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El regreso del Padrecito Stalin a su patria rusa

Una figura está de moda en Rusia y no es el presidente Vladimir Putin, aunque éste use esa figura astutamente para proyectarse mejor. Se trata nada menos que de José Stalin, cuyo tiempo ha llegado.

Monedas: Cuando Putin descubrió una placa a 17 héroes de guerra, la lista estaba encabezada por Stalin. Días antes, el Banco Central emitió monedas con su figura.

Una mujer clama porque surja alguien parecido.'


The Guardian de Gran Bretaña
Por Ian Traynor
Desde Moscú

t.gif (862 bytes) Primero vino el 1º de Mayo, el feriado más sagrado del calendario comunista. Después vino la Pascua ortodoxa, el feriado más sagrado para los rusos religiosos. Y después vino el Día de la Victoria, otro fin de semana largo con festejos por el más importante feriado nacional. Es un feriado que celebra la conquista de la Alemania nazi en un país donde no queda mucho más que celebrar en estos días. Moscú sufre una gigantesca resaca luego de tres fines de semana largos que inevitablemente se fusionaron el uno con el otro. Trabajadores marchando bajo la bandera roja se confundieron con procesiones de patriarcas ortodoxos de largas barbas, que a su vez mutaron hasta transformarse en desfiles militares. Y en medio de todo esto ocurrió la asunción del nuevo presidente, Vladimir Putin, lo que transformó a este mayo del 2000 en la temporada ideal para las fiestas en la Nueva Rusia. Esa proliferación de rituales aporta símbolos y presagios que encierran pistas sobre cómo los nuevos rusos se ven a sí mismos. Se inauguraron monumentos. Se acuñaron nuevas monedas. Y se izaron banderas y se cantaron canciones. 
Analizar los ritos de la Nueva Rusia, sin embargo, es confuso y contradictorio. Consideremos al himno nacional, por ejemplo. El viejo himno soviético �que había reemplazado a la Internacional en 1943 por orden de Stalin� fue abandonado cuando la Unión Soviética se desmoronó en 1991. A los directores de coro de Yeltsin se les ocurrió adoptar la melodía del siglo XIX, �La Canción Patriótica�, de Glinka. Mientras me paraba el martes junto a algunos veteranos en la Plaza Roja, pensé instintivamente que ellos comenzarían a cantar cuando la banda militar entonó �Glinka�. Pero no lo hicieron, por supuesto, dado que es un himno sin palabras. El motivo es simple: nadie puede ponerse de acuerdo sobre lo que debería decir. Durante la década del 90 se enviaron nada menos que 500 propuestas escritas. Pero cada una ofendía a una persona u otra, por lo que agregarle letras a la música del himno fue finalmente postergado. Además, el Parlamento �que hasta hace poco estaba dominado por los comunistas� se ha rehusado a aceptar el �Glinka� de la misma manera que rechazaron el tricolor blanco, azul y rojo como la bandera nacional y el águila dorada de dos cabezas como insignia. Demasiado zarista, ustedes entienden. 
Pero si las palabras y las banderas causan demasiadas divisiones, una persona ha emergido recientemente como un símbolo sumamente improbable de reconciliación: Stalin. El dictador, aparentemente, se está probando muy valioso para el presidente Putin. Este inauguró su discurso a los veteranos de guerra en la Plaza Roja utilizando exactamente las mismas palabras que Stalin había pronunciado en 1945. Cuando Putin descubrió una placa dedicada a 17 héroes de guerra, la lista estaba encabezada por Stalin. Eso ocurrió unos días antes de que el Banco Central emitiera monedas conmemorativas que muestran a Stalin sentado al lado de Churchill y Truman. Se planea además incluir un busto de Stalin en bronce en el principal monumento ruso de la Segunda Guerra Mundial. Y dos años antes Putin se había convertido en el primer líder ruso en convocar a una reunión oficial en la dacha de Volynskoye, la residencia oficial de Stalin y el lugar de su muerte. 
En lo que es bastante comprensible, no todos están encantados por el flirteo de Putin con el arquitecto del Gulag. Pero los más iracundos son un grupo de georgianos que quieren que los restos del más infame de sus compatriotas sean devueltos a su tierra natal. En 1956, la estatua de Stalin fue quitada de su pedestal en la localidad georgiana de Khashuri, la patria chica de su clan Djugashvili. Pero un veterano de guerra seocupó de preservarla desde entonces. Y la semana pasada se decidió devolverla a su lugar. Fue entonces cuando los partidarios de Stalin exigieron que los restos del cadáver momificado fueran quitados de debajo de la pared del Kremlin y devueltos a Georgia. El motivo sería que �la así llamada �Rusia democrática� está escupiendo en la tumba del gran hijo del pueblo georgiano�. Pero Putin no está escupiendo. Está cortejando. 
Nikita Mijailkov, el director de cine, ha llamado recientemente a que Volgorogrado se revierta a su antiguo nombre de Stalingrado. Quizá Mijailkov sea quien escriba la propuesta 501 para las letras del himno. Después de todo, había sido su padre, Serguei, quien escribió las letras del himno de Stalin. 

 

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