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ENTREVEROS
Por J. M. Pasquini Durán

Durante la gestión en la dirección general de YPF, el general Enrique Mosconi concedió a los trabajadores y sus familias una serie de beneficios sociales, como la provisión de viviendas, precios subsidiados de alimentos, servicios de salud y educación, subsidios por paternidad o fallecimiento, bonificaciones por antigüedad y otros, a cambio de una disciplina laboral absoluta. Promovió, además, una serie de valores que identificaban a la empresa con �los intereses de la Patria� (E. Mases y G. Rafart, �Los inicios de políticas de bienestar en la Argentina; El caso de YPF, 1922-1946�, en Realidad Económica Nº 149). Algunos de esos rasgos se prolongaron durante décadas, hasta que las privatizaciones, inspiradas en el predominio absoluto de las leyes del mercado, cortaron de raíz con las tradiciones. En marzo de 1998, la Federación de Trabajadores de la Energía (Fetera) hacía esta pregunta: �¿Cuántos habitantes de la Argentina advierten hasta qué punto el empeoramiento de su seguridad, de su calidad de vida, de sus posibilidades de progreso, se asocian a las privatizaciones de las grandes empresas públicas de energía, tales como YPF?�. En noviembre de 1998, un grupo de dirigentes de la UCR envió una carta a Fernando de la Rúa, entonces presidente del Comité Nacional partidario, denunciando la política del menemismo sobre petróleo, �al que Hipólito Yigoyen llamaba la segunda riqueza nativa�.
Hace falta recurrir a esta perspectiva del camino recorrido para comprender que los sucesos en la localidad salteña de General Mosconi, por demás emblemático el nombre, no son únicamente la infeliz expresión de una circunstancia ocasional: un pueblo completo abandonado a su suerte después que la corporación privada que maneja YPF decidió retirar de la zona la principal, por no decir la única, fuente de trabajo. El desamparo ya estalló antes en Cutral-Có, Tartagal, Corrientes, Neuquén y, con seguridad, Mosconi no será el último conflicto. Allí aparecen al desnudo las insuficiencias presupuestarias para asistir a los desocupados, la incapacidad para �reciclar� a la mano de obra sin empleo y también la consecuencia directa de políticas públicas contrarias al bien común y a �los intereses de la Patria�. Para colmo sucede en Salta, provincia dominada por estructuras feudales de todo tipo, desde la tenencia de la tierra hasta las instituciones políticas: en las últimas elecciones el gobernador Romero obtuvo el 56 por ciento de los votos, con oligarquías viejas y nuevas de proverbial insensibilidad ante la pobreza (alrededor de la mitad de los hogares salteños vive por debajo de la línea de necesidades básicas).
Tampoco el capital financiero internacional se distingue por las sensibilidades sociales. Y detrás de Repsol, actual propietario de YPF, está un grupo de banqueros y fondos de inversión. La corporación española es una empresa mixta, con mayoría privada, cuyos principales accionistas son el Banco de Bilbao Vizcaya, la Caixa, Endesa y la Caixa de Cataluña, y para realizar su oferta de compra de YPF tuvo el respaldo del Bilbao Vizcaya, la Caixa, Goldman-Sachs, Merril Lynch y Citigroup. El gobierno argentino dice bien que situaciones como la de General Mosconi no son el producto directo de su gestión de cinco meses y que las soluciones no pasan sólo por sus manos. Pero, aunque los problemas sean heredados, hoy en día tiene la responsabilidad de encontrar vías de salida. 
Si el Presidente archiva la correspondencia podrá encontrar aquella carta de noviembre del �98, donde le recordaban: �El pasado nos enseña que a los radicales nos va mal cuando dejamos de tener fe en nuestras concepciones doctrinarias y, desplazando las propias banderas, nos sumamos a las corrientes ideológicas del momento, pensando, ilusoriamente, que influiremos en las decisiones de quienes las materializan. En otros términos, abandonamos a los desposeídos y nos sumamos a los poderosos. Enpalabras de Alem, estamos haciendo lo que se puede o lo que se quiere, pero no lo que se debe�. Aunque la reflexión invoca precedentes radicales, el otro accionista principal de la Alianza, el Frepaso, también podría ponerse el mismo sayo.
