Por Horacio Cecchi
La mujer descargó con esfuerzo a los tres chicos. El cuarto caminaba junto a ella. Tenía diez años y el menor unos meses de vida. La mujer se acercó tímidamente y preguntó: �¿Aquí es?�. Carmen Julia Larrosa, presidenta y alma mater de la Asociación de Hijos No Reconocidos, le respondió que sí, que allí era, recibiéndola como a cada uno de los 700 reclamos de filiación presentados desde que abriera sus puertas, en enero. Entonces, después de titubear unos segundos, la mujer inició su relato: �Tuve al primero (el de diez años), pero mi marido murió sin haberlo reconocido. Tuve al segundo, pero mi nueva pareja me juró que él era estéril y se fue sin darle el apellido. Me volví a juntar, pero apenas tuve al tercero, el padre desapareció. Ahora tuve al cuarto y no sé qué hacer. El papá, mi actual pareja, no tiene problemas con darle su apellido, pero me intimó a que me deshiciera de los otros tres si quería que fuera reconocido�. La historia de la mujer no tiene nombre. Sus cuatro hijos tampoco.
Carmen Julia tiene dos apellidos, pero no por la fuerza de la costumbre sino por una costumbre a la fuerza. El primero es Cuñarro. El segundo Larrosa. Los dos son insolubles y antagónicos. El primero es el que creyó como propio hasta los 13 años. El segundo, es el paterno y a la vez negado durante 24 años, hasta que su padre, el ex concejal radical Roberto Larrosa, empujado por las evidencias de la cadena de ADN y antes de que el reclamo desembocara en un fallo judicial desfavorable, la aceptó en febrero pasado como hija suya. Aunque para Carmen significó reunirse con sus derechos, la victoria no garantizó un acercamiento familiar: actualmente mantiene un litigio civil por daños y perjuicios.
El 3 de enero del 2000, la misma Carmen lograba la personería jurídica de la Asociación, que pasaba a tener nombre, Asociación de Hijos No Reconocidos. Paradójicamente, lo logró cuando aún no había sido aceptada ella misma con su nombre propio.
La AHNR es la única de su tipo en el país. Funciona, como se suele decir, a pulmón. Un garaje en el barrio de Mataderos hace las veces de sede. Un equipo de abogados y una psicóloga asesora cada caso. Los vecinos colaboran como pueden. Aunque Carmen es la presidenta, aclara en forma insistente: �Es por cuestiones jurídicas. Acá somos todos iguales, todos trabajamos, nos apoyamos, proponemos ideas�. Detrás de ella, una pared del garaje es un verdadero muro de la memoria, cubierta de fotos de hijos que reclaman su filiación. �Me criaron quienes yo creía que eran mis abuelos paternos, los padres del novio de mi mamá. Me dieron todo su amor. Yo era su nieta, todos estaban convencidos. Pero un día, cuando tenía 13 años, mi mamá me contó una película. Era sobre una nena cuyo padre no era el que ella creía sino otro, un amante de su madre. Los amantes se seguían viendo pero él hacía como si esa hija no existiera. A medida que me contaba yo lloraba por esa nena. Pero cuando terminó me dijo: �Esa nena sos vos�. Se me rompió todo. Lo que creía que era, no era. Y lo que tenía, no lo tenía más.�
Muñeca brava
Durante varios años, en su adolescencia, Carmen por entonces Cuñarro, alcanzó la meta que buscaba: fue incorporada al comité donde la figura de su padre tenía peso político. �En privado yo era su hija. En público, todos creían que era su amante. El tiene un hijo, un hermano mío. Un día vino con él y me presentó como la hija de un amigo fallecido. Y mi hermano, sin saber quién era yo, se enamoró de mí. Terminó una noche diciéndome �te quiero�. Yo tenía prohibido revelar el secreto. Le dije �yo también te quiero, pero como un hermano�.� El concejal, finalmente, debió confesar la verdadera historia a su hijo y a Carmen se le prohibió la entrada al comité.
Pasaron varios años más, hasta que Darío, el hijo de Carmen y nieto del concejal, empezó a preguntar por él. Fue entonces que Carmen decidió
iniciar sus reclamos. Primero ante su padre. Después ante los estrados judiciales. Finalmente, la cadena genética se constituyó en evidencia. En junio del año pasado, mientras aún su caso no estaba resuelto y en la pantalla chica la telenovela �Muñeca brava� �un calco de la vida de la hija no reconocida por Larrosa� alcanzaba picos de rating, Carmen hizo un llamamiento público.
