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PELIGRA LA CARRERA DE RUDOLPH GIULIANI ANTE HILLARY CLINTON
Confesiones de un hijo de Nueva York

Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York y postulado al Senado por los republicanos del Estado, confesó tener cáncer de próstata y haber fracasado en su matrimonio. Y hay un Clinton que sonríe.

Hillary Clinton más cerca del Senado.

El alcalde Rudolph Giuliani brinda con una colaboradora.


El País de Madrid
Por Isabel Piquer
Desde Nueva York

t.gif (862 bytes) Rudolph Giuliani siempre ha sido un republicano muy poco convencional. Ahora, más que nunca, lo está demostrando. En las dos últimas semanas, el alcalde de Nueva York, que compite con Hillary Clinton por el puesto de senador de ese estado, ha anunciado sucesivamente, en plena campaña electoral, que tiene cáncer de próstata, que se separa de su mujer y que ahora no está pensando en la política. ¿Suicidio electoral? Por el momento, Giuliani no ha querido dar pistas sobre sus intenciones, en tanto que muchos dan por acabadas sus aspiraciones al Senado. Pero el alcalde, antiguo fiscal antimafia, todavía no se ha dado por vencido. En sus siete años de mandato, Giuliani ha conseguido granjearse tanto desprecio como cariño desde los neoyorquinos. Estos le agradecen por un lado la eficacia de su administración y le perdonan e incluso aprecian sus salidas de tono. Pero también critican la violencia policial de los últimos dos años, sus comentarios despectivos sobre los mendigos y la alarmante subida de los alquileres. 
Giuliani pondrá a prueba esta relación de amor y odio en los próximos días, cuando tome una decisión sobre su candidatura al Senado. Se estima que debe deshojar la margarita electoral este mismo fin de semana. El motivo es que sus colegas republicanos están cada vez más nerviosos. La convención en la que elegirán al candidato que se enfrentará a la primera dama se celebra el próximo 30 de mayo. Y ya tienen a dos posibles sustitutos en la manga: un congresista de Long Island y un filántropo de Wall Street. No hay tiempo que perder: Nueva York es uno de los principales escenarios de la batalla presidencial que demócratas y conservadores librarán en noviembre próximo. 
Todo empezó hace dos semanas, cuando en una inesperada rueda de prensa Giuliani, de 56 años, anunció que padecía un incipiente cáncer de próstata. Eso despertó las primeras sospechas sobre las auténticas intenciones del alcalde, quien apenas 24 horas después de conocer el diagnóstico se precipitó a anunciar su enfermedad ante la prensa, incluso antes de sopesar las incidencias del tratamiento en su cargado programa electoral. Luego estalló la bomba: también de improviso, Giuliani anunció su intención de separarse de su mujer, Donna Hannover, una periodista con la que llevaba casado 16 años. Era conocido de sobra que el matrimonio Giuliani no era una unión ejemplar. Pero después del escándalo Clinton Lewinsky y los pormenorizados detalles de las infidelidades presidenciales, los neoyorquinos no estaban dispuestos a escuchar más confidencias político-sentimentales. Además, estamos en Nueva York, no en Washington. 
Hannover echó leña al fuego cuando en su propia rueda de prensa aseguró llorando que había hecho todo lo posible por mantener en pie al matrimonio. Y sacó a colación una historia que hace dos años había llenado la portada de los tabloides neoyorquinos: la presunta aventura que mantuvo el alcalde con su más fiel colaboradora, Christine Lategano, que dimitió entonces de su puesto y ahora está felizmente casada con un comentarista deportivo. Como si todo esto fuera poco, el New York Post sacó la semana pasada la foto de una �amiga� del candidato republicano, una viuda adinerada del Upper East Side, Judi Nathan, con la que éste reconoció mantener una �relación especial�. Demacrado y triste cuando anunció su separación ante las cámaras, Giuliani recuperó su peculiar estilo cuando al día siguiente, el jueves, insultó a la prensa por difundir cotilleos rastreros sobre su familia. Volvía a ser el alcalde de siempre. Pero tampoco entonces quiso dar pistas sobre su futuro. �Ahora no pienso en la política�, fue lo único que alcanzó a decir. 
Las especulaciones políticas se han disparado. La mayoría de las apuestas apuntan a que Giuliani abandonará la carrera electoral o que se verá fuertemente �aconsejado� a hacerlo por sus colegas republicanos, quienes no han visto con muy buenos ojos tanta confesión personal. El alcalde debería anunciar sus intenciones la semana que viene. Ya ha decidido reducir su agenda de campaña electoral a la mitad para seguir su tratamiento. Otros aseguran que Giuliani �quien no ha anunciado oficialmente su candidatura al Senado� no piensa tirar la toalla tan pronto. 
Esto deja el terreno abierto a la candidata Hillary, que hace tan sólo unos meses apenas si tenía posibilidades ante un alcalde tan popular. La primera dama no ha hecho ningún comentario sobre los problemas personales de su contrincante y espera a que pase la tormenta, progresando pasito a pasito en los sondeos que ya hace un mes le daban ocho puntos de ventaja. Políticamente no puede utilizar la separación de Giuliani para criticar sus valores familiares. Bastante pasó ya con el escándalo Lewinsky. Pero electoralmente le ha tocado la lotería. La lucha de titanes que se preveía en Nueva York bien podría decidirse en una nueva victoria para un Clinton.

 

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