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como financian el conflicto Sierra leona y congo 
Los diamantes son eternos

La codicia de los mercados europeos de piedras preciosas alimenta la carrera de armamentos en las dos grandes guerras africanas, en Sierra Leona y Congo.

Hipótesis: Algunos arriesgan la hipótesis de que controlar la importación europea de diamantes es la clave que pondrá fin a muchas luchas civiles africanas.


Por Alfredo Grieco y Bavio

t.gif (862 bytes) Decenas de miles de mutilados maldicen el día de 1930 en que se descubrieron diamantes en Sierra Leona. Si la guerrilla les cortó manos, piernas u otros órganos, fue gracias a las piedras preciosas que financian el conflicto y les permiten comprar armas en el ex bloque soviético a cambio de lo que venden en los mercados de Amberes. Este puerto belga es el centro mundial del diamante, pero también se comercia en Amsterdam, Tel Aviv o Beirut. Desde que en 1991 la guerra civil estalló en esta nación del Africa atlántica, centenares de miles murieron, medio millón ha debido exilarse y otro medio millón vive en un obligado nomadismo en el interior de sus fronteras. Y la economía entró en colapso irreversible. Con la evidente excepción de los diamantes.

Señor de los Diamantes

Foday Sankoh es el jefe de la facción rebelde de Sierra Leona, Frente Revolucionario Unido (RUF). En el tráfico de diamantes tiene como socio nada menos que a un presidente, el liberiano Charles Taylor. Si Sierra Leona es una añeja ex-colonia británica, en el origen de Liberia están los Estados Unidos, que fundaron el país de nombre libertario en 1821-47 para depositar allí a buena parte de los negros que tenían como esclavos, le pusieron Monrovia como capital (por el presidente Monroe, el de �America para los americanos�) y le dejaron los enormes problemas de un élite de ex-esclavos que hablaban inglés y que no podían fusionarse étnica ni culturalmente con los locales, cuyas instituciones políticas avasallaron. 
Según informa la organización humanitaria canadiense Partnership Africa-Canada (PAC), Taylor y Sankoh también compartieron un campamento de entrenamiento en Libia, el país árabe más interesado en reconquistar el hinterland del Africa subsahariana. Otro país que sirve de salida para los diamantes de los rebeldes de Sierra Leona hacia Amberes es Guinea. Liberia exporta 25 veces más diamantes de los que puede extraer en su territorio, precisó PAC. Este país colocó entre 1994 y 1998 unos 31 millones de quilates en diamantes en el mercado belga, aunque su capacidad local de producción se reduce a solamente unos 150.000 quilates anuales. 
Pero no sólo los rebeldes se financian en Sierra Leona con los diamantes. También el presidente Ahmad Tejan Kabbah alimenta la guerra con quilates. En 1998 contrató tropas mercenarias sudafricanas a cambio de la concesión de minas diamantíferas, para lograr la expulsión de la capital Freetown de la guerrilla opositora. 
La comercialización de los diamantes es un negocio tanto más lucrativo porque escapa a cualquier control. El 80 por ciento del comercio mundial es desarrollado por el consorcio británico-sudafricano De Beers, que logró incrementar sus ganancias en un 50 por ciento con el cambio de milenio. Sierra Leona exportó a Bélgica en 1995 oficialmente diamantes por 22 millones de dólares. Pero en Amberes se comercializaron ese año piedras preciosas provenientes de ese país valuadas en 81 millones de dólares, según un estudio de Médicos sin Fronteras.
La división del poder en Sierra Leona no parece ser una solución viable y duradera. El presidente Kabbah parece haber puesto de pastor al lobo. Designó justamente a Sankoh (que también es el vicepresidente que le impusieron en la precaria paz firmada en 1999) como director de la Sociedad para el Control de las Minas de Diamantes de Sierra Leona. Es improbable que Sankoh, contento con llevar el título de �Señor de los Diamantes�, silencie las armas que puede comprar con las piedras preciosas. No es casual que 500 cascos azules de la ONU fueran secuestrados cuando comenzaban a desarmar a los rebeldes en las regiones diamantíferas. Y esta última vuelta de tuerca, de desenlace muy incierto, es la que hoy vive el país.
Cleptócratas Inc. Durante los años en que la Guerra Fría estaba caliente, los Estados Unidos defendían en Zaire como un baluarte antimarxista a la dictadura de Mobutu Sese Seko. A su caída, su sucesor Laurent Kabila coincidió con el tirano depuesto en presentar su empresa de conquista golosa y goce insaciable del poder personal (y de los diamantes congoleños) como un esfuerzo heroico por dar organización firme a una sociedad espontáneamente incapaz de alcanzarla. Desde abril pasado, seis gobiernos (cinco de ellos extranjeros) y tres facciones rebeldes aceptaron un alto el fuego en la guerra civil que en el ex Congo Belga, ex Zaire, hoy República Democrática del Congo (RDC) disputa el poder a un Kabila cada vez más debilitado. El enclave militar estratégico de primer orden en la guerra es Kisangani, que al mismo tiempo es un gran yacimiento de diamantes. En particular, ruandeses y ugandeses y dos de las facciones en lucha se disputan el dominio total de esta región. 
Kisangani, a 1300 km al este de la capital congoleña de Kinshasa y a orillas del río Congo, es la tercera ciudad del país. Está situada en una zona estratégica para controlar el nordeste del RDC, en manos de los tres movimientos rebeldes congoleses y los ejércitos ruandés y ugandés desde el principio del conflicto que estalló en agosto 1998. En un país donde las infraestructuras de transportes �vitales para las operaciones militares de gran alcance� son raras, la ciudad posee dos aeropuertos, un importante puerto fluvial que permite llegar a la capital a través del río, un ferrocarril que desciende hasta el sur y carreteras que conducen al este y al norte.
Desde la colonización, su posición convirtió a Kisangani en el punto ideal de penetración y de ocupación del este y del norte del país.
Siglos antes, su localización ideal la había convertido en el punto de partida del comercio de marfil, oro y esclavos. Según medios cercanos a los explotadores de diamantes en Kinshasa, se han encontrado yacimientos muy prometedores en los lechos de varios ríos cercanos a Kisangani, entre ellos el Tshopo y el Lindi.