�Somos un gobierno fuerte y de acción�, arengó ayer el Presidente a la primera línea de su administración en el Ejecutivo y en el Legislativo. También los convocó a cerrar filas, con el obvio propósito de evitar las filtraciones públicas sobre las diferencias de criterio acerca del rumbo gubernamental, debido a la evidente contradicción entre la marcha de los negocios y las desesperadas demandas de justicia social. Repsol-YPF ganó alrededor de 500 millones de dólares en el primer trimestre del año, con un aumento de beneficios respecto del mismo período del año anterior de más del 100 por ciento. En el otro extremo, la gente de General Mosconi, con la virgen de Fátima sobre los hombros. Los obispos, que hoy darán a conocer una declaración con palabras severas sobre la necesidad de respuestas sociales, han tomado nota de esas devociones y muestran más inquietud que muchos funcionarios de la nación y de las provincias. En nombre de esa preocupación por la situación social que no tardará en envolver a curas, monjas y obispos que han hecho �opción por los pobres�, han aceptado que actúen como mediadores en General Mosconi los vicarios generales de las dos diócesis involucradas en la pueblada salteña. 
No es la única inquietud episcopal. Quieren evitar desenlaces trágicos de los estallidos sociales, pero se niegan a quedar �pegados� a los compromisos oficiales con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo dijo hace una semana el obispo Jorge Casaretto: �La Iglesia no será una gomería donde se coloquen parches a la pobreza�. Esperan que así como la década pasada estuvo dominada por lo que el vicepresidente Carlos Alvarez llama �el capitalismo cortesano�, la actual administración construya el mercado de la virtud, basado en la cooperación, la solidaridad y la ética. Para eso, haría falta que el Gobierno renegocie con los acreedores externos y con el FMI los términos del ajuste, a fin de ampliar el espacio de maniobras en el campo social a fin de evitar la propagación de la protesta. Esa opción, por el momento, no sobrevuela las intenciones del oficialismo, ya que el ministro de Economía recibió autorización para recortar otros centenares de millones de pesos del presupuesto anual, mientras piden al Congreso nuevas leyes que satisfagan la agenda de los gerentes internacionales del capital financiero. 
La victoria electoral en la Capital ha reforzado la intransigencia de los ajustadores en la Alianza, auspiciados además por el brote de Domingo Cavallo que lo descalificó ante propios y extraños como �piloto de tormentas�. Estas elecciones, como otras anteriores, demostraron que lo único cierto es que nadie tiene propiedad sobre las mayorías. El voto sigue siendo volátil y, para colmo, como sólo se vive el presente cualquier suceso resulta frágil y efímero. No pasó una semana del escrutinio porteño, aún faltan tres meses para que asuman los gobernantes de la Ciudad y ya la victoria está semicubierta de olvido, excepto en el imaginario del oficialismo y de los que se colocaron en la nueva Legislatura metropolitana. 
Todo sucede entre el vértigo y la indiferencia, por lo que las imágenes, si no son dramáticas, pasan por las vías mediáticas como clips de la realidad. Ni siquiera dio el tiempo para celebrar el rechazo por abrumadora mayoría del ingreso de Domingo Bussi al Congreso, una buena noticia entre tantos pesares y malandanzas. Le cerraron las puertas al malacara tucumano, y al día siguiente policías y gendarmes desenfundaban en Salta contra un grupo de �agitadores anarquistas�, según el gobernador, o contra las demandas de la mayoría de la población de Gral. Mosconi, según los cronistas presentes en el lugar de los hechos. En el mismo Congreso el Gobierno logró, por fin, aprobar la ley de reforma laboral (ladel �empleo estable� de acuerdo con la calificación de sus autores), mientras la pueblada en la ruta 34 recordaba a todos que el problema del país es la estabilidad del desempleo. Igual que los clips de MTV, tanto esfuerzo sólo entretiene un ratito, mientras la política siga tratando a la vida cotidiana como capítulos de una docu-ficción, donde lo que importa es el impacto del mensaje publicitario desde arriba, aunque la realidad sea un infierno desde abajo. 

 

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