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El triunfo en octubre del año pasado fue la estocada final al histórico bipartidismo blanco-colorado. Ahora, la izquierda uruguaya tiene la posibilidad de demostrar que no se trató de una victoria coyuntural; que realmente creció hasta el punto de haber convertido a Montevideo en un bastión del Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) y de tener por primera vez la posibilidad seria de quedarse además con el segundo departamento más importante del país. Este domingo hay elecciones municipales y departamentales en la república oriental, y el intendente de la capital por el EP-FA, Mariano Arana, es el único que parece tener la victoria segura. Arana �además de felicitar a su flamante colega argentino Aníbal Ibarra� explicó a Página/12 por qué la izquierda sigue creciendo, por qué estas elecciones son tan importantes para ese avance y qué quedó de aquella antigua alternancia ininterrumpida entre colorados y blancos. �¿Por qué cree que nadie duda de su triunfo? �Porque es probable que la gente haya percibido algo muy particular para la práctica política de este país y de la región: hemos dicho lo que pensamos y hemos hecho lo que dijimos, y esto es algo bastante inusual que, sin embargo, se puede verificar en los 10 años de gobierno que tenemos en la Capital. Yo estoy muy conforme de poder decir que no hemos trabajado para la gente, sino junto a ella. En el caso de Montevideo, el mantenimiento en el gobierno durante 10 años, lejos de habernos erosionado, nos ha potenciado por la coherencia entre nuestras propuestas y los resultados. �¿Cómo explica el gran crecimiento de la izquierda en general, pero sobre todo en Canelones? �Me parece que, al estar menos atornillada a una tradición política, la gente se siente menos comprometida con sus filiaciones partidarias y más proclive a observar programas, proyectos y personas que han llevado adelante una propuesta coherente, como la que desarrollamos en Montevideo, atendiendo en forma prioritaria a los sectores más desvalidos, muy vulnerados en los últimos años por el crecimiento de la inestabilidad laboral. Es la primera vez que se pone en práctica en Uruguay la separación entre la votación nacional para presidentes y legisladores por un lado y las elecciones de gobiernos municipales por otro. Probablemente eso haya inducido a que personas con mayor grado de independencia se inclinen por propuestas y personas que responden mejor a sus propias expectativas, con independencia de las opciones tradicionales. �¿Cómo hace la izquierda para competir con la maquinaria caudillista de los partidos tradicionales en el interior del país? �Evidentemente no hay competencia a nivel del potencial económico, porque las desproporciones son muy notorias, sino a través de los razonamientos, la congruencia de las propuestas y la capacidad de los candidatos, que en general tienen una sólida y arraigada credibilidad a nivel local. �¿El bipartidismo está terminado incluso allí? �Las realidades son diversas. Pero creo que la relativa erosión de los partidos tradicionales se vio más nítidamente reflejada en las elecciones nacionales que en las pujas que siempre se dan a nivel local. �¿Qué perspectivas abriría para la izquierda un triunfo conjunto en Montevideo y Canelones? �Hemos logrado ser la primera fuerza nacional, algo impensable 20 años atrás, y las encuestas para Montevideo, e incluso para Canelones, hablan de la creciente aceptación de la izquierda por parte de la ciudadanía. Personalmente, espero con serenidad y confianza el veredicto de la gente, y espero que los resultados confirmen nuestras expectativas y contribuyan a consolidar el prestigio que nuestra fuerza política ha ganado, no sólo en el país, sino también en la región y en el mundo. Entrevista de Florencia Grieco
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