�Quería encontrarme con mis pares, porque nadie parecía entenderme, era una bastarda.� La reunión se realizó en un local de la calle San Luis. �Cuando llegué me encontré con más de cien hijos no reconocidos, que querían hacerse oír. Estaba también Daniel Scioli, que terminó siendo nuestro padrino. Lo tomamos como modelo porque reconoció a su hija Lorena, después de 16 años y ahora viven juntos. Ese 17 de junio quedó instalado entre nosotros como el Día del Hijo No Reconocido.�
Después de un breve paso como presidenta de Progenies, de la Asociación Internacional de Abogacía Preventiva, Carmen renunció e inició los trámites de personería jurídica de la AHNR. �Somos la primera asociación inscripta en el 2000 y la única de su tipo en el país�, dice con orgullo.
En nombre del padre
Desde 1993 hasta la fecha, la justicia civil recibió más de mil reclamos de filiación. Son sólo los casos visibles porque la mayor parte prefiere evitar enfrentamientos. En general, se trata de madres solteras o abandonadas, como las conoce la jerga social desde hace añares, y de sus hijos sin nombre. �La mayor parte de las madres no conoce sus derechos, y tienen miedo de que les saquen la tenencia�, describió la abogada María Nieto Moreno, asesora de AHNR junto a su hermano Rodolfo y su marido Horacio Parera. �Tomar la decisión puede significar que la propia familia se le vuelva en contra.� Carmen agrega: �Cuando los hijos son ya adultos, el 70 por ciento de las madres no apoya el reclamo�.
�El papá de Daniela es suboficial del Ejército, en la 9ª Brigada en Comodoro Rivadavia�, dice Norma, una de las madres que acudieron a la asociación. Daniela, de dos años, juega en sus brazos. �Yo vivo acá, pero él siempre pasaba o llamaba. A los tres meses de embarazo dejó de aparecer. Lo llamé, lo fui a buscar y no me dejaron entrar. Cuando llevaba ocho meses me dijo: �No estoy maduro para ser padre. Si querés plata, te doy�. Nunca más habló. Inicié el trámite judicial en junio del �98. Lo citaron. Llamó por teléfono, dijo que me conocía pero que la nena no es hija suya.�
Norma, como la mayor parte de los casos, quedó varada ante una contingencia prácticamente insalvable: �El costo para hacer el ADN es de 1200 pesos en el Hospital Durand�, asegura Carmen. �Ganan 200 pesos. No pueden ni pensar en semejante suma. Nosotros conseguimos dos laboratorios que nos ofrecen el estudio por menos de la mitad, a pagar en dos partes y a partir de que se retira el resultado. Pero igual es mucha plata.�
De los 700 casos recibidos por la AHNR desde enero, 30 ya fueron resueltos favorablemente. �Todos por mediación�, sostiene la abogada Nieto Moreno. �En la Justicia no existe la mediación salvo cuando hay dinero de por medio. Pero nosotros demostramos lo exitoso de ese método.� La mediación se lleva a cabo en la sede-garaje. Citan al padre para escuchar de boca de su hijo o hija lo que significa ser marginado entre los marginados. �En el 80 por ciento de los casos, terminan reconociéndolo�, dice Carmen. Pero cuando resulta imposible el encuentro, los abogados de la AHNR presentan el caso ante la Justicia. �Desde enero ya iniciamos 14 causas�, aclara Nieto Moreno. Y cuando la situación está planteada ya en términos irreversibles, y el padre se ha empacado en su ignorancia, la AHNR apela a un método por demás efectivo: el escrache silencioso. Un grupo de madres, incluyendo a la demandante y a los críos sin apellido, se instalan con carteles frente a la puerta del huidizo, a la vista de todo el barrio y de los compañeros de trabajo para anunciar que ahí, en esa ventana o detrás de esa puerta se oculta un padre que no quiere serlo cuando ya es tarde.
La mayor parte de los reclamos son iniciados por las madres, pero existen casos a la inversa: �Vino a vernos un chico de 19 años �recuerda Nieto Moreno�. Llevaba un año y medio de convivencia con su novia cuando ella queda embarazada. Sus suegros lo echaron de la casa y le prohibieron ver a su hijo que no quedó con su apellido. No le había puesto su apellido porque él no tenía obra social y su novia estaba cubierta por la de su padre. El tenía miedo de que si lo ponía a su nombre, su mujer quedaría bajo su tutela sin obra social. Ahora la ex novia y madre del chico no lo quiere ver. La citamos a una mediación, pero no apareció�.
Otro de los inconvenientes a los que se enfrentan los reclamantes de filiación en los estrados judiciales es el reconocimiento del estado psíquico de los hijos. �No sólo se trata de un apellido�, explica la psicóloga, Susana Holand, asesora de la AHNR y perita forense desde hace 24 años. �Más importante es la carga afectiva que significa portar ese apellido. Cuando no ocurre así, implica no poder crecer emocionalmente y en lo social no contar con un buen desarrollo adaptativo. Eso se verifica en problemas psíquicos, patologías, que no siempre son reconocidas por los jueces. Están los que las tienen en cuenta, y quienes las titulan como daño moral, cuando se trata de un problema de salud.�
Informe: Silvia Marchant (Agencia Universitaria de Noticias y Opinión Tercer Sector).
