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Ramón es introvertido, estudioso, callado. Un alumno �que no molesta�. Con ese perfil, nadie en la escuela, ni en la casa, detectó que tuviera problema alguno. Que las cargadas de un compañero suyo lo habían hartado y que se habían convertido en su pesadilla. Del asunto se enteraron unos y otros el lunes, cuando el chico, de 13, le disparó un tiro en el abdomen a otro adolescente, de la misma edad, a tres cuadras del Colegio San Pío X, de La Plata. Ayer, Ramón quedó en libertad. La jueza que lleva el caso consideró que �no es un chico peligroso ni de características agresivas�. Y llamó la atención sobre la presencia de armas en la casa, de donde el chico la sacó para �asustar� a su cargoso compañero, según contó en su declaración. A la polémica sobre la violencia en las escuelas sumó su opinión el ministro de Educación, Juan Llach, quien aseguró que �sería muy indeseable� colocar detectores de metales en los colegios. En tanto, Matías �el chico que terminó baleado� continuaba internado en terapia intermedia en el hospital Sor María Ludovica, donde fue intervenido, aunque los médicos decidieron no extraerle la bala. �Está consciente, tiene algo de dolor y está fuera de peligro�, detallaron. El lunes pasado, después de clase, Ramón y Matías �ambos del octavo año de la EGB� habían pactado �encontrarse a la salida�. Según algunos testimonios, el viernes habían tenido una discusión. Pero no hubo pelea, como se suponía. Ramón sacó un revólver calibre 32 largo �había estado con el arma toda la mañana en el colegio� y disparó. El episodio actualizó el debate sobre la violencia escolar. �Creo que, más que detectores de metales, lo que tenemos que crear es conciencia en la sociedad, en los medios y en la familia acerca de cuáles son los valores que hay que inculcarles a los chicos�, consideró Llach ayer por la mañana. Por la tarde, los noticieros pretendieron escandalizar con la novedad del caso: el chico que baleó al compañero quedó en libertad. Ramón había declarado durante cinco horas y media ante la jueza Irma Lima y un equipo de psicólogos, en compañía, además, de sus padres. Con ellos se fue del juzgado rumbo a su casa. Eso sí: con la imposición de una terapia psicológica, individual y familiar. La decisión de dejarlo en libertad cobró sentido armado el rompecabezas del perfil: según contaron compañeros del San Pío y trascendió de fuentes judiciales, Ramón es un chico �que sale de lo común de los adolescentes, pero no por transgresor sino por introvertido�. Sus actividades se concentran en estudiar, navegar por Internet y jugar al ajedrez... con la computadora. Matías, al parecer, lo había tomado de punto. �Desde hace un año lo venía molestando, lo cargaba y lo insultaba�, contaron fuentes judiciales. Los directivos de la escuela aseguraron que Ramón �es un alumno excelente y muy estudioso�. Con ese perfil, el plantel docente nunca evidenció lo que corría por abajo y, pese a haber un gabinete, los profesionales nunca intervinieron. Tampoco en la casa fue detectado su malestar. Aun a pesar de que un vecino alertó al padre tiempo atrás sobre cierto retraimiento del chico, que incluso había pedido cambiar de colegio. Ayer, en su declaración judicial, Ramón contó que había tomado el arma que se guardaba en la casa para �asustar� a Matías. �No quise lastimarlo, yo quería tirar al piso. Fue un brote de ira�, dijo en un lenguaje poco habitual para un adolescente. Las características del brote, sin embargo, pudieron ser posibles por la presencia del revólver en la casa. �Ya el arma es un artefacto más de la casa, un elemento común �criticó la jueza Irma Lima�. Antes, cuando veíamos un arma, salíamos corriendo, por si se disparaba, pero ahora es una cosa de todos los días.� Ramón finalmente quedó en libertad, aunque en tratamiento psicológico; los padres, por su parte, quedaron también con otra obligación, impuesta como la única sanción verdaderamente dolorosa para Ramón: la limitación en el uso de la computadora.
EL JUICIO POR LA MUERTE DE PERALTA �A tal punto llega la planificación del hecho que estoy convencido de que le construyeron a la víctima su ataúd de metal�, consideró ayer el fiscal general Federico Nieva Woodgate en la causa por el secuestro y homicidio del empresario metalúrgico Pedro Peralta, quien fue hallado muerto en 1996 en un tanque de gasoil con cal viva, oculto en el jardín de uno de los presuntos homicidas.
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