Por Miguel Bonasso
Pese a la derrota electoral de Domingo Cavallo y el papelón subsecuente, el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf y su antecesor Eduardo Duhalde están decididos a mantener su alianza con el temperamental mediterráneo. Ruckauf de manera más ambigua, cuidando las formas en la relación con el intervenido PJ metropolitano; Duhalde de forma más abierta. Y aunque por ahora parecería descartado que Cavallo reemplace a Jorge �la Oveja� Sarguini al frente del Ministerio de Economía bonaerense, ningún dirigente de La Plata se anima a decir que tal relevo no se produzca más adelante, cuando llegue el momento de privatizar la Lotería provincial. Mientras tanto, Ruckauf suele mantener discretos encuentros en la Capital con economistas de la más rancia ortodoxia neoliberal, propicia la dolarización de la economía y provoca inquietudes en los socios brasileños del Mercosur alentando un ingreso al ALCA, la zona de libre comercio continental que patrocinan los norteamericanos.
Cuando Cavallo arrancó su campaña metropolitana acercándose peligrosamente a su rival aliancista Aníbal Ibarra, Ruckauf pensó que podía ganar en la primera vuelta. Algo que por un lado le convenía pero por otra le generaba dudas frente a un peligroso competidor presidencial para el 2003. Cuando la diferencia a favor de Ibarra-Felgueras se fue consolidando en las encuestas, especuló con la posibilidad de llevar a Cavallo al Ministerio de Economía bonaerense, no tanto por razones técnicas como políticas. Pero imaginó esa designación tras una derrota en una �heroica� segunda vuelta y con resultados más parejos. Tras la abultada diferencia lograda por la fórmula oficial y la consiguiente pataleta de Cavallo, archivó temporariamente la posibilidad de invitar al mediterráneo a sumarse a su gobierno. Pero no vaciló en ratificar su alianza con él, designando a un cavallista como Felipe Murolo, para tratar de superar la emergencia producida en el Banco Municipal de La Plata.
Aparentemente el ministro Jorge Sarguini no debería temer por su puesto en lo que a Cavallo se refiere, pero eso no quiere decir que descanse en un lecho de rosas: la recaudación provincial se cae a pedazos, la administración duhaldista le dejó a Ruckauf un déficit que ronda los dos mil millones de pesos y los intendentes radicales de la Quinta Sección Electoral exigieron hace pocos días que se respete el piso de coparticipación para los municipios fijado en 1050 millones de pesos.
Preocupado por la caja magra que recibió y las obvias consecuencias que puede tener en su futuro como presidenciable, Ruckauf sueña con el momento en que se pueda privatizar la Lotería provincial e ingresar unos tres mil millones de pesos, de los cuales mil quinientos se destinarían a las intendencias. Una privatización que le gustaría confiar a Cavallo, por su fama de gladiador anticorrupción adquirida en el combate mediático contra Alfredo Yabrán. Aunque esa fama esté cada vez más en entredicho.
Mientras tanto, visita en la Capital Federal a economistas cercanos a la línea de José Alfredo Martínez de Hoz, proclama en el extranjero que hay que dolarizar la economía argentina y envía prematuras señales a la Madre Patria (a través de su asesor internacional Diego Guelar y el ex canciller Guido Di Tella), presentándose como el futuro presidente que meterá a la Argentina en el ALCA, la zona de libre comercio que promovió Clinton. Una definición que atenta contra la continuidad del Mercosur y fue vista con alarma por los brasileños, que ya se enojaron con las manifestaciones chauvinistas del gobernador bonaerense. Una serie de pasos que reiteran la persistencia de la Santa Alianza: esa coalición derechista que la emergente dirigente peronista Irma Roy comparó con el Partido Republicano de Estados Unidos.
Eduardo Duhalde, por su parte, ha ratificado en todos sus términos la alianza con Cavallo. Un hombre procedente de sus tiendas, Jorge Argüello, conducirá el importante bloque legislativo de Encuentro por la Ciudad yaunque esto se había acordado antes de las elecciones, su implementación demuestra el nivel orgánico y perdurable de la relación entre el duhaldismo y Acción por la República, el partido de la derecha �moderna� que lidera Cavallo y sustituye en el Tercer Milenio a la UCeDé del capitán ingeniero Alvaro Alsogaray.
Duhalde piensa precisamente que una �fuerza republicana� es indispensable en la provincia de Buenos Aires porque puede disputarle a la Alianza votantes de centroderecha (como los radicales del interior) y algunos núcleos urbanos que en la última elección presidencial le dieron la espalda a Graciela Fernández Meijide y le otorgaron a Ruckauf los puntos indispensables para ganar. Estima que esa �fuerza republicana� -con cuyo jefe está ligado desde los tiempos en que José Luis Manzano conducía el Ministerio del Interior� le resultará indispensable para derrotar al actual vicepresidente Chacho Alvarez en los comicios por la gobernación de Buenos Aires, en el no tan lejano 2003. Como, a su vez, Duhalde mantiene a rajatabla su alianza con Ruckauf, puede decirse que tanto el PJ bonaerense como el gobernador seguirán considerando a Cavallo como aliado estratégico. Una trascendente decisión que el ex presidente Carlos Menem, sepultado por la catástrofe de Granillo Ocampo, no parece en condiciones de cuestionar.
El acuerdo, sin embargo, puede encontrar dificultades de otro tipo: el inesperado ascenso de Gustavo Beliz, que pasó de segundo de un derrotado a rutilante triunfador mediático por haber logrado que Cavallo se bajara de la candidatura, abre algunas incógnitas. �Zapatitos Blancos�, como se lo llama en los mentideros políticos, está siendo cortejado por el PJ (Duhalde y Ruckauf incluidos), porque aparece ante sus ojos como un referente principal en el distrito del desastre justicialista. Pero al mismo tiempo tiene por delante la acción dentro del Encuentro por la Ciudad, la alianza opositora que construyó con Cavallo. ¿Se mantendría esa alianza si Beliz llegara a convertirse en el referente principal del justicialismo en la Ciudad de Buenos Aires? Es una de las tantas preguntas que se formula la dirigencia peronista. Abajo y a los costados, fuera del PJ, ruge el conflicto social y procrea dirigentes que no dialogan con los caudillos partidarios.
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