El proyecto del padrino
En el Congreso hay tres proyectos de ley que proponen modificar la situación de los hijos no reconocidos. El que más se consustancia con los reclamos de la AHNR es el presentado por Daniel Scioli, padrino de la Asociación y padre confeso, y en ejercicio, de Lorena, 16 años después de su nacimiento. El proyecto considera dos de las banderas de los hijos no reconocidos: incorporar la mediación, hasta ahora una figura fantasma en la letra de la ley cuando no se trata de un conflicto de dinero. Y el examen de ADN. �La negativa de someterse a los exámenes y análisis necesarios constituirá reconocimiento tácito de la filiación por parte de la renuente, en el caso de que la misma fuere la accionada�, dice el proyecto en su artículo tercero, luego subrayado en el quinto. En términos vulgares, como ocurrió en los reclamos de Cristina Sinagra a Diego Maradona, la no presentación al examen de ADN será considerada por el juez como un reconocimiento tácito. El proyecto concluye sosteniendo que una vez obtenida la filiación, el demandante estará en derecho de reclamar alimentos y daño moral. |
BLANCA
�Me dijo que no quería ser padre�
Por H.C.
Blanca Isabel Sánchez tiene 29 años. Su hija, Eliana, que succiona de su pecho como si fuera la última vez, tiene un mes. Blanca vivía con su padre viudo en San Miguel. En la parte trasera del terreno vivía su hermano, de 22, sólo hasta que con él se instaló un amigo, Eloy, de 34, uno de los dueños de un boliche de la noche miquelense. �Andaba atrás de mí, hasta que empezamos a vernos a escondidas, porque a mi papá no le hubiera gustado que nos viéramos, lo quería como a un hijo�, recuerda Blanca.
El hermano de Blanca falleció en un accidente, y a propuesta del padre, ella pasó a vivir al fondo, sola, mientras que Eloy se mudó con su suegro. �En un asado hizo pública nuestra relación y entonces mi papá pidió que formalizáramos. Así que él se vino a vivir al fondo conmigo.� Según Blanca, Eloy era posesivo: �Me acompañaba al colegio y a mí me daba vergüenza. El empezó a ponerse celoso, pensaba que salía con alguien. �Si te enganchás con otro vas a tener un mal fin�, me amenazaba�.
Después de un tiempo de convivencia, Blanca evidenció un atraso. �No me creía. Yo le decía que estaba embarazada y él contestaba: �No puede ser, no puede ser, yo soy estéril. Debés tener un problema en el estómago�.� Los permanentes desmayos determinaron su internación en el hospital Larcade. �Yo estaba de dos meses. El médico se dio cuenta de que yo estaba embarazada y cuando salió a preguntar por el padre, él se escapó. Estuve quince días internada. El venía a visitarme, pero no entraba, se quedaba apoyado en el marco de la puerta. Me tenía miedo. Y cuando hablaba con el médico se presentaba como mi tío.� Blanca regresó a su casa, pero Eloy se mudó al frente, con su suegro. �Es mejor para ella, así está más tranquila�, le decía. El verano pasado, cuando el problema de estómago ya tenía cinco meses y un volumen indisimulable, Eloy insistía con que el embarazo no existía. �Yo no quería ser padre, no lo voy a aceptar�, le dijo. A partir de entonces, desapareció.
Blanca lo ubicó telefónicamente cuando Eliana ya tenía cuerpo propio pero carecía de apellido paterno: �¿Necesitás algo?�, le preguntó él. �Tenés que hacerte responsable�, respondió ella. �Yo no soy el padre de ese bebé�, respondió Eloy. �Hacete el ADN�, insistió ella. �¿Para qué? Es una pérdida de tiempo.� A partir de entonces, el caso de Blanca y su dolor de estómago ingresó en el circuito de los reclamos filiatorios judiciales.
ANA
�Yo soy la hija del lechero�
Por H.C.
�¿Viste cuando dicen que alguien es el hijo del lechero? Bueno, yo soy ésa, la hija del lechero.� Se llama Ana, tiene 54 años y no quiere aparecer en fotos ni dar su apellido o el que es objeto de su litigio. Ana es un caso atípico entre el fárrago de casos y carpetas de la AHNR: tiene apellido reconocido ante la Justicia, pero no es el propio, y el que le pertenece le es negado no por su padre, ya fallecido, sino por el resto de la familia.
