia realizada en la gomería para su reemplazo�.
|