Piedras color sangre

Diversas organizaciones humanitarias han criticado las permisivas normas de importación de diamantes con las que Bélgica atrajo a Amberes a los comerciantes de piedras preciosas tras la Segunda Guerra Mundial. Algunos observadores arriesgan incluso la hipótesis de que un mayor rigor en el control de las importaciones constituiría la clave para la finalización de muchas luchas civiles africanas.
El desarrollo de Africa está vinculado hoy al combate de dos epidemias mayores, la malaria y el sida. Y precisamente en estos momentos, dos guerras encadenadas (y alimentadas por los diamantes y otros recursos naturales) en sus implicaciones recorren el entero continente. Africa del Cabo al Cairo, como decía el colonialista británico Cecil Rhodes en el siglo pasado. Nunca las soluciones para algunos de estos problemas fueron tan fáciles de pensar. La decisión política está en Europa y Estados Unidos. Pero más allá de las buenas intenciones proclamadas, un observador desapasionado podría concluir que en Occidente todos están esperando que las poblaciones originarias de Africa acaben de morirse, para ocupar así el nuevo continente vacío. 


El país de Graham Greene

Sierra Leona era una de las más antiguas colonias británicas en Africa. Había sido establecida a finales del siglo XVIII, a la vez como una factoría comercial y como un nuevo hogar para sus ex esclavos. En 1808 era una base para las patrullas navales antiesclavistas de Gran Bretaña. El escritor inglés Graham Greene, que vivió allí durante la Segunda Guerra Mundial, situó en la capital, Freetown, una de sus novelas más famosas, El revés de la trama (1948). En ella narra las desventuras de Scobie, un agente de la policía colonial que al mismo tiempo es un católico practicante. Todos los temas clásicos de lo que se llamó Greeneland están aquí: escrúpulos religiosos (y un católico pertenece a una minoría entre ingleses protestantes), adulterio, crímenes con coartadas teológicas, clima tropical, color local y sordidez. También aparece el contrabando, que será uno de los gatilladores de la acción y su desenlace. Precisamente El revés de la trama titularon Ian Smillie, Lansana Gberie y Ralph Hazleton su informe donde revelan cómo circulan los diamantes de Sierra Leona. 

 

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