�Siempre viví con mis padres biológicos. Pero cuando terminé la primaria y tenía que hacerme la cédula de identidad, mi mamá me dijo que aquel apellido que yo llevaba (designado de aquí en más como �L.�) no era el mío y que yo tenía otro (�P.�). Según la historia que yo había creído hasta ese momento, mi mamá se había separado del señor L. Con él tuvo tres hijos, que no vivían con nosotros. Pero nada era como yo pensaba.�
El señor L. tenía una carnicería y el señor P. era lechero y amigo de L. Frecuentaba su casa y a su mujer �la verdadera madre de Ana, separada de L. pero viviendo bajo el mismo techo�. �Ella quedó embarazada por P. y cuando nací, L., por rencor y para que nadie lo creyera cornudo, me anotó con su apellido.� Ana, su madre, y su verdadero padre (P.) vivían juntos. �Mi padre, cuando yo tenía dos años, falsificó una copia de la partida de nacimiento, me puso su apellido en lugar de L. y me bautizó en la Iglesia presentando ese documento. A partir de entonces, en el barrio donde vivía yo llevaba el apellido de mi verdadero padre. Pero a los 13 años me enteré de que P. no era mi apellido legal, sino que yo estaba inscripta como L.�
En la escuela, Ana figuraba como P. y en la cédula como L. �No podía estudiar, ni hacer nada, porque todo documento estaría dirigido a Ana L., que es legal pero no existe, y yo, que soy Ana P., no tendría nada a mi nombre.� Ana jamás volvió a ver a la familia L. Siguió viviendo con sus padres y la familia paterna, con quienes mantenía una excelente relación. �Mi tío, sus hijos, nos llevábamos bárbaro.� Pero el día del velorio del señor P. Ana descubrió que su nombre no figuraba en la corona. �Si querés encargate una por tu cuenta�, le dijo su tío. Días después, comprendió que tendría problemas para entrar y heredar la casa paterna. �Vos nos sos P., sos L.�, le dijo su tío. �Yo soy la hija de mi padre�, se enfureció Ana. �Eso preguntáselo a tu madre�, le respondió él.
El caso de Ana L. (pero P.) siguió en la Justicia. Ella presentó como pruebas el acta de bautismo, una carta firmada por su padre y dirigida a ella, y hasta las tarjetas de invitación para el cumpleaños de 15 donde ella aparece bailando con su padre y con el resto de la familia que por ahora la rechaza.
ALEJANDRA
�No tengo plata para el ADN�
Por H.C.
Alejandra Martínez llegó a la AHNR con Shakira. Tiene 28 años. Su hija, un año y tres meses. En su caso, o en el del padre de Shakira, no hubo fuga sino expulsión. �Convivíamos en el fondo de la casa de mi papá, en Temperley�, cuenta ella. �Quedé embarazada y hasta los cuatro meses todo anduvo muy bien.� Pero el paraíso se esfumó en el preciso momento en que Alejandra descubrió a su pareja dando un paso en falso: �Tenía una relación paralela y cuando me enteré, lo eché�.
A partir de entonces, Alejandra enfrentó la situación por sí sola. Pero cuando nació Shakira, lo que no pudo hacer es darle el apellido paterno. �Me dijo que me iba a ayudar con el bebé, pero jamás lo hizo. Cuando nació mi nena y le pedí que la inscribiera me vino con la historia de que yo le había lavado los pantalones con el documento y que no servía.� La historia del lavado fue útil hasta las últimas elecciones a presidente, en octubre pasado. Para esa fecha, el padre de Shakira sacó un nuevo y sequito DNI, y Alejandra volvió a la carga. �No es mi hija�, aseguraba él. �Hacete el ADN�, respondía ella, adiestrada por la AHNR. �Hacételo vos�, contestó él, aludiendo a Shakira que, apelando a códigos barriales, es el vivo retrato de su padre. La madre no se amilanó. Después de buscarlo personalmente, le envió una carta documento, que recibió pero que jamás respondió.
Alejandra obtuvo el compromiso de la abuela de Shakira, su ex suegra, de que contaría con ella para el estudio de ADN. �Pero son 700 pesos por cada uno. ¿Cómo hago para pagarlo? Lo más doloroso es pelear contra el papá, es como si nuestra hija no valiera nada.�
Cuando Alejandra mencionó la posibilidad del escrache silencioso, una variante de presión adoptada por la AHNR para hacer pública la posición de los padres que se esfuman, el papá de Shakira decidió anticiparse: se mudó a San Luis con su nueva pareja. �Jamás lo volvimos a ubicar. Yo no estoy detrás de la plata. Si él no tiene un peso. Lo que quiero es que la reconozca con su apellido, que mi hija deje de ser una paria.�
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